AMELIE
"Lo veía a lo lejos caminar. Sus pasos eran firmes y decididos, pero en su rostro había duda y preocupación. Lo noté pálido, incluso con el poco tiempo que tenía de conocerlo, sabía que no se encontraba bien.
Llevaba consigo una maleta de viaje, su expresión concentrada y rígida me indicaban que algo estaba inquietándolo. Observó su pasaporte y se acercó al contador para hablar con la chica.
No me encontraba allí realmente, no sentía mi presencia en el lugar. No podía desplazarme a voluntad, era una simple espectadora.
Lo siguiente que vi fue la enorme cabina de un avión, las personas entraban una a una mientras otros pasajeros acomodaban sus equipajes de mano en los compartimientos superiores. Lo vi allí sentado, observando la pantalla frente a él. Deseaba acercarme, pero lo único que podía hacer era verlo desde la distancia.
Me había convertido en un fantasma.
Lo siguiente que sentí fue el despegue, todo estaba tranquilo, las personas estaban inmersas en las diferentes actividades que realizaban. Karan en cambio limpiaba el sudor de su frente de tanto en tanto. No parecía ver nada en particular, simplemente estaba allí, como si sufriera, como si pensara...
El vuelo fue turbulento, el capitán lo había pronosticado de ese modo. Lo que él ignoraba, era la falla que existía en uno de los motores. Intenté de inmediato avisarle a alguna de las azafatas, pero ninguna de ellas parecía verme, nadie podía oírme, nadie...
La frustración se adueñó de mi sentir, mis ojos se llenaron de lágrimas y el miedo me consumió cuando vi a Karan ponerse los auriculares con suma tranquilidad, completamente ajeno a su destino, a lo que estaba a punto de suceder.
Intenté golpear algo, lo que estuviera más cerca de mí: la ventana, la puerta de emergencia, incluso intenté gritar, pero el ruido era insonoro, mis gritos y golpes carecían de significado, todo era en vano. Me encontraba ahí como una simple alma angustiada e inútil, destinada a conocer el futuro, sin tener la más mínima oportunidad de cambiarlo.
Qué maldición resultaba en este momento el don de la premonición.
Caí de rodillas golpeando el suelo con fuerza, mi llanto se intensificó, el miedo hizo eco en mi corazón que latía desaforado, temeroso, aterrorizado.
Me levanté una vez más con mis puños apretados con fuerza, dándome el valor necesario para romper aquella invisible prisión en la que parecía habitar. Mi determinación fue tan fuerte, que logró quebrar los muros que me retenían. Mi mirada se dirigió a Karan de inmediato y cuando quise dar un paso para alejarme de allí; funcionó. Sintiendo mi libertad corrí a toda velocidad por el estrecho pasillo hasta él, necesitaba que me escuchara, necesitaba que diera aviso al capitán para que pudiera realizar un aterrizaje de emergencia. Creía tanto en nuestra conexión que estaba segura que si alguien podría verme, era él, él podría sentime.
Cuando me acerqué, Karan no pareció sentir mi presencia, no dio señal alguna de reconocimiento. Toqué su brazo preparada para recibir la descarga eléctrica propia de nuestro contacto, pero nada ocurrió; no había energía a nuestro alrededor, no sentía nada.
Karan tampoco respondía a mi toque, no podía verme. Me puse de rodillas frente a él llorando, no podía creer que estuviera pasando esto, no podía creer que no fuera capaz de hacer algo al respecto. No podía asimilar que iba a morir y yo sería la espectadora de su muerte.
El avión se sacudió con brusquedad y lo siguiente que sentí fue calor, muchísimo calor. La escena cambió drásticamente y mis sentidos en completo estado de alerta sólo pudieron distinguir humo, cenizas, escombros y pasajeros sin una gota de vida en sus cuerpos. Todo estaba siendo consumido por las llamas que parecían arrasar con todo lo que estuviera a su paso. Ver tanta muerte alrededor me conmocionó.
En poco tiempo todo se extinguiría.
Busqué a Karan con el terror invadiéndome, estaba temblando, no sabía cuánto soportaría estar allí de pie. No podía verlo, no lo encontraba entre los restos de la nave. Caminé por encima de vidrios rotos, de puertas destruidas, de cadáveres... El calor estaba presente allí, aún había llamas. No sentía la toxicidad del aire, mi cuerpo estaba ahí, pero nada podía hacerme daño.
Nada excepto la inminente muerte de Karan.
Cuando finalmente lo encontré, reconocí su ropa. Estaba cubierto de sangre, no podía ver su rostro, porque estaba completamente calcinado. Una mezcla de residuos, sangre y cenizas. Sus piernas estaban en el mismo estado, incluso partes de él ya no existían, sólo quedaban sus rezagos.
Grité, grité hasta que desgarré mi garganta, hasta que ya no quedaban fuerzas en mi cuerpo, en mi voz...
Grité hasta que el fuego terminó de consumirlo todo..."
Cuando desperté, lo primero que pude ver fue la expresión aterrada de Leah, jamás la había visto de esa manera. Respiraba con rapidez, tenía sus ojos oscuros completamente abiertos, desesperados. Ella me sacudía, con sus manos aferradas a cada lado de mis brazos, intentando hacerme salir del estupor del sueño.
Intenté respirar, pero me estaba ahogando, no podía detener el llanto, no podía olvidar la imagen de Karan completamente deshecho. Cerré mis párpados con fuerza deseando que desapareciera, pero todo lo que mis ojos podían ver era su rostro calcinado repitiéndose una y otra vez...
Los sentimientos eran tan reales, tan intensos que deseaba arrancarme el corazón. Quería salir de mi cuerpo y abandonar todas aquellas vívidas sensaciones que estaba experimentando. Golpeé mi cama aún tan afectada como si todavía me encontrara en ese lugar.