Almas Ocultas

Capitulo 4; La calma.

Después de eso dormí, al parecer me sedaron o algo similar. 

Todo parecía mejorar a la mañana siguiente, desperté, bastante confusa. Para mí fuerte, mi hermano todavía dormía a mi lado, sin una pierna pero con un muñón formado. Parecía gemir de dolor de vez en cuando, pero preferí no despertarlo, porque allí fue cuando me di cuenta que debía jugar su juego. No había forma de escapar, no había salida. Podía pasarla bien, al final se trataba de un campamento. Pero todavía me perturbaba la idea de ese viento y del cuerpo congelado de Levi.

Descarte la idea de una especie de superpoderes, todo parecía tener una solución lógica. Pero nada allí tendría sentido.

Esperé sentada en mi camilla, no estaba atada para mí suerte, creo haber esperado una hora hasta que alguien se dignara a entrar a mi habitación. 

Por desgracia, el primero en entrar fue el bastardo de Leo. El me sonrió, como si nada pasara y me dijo que ya teníamos el alta y debíamos volver al campamento. Que habían pasado solo 2 días desde el incidente. Yo me trague sus palabras de aliento y desperté a mi hermano, ayudándolo a subir a una silla de ruedas. El me pidió que lo llevará con velocidad y competir contra Leo. Él no se negó y corrimos una carrera hasta la puerta del hospital. Perdimos, pero alegre a mi hermano diciéndole "Casi ganamos, rueditas", todos reímos y nos alegramos. Pero mi hermano todavía no podía comprender porque se encontraba en una silla de ruedas, preguntó cómo había perdido la pierna y yo le respondí "¿No recuerdas nada?", Él negó con la cabeza y yo le conté un poco. Leo parecía preocupado de lo que yo estaba diciendo, pero se le ocurrió una idea. 

—Ven Fran—Dijo él—te mostraré algo. Ven tu también, Melina.

Salimos por la puerta del hospital, en dirección a un gran roble que se paraba imponente frente a nosotros, Leo nos pidió que nos alejemos un poco y se tronó los dedos. Puso una sonrisa en la boca y extendió el brazo, cerrando los ojos. Un rayo salió directo de la palma de Leo, en dirección al roble, dejando una gran marca en eso.

Yo pregunté asombrada, solo una palabra venís a mi mente.

—Alma—Dijo incrédula.

—Así es—Respondió—Pero entre menos sepan de ella, mejor.

Mi hermanito comenzó a aplaudir y a preguntar si él podía hacer algo así, un "casi" fue la única respuesta de Leo.

Allí fue cuando dejamos el hospital, entre risas y asombro, pero también mucha duda de mi parte. Me encantaba ver a mi hermano feliz, a pesar de todo lo que había pasado anteriormente. Nuestras habitaciones se encontraban sólo a unos minutos de allí. Llegando allí a las 3 de la tarde, me había levantado sinceramente bastante tarde ese día. Leo nos guío y explicó que el grupo se encontraba en otra prueba, quise preguntar por Levi y su respuesta fue que no recordaba a ningún Levi en el equipo.

—Sinceramente, solo recuerdo tu nombre, el de tu hermano y el de Jean.

Le intente describir a Levi, dijo conocerlo pero no saber dónde se encontraba, quería soltar la idea de haberlo visto en aquel hospital, probablemente no se trataba de él. Pero tenía mis dudas.

Esperamos junto a mi hermano, a veces jugando con su silla de ruedas y otras con unas cartas que él había traído, parecía causarle mucha gracia el hecho de que yo lo llame "Rueditas". Con cada momento que cuento, extraño más al pobre de Fran. Ni siquiera tiene una tumba para ir a visitarlo. Su tumba está en mi mente.



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En el texto hay: misterios, tragedia, muerte

Editado: 10.11.2019

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