Almas rotas

TREINTA Y SEIS

-Entonces... ¿Que hay de esa tal sofia?.- Murmuró davian manteniendo la frente junto a la de adeline, mientras que este se volvía a aguantar la risa ante los "poco" notorios celos de davian.

-Es solo la pareja del enfermero key, nada más.- Dijo adeline soltando una leve risa, para luego robarle un pequeño beso en los labios a davian.

-¿Como los conociste?.- Cuestionó davian alejándose nuevamente, para continuar con todo el show que había que hacer para que adeline comieran, porque si, era toda una odisea la de darle de comer a adeline. Cualquiera que estuviera viendo desde fuera está escena, podía notar que solo era una muestra de celos de parte del chico, pero era una muestra de celos con un solo objetivo en mente: Distraer a adeline para que comiera sin darse cuenta.

Ver a davian mostrando alguna emoción era una sorpresa para todos los que lo conocían desde antes de que entrara a ese lugar. Davian se caracteriza por tener una coraza alrededor de sus emociones, como si hubiera todo un muro protegiéndolo de las situaciones externas, y ese muro impedía que se notaran los sentimientos reales del chico, nadie podía saber a ciencia cierta que es lo que sinceramente estaba sintiendo él, por algo llevaba años escuchando voces y prácticamente nadie lo había notado. Eran situaciones horribles, que nadie debería vivir, pero davian tuvo que hacerlo, tuvo que aprender que no debía tener expresiones mientras que tenía la viva imagen de su padre golpeando a su madre, o como es que le gritaba una y otra vez que hiciera cosas que sinceramente no quería hacer, incluso no llorar cuando es que veía a su madre con sus brazos llenos de sangre, o como le gritaba pidiendo ayuda. Cada situación, visión o sentimiento estaban totalmente bloqueados en su interior, jamás dejaba que alguien pudiera notar todo el miedo, cariño, enojo o, en este caso, celos que podía estar sintiendo. Desde pequeño comprendió que las emociones eran un arma de doble filo, el llorar servía para que su mamá supiera que algo malo le pasaba, pero también servía para que su padre se desquitara a golpes con él o su madre.

Su primera regla: "Nadie debe saber cuántos demonios tenemos, solo deben ver lo que tú quieres que vean".

-Hubo una época en la que me tenían que obligar a comer de una manera un tanto brusca, pero al enfermero key no le gustaba eso, se tomaba el tiempo para no dañarme. Un día pasó demasiado rápido la hora, si lo hizo muy tarde, así que su novia sofía lo vino a buscar aquí en el hospital.- Contó adeline antes de abrir inconscientemente su boca para que davian le diera otro poco de comida, la cual se apresuró en tragar, para poder continuar hablando mientras era el turno para comer de davian.- Esa tarde se quedaron conmigo hasta que comí casi todo. Sofia se encargó de hacer figuras extrañas con la sombra de sus manos mientras contaba historias, y el enfermero key me daba la comida. Desde ese día ya nadie me obligó de manera brusca a comer, solo el enfermero key se encargaba de estar conmigo hasta que me comiera todo, pero eso pasaba solo cuando angelo no podía estar.- Aclaró adeline con una sonrisa.

-¿Como se supone que hacia las sombras?- Pregunto davian extrañado al recordar el gran comedor que hay en el hospital. Al imaginarlo, sinceramente se le hacía muy complicado encender solo una luz y tratar de hacer sombras en lo que vendría siendo solo una pared, ya que el lugar era demasiado grande.

-Con la lámpara de mi habitación. Tú no tienes porque la hiciste pedazos en la primera noche, pero en las habitaciones suelen haber lámparas davian.- Respondió adeline aguantando la risa ante la cara de sorpresa de davian. Si bien recordaba que esa lámpara la había hecho pedazos, no sabía que adeline conocía esa historia y, además, ¡¿cómo que habían dos personas en su habitación?!.- Duermo en la habitación de a lado davian, no habían muchas opciones de cosas que pudieras lanzar contra mi pared para que sonara así. Solo use la lógica.- Aclaro adeline sonriendo sin dejar que se viera el color de sus ojos, para luego abrir levemente la boca incentivando a davian para que le diera comida, ya que este parecía estar en un mini shock cuando escucho que adeline contestó uno de sus pensamientos.

-Cariño, ¿tienes algún poder curioso para leer mi mente o algo así?.- Cuestionó davian mirándolo con los ojos entrecerrados, totalmente curioso y con cierto temor ante la respuesta.

¿Como era que podía saber lo que pensaba? ¿Que cosas sabría? ¿Sabra todo? ¿Estará aterrado por sus pensamientos?

Cada una de esas preguntas atravesó la mente de davian en solo un segundo, sin siquiera poder controlar la velocidad de sus pensamientos, lo cual comenzaba a causar un creciente temor ante las posibles respuestas que podría o no darle la pequeña adeline, respuestas que podrían ser muy decisivas para la situación que estaban viviendo. Si es que podía hacerlo, y si es que le llegaba a aterrar todo lo que había en su mente, ¿cómo podrían estar juntos? ¿Como sobrevivirían a eso?

-Los ojos hablan más de lo que cualquier palabra davian.- Respondio adeline mirándolo con una leve sonrisa mientras le acariciaba una mejilla.- Conozco al chico que hay bajo toda esta coraza que creaste a tu alrededor, jamás podrías ocultarme lo que me transmites al mirarme.- Aclaró adeline mientras miraba a davian. Hay un dicho que habla sobre los ojos, algo así como que los ojos son la ventana del alma. Davian bennett jamás había sentido tanta verdad en una sola oración, hasta que pensó en ello cuando salió de los labios de adeline.



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En el texto hay: hospital, romance, tristeza dolor

Editado: 18.09.2025

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