Almas rotas

CINCUENTA Y NUEVE

-Lamento haber tardado tanto pequeña...- Susurró davian alzando la mano de adeline para acercarla a sus labios y darle un pequeño beso en el dorso de la mano.- Gracias por permanecer aquí conmigo...- Hablo davian casi con la voz apagada por el cansancio.

-Lo importante es que regresaste davian... Y que yo siempre estaré aquí para ti.- Aseguró adeline aún dejando que algunas lagrimas cayeran por sus mejillas. De solo imaginar que podría haber perdido al chico su corazón se encogía, se apretaba en su pecho, le dolía en demencia pero al poder verlo ahí otra vez, manteniendo ese brillo en sus ojos, le traía una paz que jamás espero sentir con tan solo una mirada. Por fin podia relajarse al ver que davian no había retrocedido todo lo que les había costado tanto avanzar hacia la recuperación.

-Tengo un problema adeline...- Susurró davian mirando atentamente la mano que tenía afirmada de la pequeña rubia con un poco de dificultad davian se acomodó quedando recostado de lado sobre la camilla, apegado a uno de los extremos para poder hacerle un espacio al pequeño y delicado cuerpo de la pequeña rubia. Dando unas palmaditas sobre el colchón, adeline comprendió lo que quería, así que en cuestión de segundos se estaba acomodando junto a davian quedando frente a frente para poder observarse cada segundo que estuvieran juntos, buscando la paz y resguardo en la existencia del otro. Los ojos de davian a pesar de no haber sido absorbidos por la total oscuridad con la que habia llegado al hospital, si se notaban un poco mas apagados, pero no era como antes, ahora se veían tristes y cansados, no molestos con la vida como los describía mentalmente adeline. No era necesario que davian hablara para que la pequeña chica rubia supiera que había pasado algo mientras no estaban juntos, se podía notar, incluso un pequeño destello de duda y terror en esos ojos que tanto amaban ver a morgan adeline.

-¿Tuviste pesadillas mientras estabas inconsciente?...- Preguntó adeline en un susurro ya que estaban tan cerca que no era necesario hablar más alto mientras le acariciaba el cabello.

Ojalá, penso davian, ojalá hubieran sido solo unas horribles pesadillas sin sentido, pero era horrible comprender que fueran o no pesadillas, tenían mucho sentido con todo lo que había pasado en su infancia. Infancia que de por si había sido horrible, no era necesario agregarle más situaciones que la volvieran aún peor de lo que claramente era posible. Solo fue cuestión de segundos para que davian comenzara hablar, le relató cada uno de los recuerdos que habían llegado a su cabeza mientras estaba desmayado, inclusive todo lo que dijeron las voces en su interior, porque era adeline, y sabía que podía hablar cómodamente respecto a sus problemas, sabía que juntos podrían solucionarlo de alguna manera, aún que sea solo para sentirse más relajado al poder sacarlo de su interior, porque comprendían que ellos no tenían un poder místico para poder borrar el pasado, pero por lo menos podían aligerar la carga y no vivir cargando con eso toda la vida. Así como davian habló sobre todo, adeline no se contuvo tampoco, le contó cada una de las veces en las que la señora bennett lo sacaba de su casa jalandole el cabello, las bofetadas, los insultos, las amenazas, e incluso la vez que hizo que cayera para poder darle unas cuantas patadas. Quiso omitir las veces en las que la mujer iba a hasta su casa y le inventaba historias a su padre sobre los supuestos planes para escaparse, solo con el objetivo de que su padre la encerrara y no se acercara más a davian pero no pudo, davian fue sincero, así que él también lo sería y no se guardo ni una sola situación vivida con aquella mujer por muy terrible que haya podido ser. Davian sabía que las posibilidades de que su madre si hubiera hecho todo lo que recordó fueran totalmente ciertas, pero esperaba, deseaba que no lo fueran. Sintió como es que su corazón se partió en dos, amaba a su madre y trataba de ponerse en su lugar, pero ¿en que cabeza cabia que una mujer, una madre, tratara de tan horrible manera a una pobre niña que ya sufria más que suficiente maltrato?.

-Lo siento tanto...- Susurró davian acercándose lo suficiente a adeline para poder abrazarla con un poco de fuerza como si pudiera desaparecer de sus brazos en cualquier momento.

-Jamás te culpe... Y dudo mucho que alguna vez lo haga. El día en que te defendi de mi padre pensé muchas cosas, y entre ellas estaba la clara posibilidad de que tú no supieras lo que pasaba... Por eso jamás te hablé sobre ello, no quería involucrarte en una situación en la que tuvieras que escoger entre tu madre o yo davian.- Aclaro adeline mientras acariciaba a davian mientras aguantaba sus ganas de llorar.

-No se que hice para merecer te en mi vida adeline... Pero le agradezco a todos los dioses por hacer que estuvieras conmigo a pesar de todo...- Aseguró davian sin dejar de abrazarla a la vez que comenzaba a ser correspondido por la pequeña rubia.

Durante el resto del día permanecieron abrazados, durmiendose y despertándose a ratos, cuando venían a dejarles comida o los medicamentos. Por ese día, el doctor lucca brow dejó que ambos solo se dedicaran a descansar el uno con el otro, no quiso exigirles demas a ninguno de ellos, que ya estaban lo suficientemente cansados y estresados por la situación vivida. Davian se había desmayado por un colapso producido por esforzarse y torturarse al tratar de atraer las voces en su interior, voces que lo hicieron analizar parte de su vida que claramente era más complicada de lo que recordaba, y adeline había salido de una una crisis al ver a andrea, solo para quedarse totalmente despierta y junto a davian todo el tiempo en el que habia estado inconsciente. Ambos chicos ya habían pasado por mucho, merecían solo estar ahi sin tener que darle respuestas a su doctor. Fue un día totalmente tranquilo, ambos chicos solos, cuando uno despertaba y el otro no, solo se dedicaban a verse y acariciarse las mejillas o acomodarse el cabello para poder despejarse los rostros. Ya no pensaron más, dejaron salir todo durante la charla que habían tenido poco después de que davian abriera por fin los ojos, ahora solo les quedaba descansar y recuperar las energías perdidas. Llenándose y reconstruyendo su corazón con todo el amor que desprendían el uno por el otro. Davian no volvió a escuchar las voces, solo se centro en poder apreciar al pequeño cuerpo con cabello rubio y ojos azules, imaginando el futuro que les esperaba, buscando solo la felicidad de aquí en adelante. Por otra parte, adeline estaba de manera similar, no se estaba preocupado por comer o no comer, por abusos o no, solo se concentró en la existencia del chico junto a él, de lo hermoso y perfecto que era, de como su cabello había crecido en este tiempo y como sus ojos volvían a tener ese brillo que tanto les había costado conseguir. Estaban seguros el uno con el otro, sabían que habían ganado la batalla de ese día y que continuarían ganando las que siguieran a esta, por que admitían que estaban locos, y los locos tienen batallas que ganar diariamente contra sus locuras.



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En el texto hay: hospital, romance, tristeza dolor

Editado: 02.10.2025

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