Primera vez que no sentía incomodidad al encontrarme al lado de un desconocido, de hecho, lo estaba disfrutando. Habíamos subido a su coche y aunque la situación pudo haberse tornado embarazosa debido a que ninguno de los dos nos conocíamos, me sorprendió ver lo fácil que me resultaba hablar, lo sencillo que parecía todo...
La música de su auto estaba a volumen bajo y al observar por el espejo retrovisor de la puerta exterior, fui consciente de mi sonrisa: lucía feliz, realmente feliz. Me percaté además que la energía entre los dos se sentía más fuerte que nunca.
—¿Sabes? —expresó Karan con su mirada fija en el camino —. Creo que nuestro encuentro fue una serendipia.
—Es un término bastante dulce —Estudié sus facciones. Su perfil era asimétrico, confiriéndole un aspecto digno de un premio—, ¿O quizás lo digas por la gran suma de dinero que tienes en el bolsillo en este momento?
Él sonrió de lado, pero no dejó de observar la vía por la que pasábamos.
—El dinero no es más que una compensación material —Explicó mientras girábamos por una esquina—. Esto en cambio, es un encuentro afortunado.
Quisiera haber podido explicar con razones lógicas lo que me produjo su comentario, porque confirmaba lo que yo sentía también. Algo dentro de mí me indicaba que esto era apropiado, correcto, que así era como siempre estuvo destinado a ser.
—Sólo bromeaba... —Busqué el volumen de la radio y lo aumenté sutilmente —. Pero entiendo lo que tratas de decir, también lo siento de ese modo.
—Lo sé —Me dedicó una rápida sonrisa—. Y ahora que tengo dinero, te sorprenderá el lugar al que planeo llevarte. Estoy seguro que te encantará.
—No puedo esperar entonces —comenté con entusiasmo, deseaba saber a dónde quería llevarme.
Canté en voz baja la letra de la canción que se reproducía en la radio en aquel momento y al inspeccionar a mis alrededores me di cuenta que estábamos frente a Housing Works Bookstore Cafe¹.
Karan bajó del auto, acomodó su abrigo y se acercó a mi puerta para abrirla, me ofreció su mano y en cuanto mi extremidad hizo contacto con la suya, tuve que contener el aliento. Vi como él cerraba sus ojos por un momento y me pregunté si también era consciente de la extraña electricidad a nuestro alrededor.
Nos dirigimos hacia la entrada del famoso café, aún tomados de la mano. Cuando nuestro contacto finalizó, la energía disminuyó ligeramente. Los millones de cuestionamientos que todo aquello me causaba, se arremolinaban en mi interior como un montón de hojas secas. Necesitaba entender qué era, porque a pesar de que se escapaba de mi razonamiento y de mi completo control, se sentía... tan correcto.
El café bar era icónico, muchos extranjeros venían hasta aquí sabiendo de antemano que se trataba de una enorme biblioteca que en su mayoría había sido donada. Además, gran parte de las ganancias eran enviadas a entidades que trataban personas que padecían el virus del VIH. Era un lugar muy interesante al que siempre había querido venir, sólo que la oportunidad jamás se me había presentado.
Karan señaló una mesa y asentí. Era un buen lugar para sentarnos; después de todo la sección de libros de arte se encontraba justo detrás. Pude darme cuenta de que se le escapaban varias miraditas a aquellos libros. No podía culparlo en absoluto.
—Estoy gratamente sorprendida. —dije con completa sinceridad.
—Pensé que sería un buen lugar para ti.
—Eres muy atento, te lo agradezco.
—Amelie —El tono de su voz me obligó a verlo a los ojos —. Leí tu libro anterior y quería preguntarte algo al respecto...
Crucé la pierna, estudiándolo con interés. Sus comentarios me parecían inteligentes, así que me preparé para lo que deseaba preguntarme.
—Con gusto resolveré tus dudas.
Él se inclinó hacia adelante, apoyando sus codos sobre la mesa mientras entrelazaba sus largos y elegantes dedos.
—La escena en la que el ángel regresa a la tierra después de aquella batalla sólo para ver al amor de su vida quien, por cierto, era humana... ¿En qué fecha fue creada?
—Hace alrededor de dos años.... Ese capítulo curiosamente lo escribí a mano —respondí con extrañeza —. ¿Por qué me lo preguntas?
—¿Me creerías si te dijera que antes de leer tu obra había dibujado la escena con completa exactitud? —Hizo una pequeña reverencia saludando a la chica que se acercó con la carta de bebidas.
Abrí los ojos con asombro. No podía creer que pasara nuevamente. O Karan me estaba mintiendo para atraer mi atención, o algo realmente extraño estaba sucediendo aquí, ¿pero qué demonios podía ser?
Él me seguía observando, como si me estudiara. Sus ojos oscuros parecían leer cada pequeño gesto. Pude percibir un tenue cambio en la energía, algo que no terminé de discernir y que fue opacándose de forma perceptible, como si una cortina de humo hubiera aparecido de pronto nublando la exacta de lo que intentaba comunicarme.
—No es posible que pase de nuevo... La portada de mi libro la soñé y tú la retrataste con exactitud —Fue lo único que pude responder mientras le dirigía una mirada escéptica.
Eso pareció llamar su atención. La energía entre los dos se hizo intensa, tanto que tuve que desviar la mirada. Probablemente había hablado de más, pero en esta situación nada parecía tener el más mínimo sentido.
—¿Soñaste... mi pintura? —Entrecerró sus ojos y su inspección en mí se acentuó. Podía sentir como si una parte de mí estuviera abriéndose, floreciendo ante su vehemente contemplación.
Asentí recordando el sueño con claridad, el paisaje, los tonos, el risco... Todo aquello que yo había imaginado él lo había plasmado, él lo había visto también.
—¿Crees que sea una coincidencia? —Karan pareció romper el contacto visual cuando la chica se acercó a tomar nuestro pedido —. Me gustaría tomar un chocolate caliente, por favor.