Karan se veía tranquilo, su exterior demostraba seguridad, pero podía sentir temor en la vibración de la energía que nos rodeaba, en la forma en la que su extremidad se aferraba a la mía.
Lo observé con interés, quería entender qué estaba pasando, por qué estábamos experimentando todos aquellos sucesos tan sumamente inquietantes y carentes de sentido.
Además... quería saber qué le había dicho a Leah.
—¿Te parece bien si primero llevamos a Amelie a su habitación? Creo que allí estará un poco más cómoda —Sugirió Karan. Ignoraba si lo hacía para ganar más tiempo, o si era simplemente amabilidad. Mi corazón parecía indicarme que era lo segundo.
—Eres un chiquillo escurridizo —Leah dirigió su atención a la cocina, supuse que algo estaba por terminar de cocerse.
—No. —Mi voz fue tan clara y decidida que ambos me observaron con desconcierto—. Ya pusiste excusas antes, habla aquí y ahora. Me siento mejor así que da igual donde estemos. Empieza de una vez, Karan.
Leah me dedicó una sonrisa, sabía que le agradaba cuando tomaba el control de la situación.
—No iré a ningún lado —Aseguró Karan sin perder la calma—. Sé que no confían en mí, pero espero que después de escuchar esto lo comprendan.
—Habla de una buena vez — Insistí.
Leah puso los ojos en blanco. La corriente cambió entonces y pude percibir inseguridad. Moví mi dedo pulgar sobre su mano en pequeños círculos intentando de esa forma infringirle valor. Él simplemente observó el gesto y las comisuras de sus labios se elevaron sutilmente.
—Existe una leyenda muy poderosa que habla sobre dos seres creados por una gota de rocío proveniente de una mítica flor... —Karan tomó la peonía que descansaba en mi regazo y al hacerlo esta se iluminó —. Esta planta es justamente conocida como la flor de la prosperidad y la abundancia. Pero en este color... simboliza el amor, la unión y la conexión.
—Es cierto, sé que suelen usarlas en matrimonios —La peli-negra parecía interesada en el tema.
Karan asintió.
— ¿Como es que brilla cuando la tocas? —pregunté estudiándolo con interés—. ¿Qué significa?
—Significa que nosotros somos dos partes de la misma gota de rocío proveniente de esta planta — Giró entre sus dedos el tallo—. Lo que significa que somos Llamas gemelas.
—¿Llamas gemelas? ¿que no era "Almas Gemelas"? — cuestioné arrugando el entrecejo. Jamás había escuchado ese concepto.
—Muchas personas suelen confundir los términos, las Almas Gemelas no están netamente ligadas al amor romántico, pueden presentarse en distintos tipos de relaciones: amigos, hermanos, padres, familiares, incluso sí, parejas —Humedeció sus labios antes de continuar—. Es una conexión muy especial, pero diferente a la que tenemos nosotros... las Llamas Gemelas sí que están sujetas al amor romántico, y por ende sólo estamos relacionados con una persona en específico.
Su mirada viajaba de Leah a la mía mientras daba la explicación, pero en aquel punto permaneció con sus ojos chocolate oscuro clavados en los míos. Tragué saliva.
—La leyenda dice eso exactamente, pero luego...
—Espera... —Interrumpí a mi amiga —. Tengo muchas preguntas Karan y creo que comprenderás por qué —Él asintió, su rostro estaba lleno de comprensión aunque bajo aquella cordialidad había cansancio —. ¿Según eso por qué se iluminarían las peonías con nuestro toque?
—Las peonías son las creadoras de las Llamas Gemelas, por eso reaccionan al encontrar un alma que provenga de ellas. Tú lo eres, también yo. Es reconocimiento —Sus dedos se desplazaron a la punta del pequeño tallo —. Tócalo conmigo —Me indicó.
Hice lo que me pidió y con mi dedo índice y pulgar tomé el tallo mientras él la sostenía. Nuestras manos se rozaron y la flor entonces brilló con mucha más intensidad. Cerré los ojos concentrada en la sensación y pude verme a mí y a Karan frente a un prado repleto de estas plantas. La sensación fue de deja vú, como si ya hubiera tenido esta conversación antes. Su rostro no era el mismo, ni el mío... pero sabía que era él, estaba completamente segura de eso.
Cuando abrí los ojos, él estaba mirándome. Mi respiración se aceleró mientras ambos sosteníamos la flor y entonces pequeños destellos aparecieron, llenando el aire, era como tener brillantina alrededor. Pequeñas estrellas resplandeciendo en rosa y plateado.
—Demonios... Creo que en todo mi tiempo conviviendo con historias fantásticas, jamás pensé que presenciaría una —comentó Leah entre extasiada y estupefacta.
Solté la peonía viendo a mi perro confundido con la cantidad de partículas que volaban alrededor. La flor dejó de brillar tan intensamente, pero aún permanecía iluminada gracias al toque de Karan.
—Cuando toqué la flor... te vi... nos vi en un prado —expresé con confusión en la mirada.
—Estás despertando... —Él me sonrió con ternura dejando sobre la mesa la pequeña planta que parecía más viva que nunca.
—Lo que significa que... no morirá, ¿verdad? —Leah parecía suplicante. Karan la miró fijamente, apretando los dientes.
—¿Qué? ¿Morir? ¿Como que...? ¡¿Voy a morir?!
—No. —La respuesta de Karan fue contundente—. La leyenda dice que estamos destinados a encontrarnos, es por eso que sentimos esta especie de energía a nuestro alrededor, Amelie. Se le llama "fuente" y es nuestra energía vital —Comenzó a explicar, se le veía tenso—. Esta fuente permanece dormida hasta que nos encontramos. A partir de allí tenemos una especie de carrera contra el tiempo para que ambos despertemos completamente, recordando nuestras vidas pasadas, descubriendo quiénes éramos y quienes somos. Tenemos que traer a la luz nuestras almas del pasado.
—¿Yo... te conocí en vidas pasadas? ¿Es lo que acabo de ver? —Sabía la respuesta a mi propio cuestionamiento. Lo que había dicho Karan explicaría la visión y la sensación de conocerlo que experimentaba cada vez que lo veía. Estaba tan confundida que más y más preguntas se acumulaban con fuerza en mi mente. Ahora me encontraba asustada, escéptica, confundida, no sabía qué rayos era todo esto y por qué terminé metida en aquel embrollo.