Estaba conmocionada, mire a Levi, pensando en mi sueño, no podía dejarlo morir, quería vivir con él, era una persona muy dulce, muy fuerte.
—Casemonos—Le dije, tonta e ingenua como siempre—Si salimos de esto, te quiero a mi lado.
El se quedó en silencio un segundo y respondió con un frío "Sí", se sonrojo y me besó.
El me guío por todo el hospital, me mostró su "habitación" y la de Miki y Mei, ambas me saludaron pero no podía olvidar los sucesos ocurridos hacía ya mucho tiempo.
Nunca pensé que ese hospital se convertiría en mi hogar por tanto tiempo, Levi me contó que vivían con miedo allí, habían tapado puertas y ventanas pero de vez en cuando se filtraba el humo del alma de aquella mujer, Mei me comentó que era una sirviente del obispo, de nombre Jazmín.
Tenían miedo de no despertar cada vez que este filtraba, se estaban quedando sin provisiones y pronto alguien debería salir a recolectar de noche, cuando el humo no estaba presente, pero lo que si estaba presente era "El Sabueso", otro sirviente del obispo y el conductor del auto, un hombre enorme armado con una espada que mataba a sangre fría, tenían miedo de que Leo haya sido una de sus víctimas. El no podía entrar a la fuerza, debido a que Miki había puesto símbolos que no dejaban que los sirvientes de la oscuridad los pasarán. No podía creer que Miki y Mei fueran tan hábiles, apenas había hablado con ellas antes.
—¿Quien saldrá a conseguir comida?—Le pregunté a Levi temerosa de la respuesta.
—Yo lo haré—Dijo sin miedo—Tu hermano está lisiado e Iván todavía está débil.
—Te acompañaré—le dije, tomando una tonta decisión por el amor que sentía por él en ese momento.
—No puedes, Yo soy suficiente, Miki es vidente y me ha dicho que tú eres nuestro recurso más importante.
—No importa qué, yo iré—Me planté frente a Levi el me dió un beso en la mejilla y contestó.
—Eso no lo decido yo, Miki está a cargo aquí.
Recuerdo que fuimos a ver a Miki, quien estaba sentada en su silla en una especie de trance. Levi temió que se hubiera filtrado un poco de humo, pero resultaba ser que estaba en una sesión de videncia.
—No—Dijo con voz firme—Si alguien debe morir por nosotros, es Levi.
Este trago saliva y aceptó su destino asistiendo con la cabeza.
Yo grite, negándome rotundamente. No podía ir sin mí, no podía morir. Pero no tenía nada que hacer.
Aquél día le propuse algo un poco loco para el momento, casarnos allí mismo.
—No necesito un vestido, ni un anillo. Solo estar cerca tuyo y con las personas que amo.
—Mañana por la noche, antes de ir a buscar suministros, lo haremos—Me dijo con una sonrisa.
Todo continuó con normalidad hasta la noche siguiente, construimos un pequeño altar en el que Mei haría de Padre, Miki sería mi Dama de honor(Aunque hubiera preferido a Jean) mientras que Iván sería el padrino.
Era maravilloso, pusimos música en pequeño reproductor y bailamos juntos, nos besamos y ambos nos sentíamos en el cielo.
Luego, él partió, con la esperanza de encontrar suficiente comida.
Allí, fue cuando todo empeoró.