Almas rotas

CINCUENTA Y SEIS

Mientras que la pareja se fue con el doctor brow en su oficina, en el pasillo de las habitaciones blancas se encontraban el enfermero cedrick y davian mirando la puerta de la habitación de adeline.

-No se cuanto tiempo podrás estar ahí. Por favor, cuando te diga que debes salir, sal davian.- Medio rogo el enfermero cedrick mientras se paraba junto a davian frente a la puerta de adeline.

-Dificil, pero no imposible cedrick.- Respondió davian dejando salir un leve suspiro al mirar esa puerta blanca.

-Tú puedes campeón.- Animó owen tocándole el hombro antes de alejarse porque se estaba preparando para irse con angelo hacia su terapia grupal.

-El querer es poder.- Pensó davian mirando atentamente la puerta. Fueron unos treinta minutos, quizás más, los que estuvo fuera de ese pasillo. Puede que no suene a mucho tiempo, pero para él fue una gran tortura, lo único que quería era correr hacia adeline para darle toda la seguridad que necesitaba. Conocia a su pequeña rubia, estar ahí sola debe estar matandola mentalmente, si a él lo torturó mentalmente, adeline debe estar peor, y sobre todo bajo la mirada reprobatoria que le debían haber brindando los dos mayores.

-Ya ábreme esa maldita puerta por favor davian, me poner nervioso y nisiquiera voy a entrar yo.- Medio rogo el enfermero cedrick mirando a davian atentamente.

-Estoy listo cedrick, deberías dejarme prepararme mentalmente.- Hablo davian mirando atentamente a su enfermero personal. El enfermero cedrick dejando salir un suspiro por fin deslizo su DNI para abrir la puerta frente a ellos. Y davian sin importarle nada, sin siquiera despedirse de su hermano mayor, entró como un rayo en la habitación donde estaba la pequeña rubia. Recibiendo una leve sonrisa por el cuerpo que estaba medio sentada en la camilla, se acercó con más cautela para poder sentarse en un lado de adeline, sobre el colchón, antes de tomarle el rostro entre sus manos para limpiarle con delicadeza las lágrimas que caían por ese bello rostro.

-Ya estoy aquí pequeña...- Susurro davian juntando sus frentes mientras le acariciaba las mejillas.- Soy yo adeline, ya llegue...- Hablo davian sin separar su rostro de adeline como si estuviera trasmitiendo le seguridad.

-Lo siento tanto...- Susurró adeline comenzando a llorar fuertemente a la vez que abrazaba con fuerza a davian sin prestarle atención al dolor que le dio en el brazo por la aguja que estaba ahí.

-No hiciste nada malo pequeña.- Aseguró davian abrazándola con fuerza pero delicadeza a la vez.- Te juro que no hiciste nada malo pequeña.- Murmuraba davian aferrándose al pequeño cuerpo de adeline.

-Te dañe... Te hice daño...- Susurraba adeline entre lágrimas y pequeños cortes de voz. Sin saber que hacer davian se mantuvo abrazandola por unos buenos minutos mientras que la más baja se desahogaba. Comprendiendo que en realidad esto no estaba funcionando muy bien, se alejó unos centímetros para volver a firmarle el rostro y así comenzar a besarla lentamente. Fue un beso lento, delicado, y que trataba de trasmitir todo el amor que se tenían el uno al otro. Davian se encargaba de mover sus labios con total delicadeza mientras afirmaba la cara de su pequeña, mostrando que esto no era un beso cualquiera, era un beso que detonaba, que para davian, adeline era su vida entera. Manteniendo sus cabezas inclinadas por el beso, adeline se alejo solo unos centímetros, los suficientes para hablar y que sus labios rozaran con los del chico.

-No quiero dañarte...- Hablo adeline mirando los ojos de davian mientras tenía la respiración levemente agitada.

-Entonces jamas me abandones morgan adeline.- Respondió davian con una sonrisa sin alejarse de ella.

-¿Y si nos dañamos mucho?...- Preguntó adeline con terror recordando sin querer el accidente de cuándo davian la golpeo también.

-Adeline... Si vuelvo a dañarte, seré yo mismo quien me auto castigue por herir a mi ángel.- Aseguró davian volviendo a abrazarla para que se sienta segura.

-Quedate conmigo siempre...- Hablo adeline abrazando a davian con la poca fuerza que tenía en su pequeño cuerpo.

-Me quedare siempre que me lo permitas y no te dañe.- Aclaró davian mientras le acaricia la espalda a adeline para que se calmara.

-Mi davian no es idiota, no me dañaría otra vez.- Aseguró adeline con una leve sonrisa mirando a davian.

Callala

-No, no, no...- Hablo davian en su mente para no perder la cabeza cuando su pequeña rubia más la necesitaba.

Solo yo tengo el derecho de llamarte asi con ese tono meloso

-Es mi pequeña...- Susurró davian mirando atentamente a adeline.

¡Solo yo debo ser importante para ti, Davian bennet!

Así como empezó la voz, también se calló. No lo había notado hasta que sintió los esponjosos labios de adeline nuevamente sobre los suyos. No sabia que había pasado, no sabia el porque inicio esa voz en su cabeza, no entendía el porque su madre sonaba tan enojada, pero si sabia lo que estaba ocurriendo justo ahora: adeline lo besa, adeline la callaba.

-Solo somo tú y yo... Mirame a mi...- Susurró adeline con cierto temor mirando suplicante los ojos de davian.

-Si... Solo somos nosotros dos...- Aseguró davian ocultando la cara en el cuello de adeline mientras la abrazaba con un poco más de la fuerza necesaria.



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En el texto hay: hospital, romance, tristeza dolor

Editado: 02.10.2025

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