La Captura de Aurelian
El castillo de Lysia se alzaba ante Cecilia con toda su grandeza sombría, y su magia oscura pulsaba a través de las piedras, retumbando en cada rincón de la prisión en la que Lilith había sido confinada. Un lugar lleno de oscuridad donde el tiempo se distorsionaba, un lugar donde los gritos de los atrapados quedaban atrapados para siempre, resonando en las paredes que parecían cobrar vida propia.
Cecilia había logrado llegar hasta este lugar, sacrificando mucho en el proceso. Pero todo había valido la pena, porque al fin estaba cerca de liberar a su gemela. Sabía que esta batalla no sería fácil, que las sombras que envolvían el castillo no serían tan fáciles de disipar. Pero también sabía que debía intentar, que no podía rendirse, por Lilith, por Aurelian, por su propio ser.
Lilith, que había sido desterrada al corazón de esta prisión por Lyra tras desafiarla, permanecía inmóvil dentro de las murallas de su cautiverio. Su cuerpo estaba tan frágil como un suspiro, pero algo más profundo aún permanecía. En sus ojos, vacíos por el control de la magia oscura, había un destello de conciencia. Algo dentro de ella aún luchaba por romper las cadenas.
Al llegar, Cecilia vio la figura de Lilith, sentada en el suelo, rodeada por las sombras densas que tejían la prisión. Pero los ojos de Lilith, aún atrapados en un trance oscuro, comenzaron a parpadear lentamente, como si la cercanía de Cecilia fuera lo que necesitaba para despertar.
- Lilith,- susurró Cecilia, acercándose con pasos cautelosos pero decididos. -Soy yo, Cecilia. Te he venido a liberar.
En ese momento, la luz que irradiaba de Cecilia comenzó a disipar las sombras que rodeaban a Lilith. La energía que brotó de ella empezó a romper la prisión. Lilith, a pesar de estar aún bajo el hechizo de su tía, sintió la presencia de su gemela, una conexión más fuerte que cualquier hechizo. Lentamente, levantó la cabeza, y sus ojos se abrieron, aunque seguían vacíos de emoción.
- Cecilia...- murmuró Lilith, su voz sonando débil, como si estuviera despertando de un largo sueño. - Eres realmente tú... ¿Lo lograste?
Cecilia asintió, su corazón palpitando fuerte en su pecho.
-Sí, Lilith. Estoy aquí para salvarte.- Dijo, mientras se arrodillaba a su lado, tocando la fría piel de su gemela.
Pero había algo más. El cinturón mágico, el mismo que había estado rodeando la cintura de Selene durante tanto tiempo, ahora estaba alrededor de Lilith, haciendo más difícil su liberación.
Ese cinturón era la clave de su esclavitud, de la voluntad de Lyra sobre ella. La piedra azul que adornaba el cinturón era el núcleo de la magia oscura, y solo rompiéndolo, destruyendo el hechizo que lo mantenía unido, Lilith podría ser liberada.
Cecilia sabía lo que tenía que hacer. Se acercó al cinturón con determinación, sin dudar. Con una explosión de magia pura, comenzó a canalizar su energía hacia la hebilla, donde la piedra azul brillaba con un resplandor sombrío.
- No te preocupes,- murmuró Cecilia, - Te liberaré.
Pero, de inmediato, la magia oscura de Lyra reaccionó, un rayo de energía oscura que atravesó el aire y golpeó a Cecilia, empujándola hacia atrás con tal fuerza que hizo que se desplomara al suelo.
-¡No!- gritó, su mente llena de desesperación.
- Cecilia...- murmuró Lilith, con un tono que parecía retumbar en el aire, casi como si su alma estuviera resistiendo. -No podemos... es demasiado... la magia de Lyra es más fuerte que todo.
- ¡No!- Cecilia gritó, levantándose rápidamente, su magia volviendo a rodearla con luz brillante. - ¡No voy a dejar que te quede atrapada en esta oscuridad! ¡Lo lograré!
Una vez más, Cecilia intentó canalizar toda su energía mágica en la piedra, pero la resistencia era inquebrantable. La magia de Lyra se alzaba como una marea negra, cada vez más violenta, cada vez más controladora. Pero Cecilia no iba a rendirse.
- Por Lilith, por Aurelian, por todos los que has dejado en este castillo, ¡no me rendiré!
Con fuerza, Cecilia lanzó una explosión final de magia luminosa, y, en ese instante, el cinturón mágico se rompió. El resplandor azul de la piedra estalló, y la magia oscura de Lyra retrocedió. El control de Lyra sobre Lilith comenzó a desaparecer, y las sombras de la prisión comenzaron a desvanecerse, como si el lugar estuviera siendo despojado de su esencia oscura.
- ¡Lilith!- gritó Cecilia, con lágrimas en los ojos. - ¡Estás libre!
Lilith, ahora liberada, se levantó lentamente, mirando a Cecilia con ojos llenos de emoción.
- Lo lograste,- susurró. - Pensé que nunca saldría de aquí.
Pero en ese momento, algo más sucedió. Un estrépito de magia oscura llenó el aire, y las sombras se agitaron con una fuerza imparable. Aurelian, quien había sido presionado por la magia de su madre, emergió de la oscuridad.
- ¡Aurelian! - exclamó Cecilia, viendo cómo el joven estaba rodeado por las sombras, reaccionando a la magia de Lyra que invadía su mente.
Pero, antes de que pudiera hacer algo, Lyra apareció en la puerta de la prisión, sonriendo con furia.
-¡Lo sabía!- exclamó, sus ojos llenos de rabia. -¡Nunca lograrán escapar de mí!
Cecilia, con la sangre hirviendo en sus venas, intentó reaccionar, pero las sombras de Lyra la rodearon, aplastándola contra las paredes.
-No lo lograrás, Lyra,- dijo con voz fuerte y desafiante. -Te derrotaremos.
Pero Lyra, alzando las manos, desató una explosión de poder oscuro, y las sombras de Lysia comenzaron a envolver a las gemelas.
- No lo harán, - rió, su voz llena de maldad.
Pero en ese instante, la puerta se abrió, y las gemelas fueron liberadas. Cecilia, respirando con dificultad, se giró hacia Lilith, y ambas salieron, finalmente fuera del castillo. El aire nocturno de la noche les llenó los pulmones, como si el mundo exterior les devolviera su libertad. Pero cuando miraron hacia atrás, vieron a Lyra saliendo de las puertas del castillo con una expresión sombría.