Sentía que todas mis respuestas nunca serían respondidas, que mis dudas se callarían con palabrería sobre su tal dios. Pero más que nada sentía rabia, no veía un porqué lógico a nada.
—Sobre Levi en el hospital, se puede explicar con un clon fallido—Levi miró su reloj pulsera un segundo—Al parecer, además de un bautismo necesitas un exorcista, no se a que visiones de refieres.
—Cuando Levi me detuvo de caer, lo ví, muerto—Solo pude decir eso antes de tener la necesidad de vomitar—Y si tanto quieren bautizar ¡Bauticenme a su demonio!
No pude terminar de hablar, ya que una bofetada de Leo me calló.
—Nunca ensucies el nombre del dios sin rostro con tus palabras católicas hacia lo desconocido.
—Dejala—Interrumpió Levi—No te hagas el religioso en estos momentos, espera, Leo nunca actuaría así. Leo no es más que un ateo en comparación con quién creo que eres.
—Quizás estés en correcto mi joven—Leo cambió su voz completamente—Al parecer mi jerga no fue suficiente para convencerte a ti y a está perra impura.
Al escuchar las últimas palabras, lo único que pude pensar es tener el alma de Leo, y poder dispararle un rayo, pero tuve que improvisar.
Comencé a soplar con fuerza, y un viento huracanado golpeó al supuesto "Leo" destruyendo muchos frascos de formol y dejando su cuerpo lleno de astillas.
—¿Cómo osas usar los poderes que mi amo te concedió?—Leo tenía una voz horriblemente rasposa en ese momento, como la de un anciano fumador—Perra inmunda.
—¿Amo?—Se preguntó en voz baja Levi—Así que eres el obispo Arkana.
—Bien, bien, bien—Odiaba su voz, me resultaba muy irritante—Ya sabes quién soy, ahora, ¿Quién eres tú? ¿Eres acaso aquel niño huérfano que dejó solo a su hermana por una vida mejor para él?¿O eres el que se prestó para dar su sangre por fines egoístas?¿Qué le dijiste a esta niñita, que lo usarías para darle un futuro a tu hermana, o que querías dinero en efectivo?
—Ya callate—Levi no pudo más, estalló en llanto y tomó un pedazo de vidrio roto, dispuesto a clavarselo a Leo en la garganta. Corrió hacia él y con fiereza lo asesinó a sangre fría, Leo parecía no soltar sangre, si no un líquido más bien oscuro y negro.
—¿Eres Levi al menos?—Dijo aquella criatura antes de morir.
—¡Oh, dios mío!—Grité—¡Mataste a Leo!
—Descuida—Me dijo él—Era solo un títere, el verdadero está bien. Mate a un títere del obispo.
—Pero dime—Trague saliva con miedo—¿Eres Levi, es ese tu nombre?
El se callo y procedió a besarme, su camisa estaba rota por el forcejeo y su pecho al descubierto, yo no me resisti y terminamos acostados en el piso besándonos. En un momento el intento sacarme la blusa, pero yo me negué y me levanté.
—Vámonos—Le dije.