Capítulo 1
La fuerza que acababa de efectuar el Balar en aquel empujón había sido demasiada.
Mi espalda chocó con un bloque de cemento, incluso juraría que escuché el crujir de mis huesos, pero no podía quedarme ahí. Me levanté lo más rápido que pude mientras el Balar estaba distraído buscando mi paradero, tenía unos cuantos minutos antes de que me encontrará y aprovecharía cada segundo.
Giré mi cabeza rápidamente para estudiar el lugar; mis ojos ya se estaban acostumbrando a la oscuridad, pero aún me era dificultoso ver perfectamente y esa era la ventaja del Balar, de algo le servía tener tres ojos ¿no?
Roté la cabeza a mi izquierda y lo ví, una ventana. Estaba ubicada en una pared no muy lejos de mí, pero tenía que correr y esperar que el Balar no me viera antes de que llegara a ella. La ventana no era más que un cuadrado de 30 centímetros por lado y estaba como a tres metros del suelo. Pero a pesar de ser pequeña era mi única salida, mi única oportunidad, mi única esperanza.
Corrí con todas las fuerza que tuve para llegar a ella, corrí como nunca lo hice. Llegué a la pared donde estaba la ventana, ahora solo tenía que subir a ella y afortunadamente la suerte estaba de mi lado. Una pequeña montaña hecha con muebles deshechos procedentes de la misma fábrica estaban ubicados enfrente de mi y daban un acercamiento a la ventana.
Ahora solo faltaba subir por mi cuenta y la única ayuda que tenía eran mis manos y pies. Si tan solo Jadiel estuviera aquí para ayudarme.
No. Rayos.
No tenía que pensar en él. El acababa de traicionarme entregándome al Balar y yo pensando en él, realmente a mi mente le gustaba hacer bromas de mal gusto. Pero... Dolía, su traición dolía más que todo aquellos golpes que acababa de recibir y vaya que dolían.
<<Y qué esperabas, si el dolor de un corazón roto duele más y siempre dolerá más que un dolor físico>>
Cité las palabras que me dijo hace unas noches. Aquel momento había sido tan perfecto que no quería sepárame nunca de él, me hizo pensar dejar todo para estar con él. Pero esto era lo que me ganaba, un corazón roto y mi posible muerte.
Empecé a tratar de escalar por medio de la mini montaña, solo me tenía que concentrar en evitar caer por la inestable pequeña colina. Las maderas rotas chocaban con los metales con cada paso que daba y me acercaba a la ventana. Solo unos cuantos pasos más y estaría a salvo. Estire mis manos para alcanzar la ventana hasta que sentí como algo me golpeaba y aventaba por los aires. No faltó no un sonido para que lo comprendiera.
El Balar me había encontrado.
Mis ojos se cerraron inconscientemente y no se abrieron hasta después de que sentí como me estrellaba en el suelo mohoso haciendo que mi cabeza rebotara del impacto. La única esperanza que tenía se desvaneció frente de mi,ya no tenía fuerza y la verdad no estaba completamente segura de querer seguir luchando. La primera imagen que mis ojos detonaron fue el Balar caminado hacia donde yo estaba. Mi visión era borrosa, por lo que no identificaba a que distancia estaba, pero sabía que no estaba muy lejos. Ahora el tiempo corría demasiado lento o tal vez mis pensamientos demasiado deprisa.
Y surgió, como una corazonada. Como una voz que te lo repetía en un susurro, que sabes que algo sucederá aunque te intentes jactar de lo contrario.
Iba a morir.
Mi visión se comenzó a volver borrosa gracias a las lágrimas que querían empezar a salir de mis ojos. Pensarlo ya de por sí era demasiado difícil, pero ahora tenía que asimilarlo, que no había más, sería mi final. Como todo ser humano siempre supe que moriría algún día; pero siempre imaginé que ese momento llegaría cuando fuera anciana . Imaginaba que mis últimos días pasarían felices, en mi casa con el amor de mi vida, algunos niños corriendo de un lado a otro que me gritaran:
¡abuela, abuela!
Un día cuando mi vida hubiera sido hecha y deshecha, después de haber aprendido a vivir, haber gozado todos los momentos felices y haber llorado en los malos. Pero esto no era nada parecido a lo que yo alguna vez imaginé. Nunca pasó por mi cabeza que moriría demasiado joven en manos de un monstruo que nunca hubiera imaginado que existía; y aunque ese era mi destino no lo quería. Pero las cosas casi nunca salen como queremos o al menos en mi caso, no.
Una lágrima cayó por mi mejilla trayendo consigo una palabra.
Jadiel
De alguna manera un parte de mi seguía esperando que apareciera, limpiará mis lágrimas con sus dedos y me dijera que todo iba a estar bien, que él no dejaría que nada me sucediera y me protegería como siempre lo hacía.
Pero, no volvería a escuchar esas palabras, ni ver esa linda sonrisa que me contagiaba felicidad. Tampoco volvería a oír su profunda risa ocasionada por burlas dirigidas a mi. No volvería a oler ese aroma a frutos silvestres que llenaba el aire y lo distinguía. No sentiría de nuevo sus brazos alrededor de mi haciéndome sentir como en casa. No le recriminaría por ser tan arrogante y engreído. No me volvería a perder una vez más en esos ojos azules tan profundos. No volvería a besarlo, porque simplemente no lo volvería a ver y el no me volvería a ver.
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Editado: 20.11.2018