Karan me llevó a la habitación rato después, me convenció de que era lo mejor para mí así que accedí. Estaba preocupada por él ya que sabía que estaba exhausto producto del largo viaje que había tenido.
Él no era un chico que se aprovechara de las circunstancias, era bastante respetuoso. Ni siquiera se tumbó junto a mí en la cama; permaneció sentado en el asiento junto a ella, observando nuestras extremidades juntas. Tal vez para muchos tomarse de la mano no fuera algo significativo, pero para nuestra conexión era tan importante, y en algún punto tan íntimo, que realmente me hacía sentir cerca de él.
—¿Por qué no simplemente te recuestas aquí? —Le hice espacio, sabía que estaba somnoliento, así que lo mínimo que podía hacer era darle algo de comodidad.
Él me observó con atención, no sabía si era por sus costumbres o simplemente timidez de su parte.
—¿Estás segura? —preguntó con inseguridad.
—Karan, estás cansado, sólo hazlo, no me molesta...—Di dos pequeñas palmaditas en el espacio vacío invitándolo a unirse a mí—. No recuerdo exactamente qué hice en mis vidas pasadas, pero te juro que no voy a aprovecharme de ti en esta.
Karan rio, se veía tranquilo, su rostro reflejaba lo que mi corazón sentía. Eran tan distintos los contrastes de la madrugada anterior con el momento presente... La angustia, el miedo, el vacío, toda la tristeza que había experimentado se esfumaron, siendo reemplazados por una sensación de plenitud que envolvía todos mis sentidos.
Estar con Karan era sublime...
Él se tendió junto a mí y la curiosidad de pronto me golpeó como un rayo, ¿qué pasaría si lo abrazaba estando de esta forma? ¿Esta posición cambiaría en algo lo que sucedería?
Me mordí el labio y me acerqué a él, creí que me rechazaría pero supo leer mi intención, así que dejé mi cabeza descansar en su amplio pecho y permanecí allí disfrutando de su contacto y su calidez.
Solía pensar que cierto estilo musical me producía paz, pero había sido antes de escuchar los latidos de su corazón. Supe de inmediato que no habría melodía más hermosa que esta. Cerré los ojos, simplemente disfrutando, no lo conocía, pero todo se sentía tan correcto...
Si habíamos nacido para estar juntos, esperaba que siempre fuera de este modo.
Karan permaneció tranquilo, abrazándome por la espalda. La energía crepitaba a nuestro alrededor con fuerza y cuando abrí los párpados me di cuenta que estábamos cubiertos de pequeños brillos; una lluvia de colores danzantes a nuestro alrededor.
Abrí la palma de mi mano intentando tocar alguna de las pequeñas estrellas.
—¿Por qué ocurre? —pregunté maravillada.
—¿Has escuchado alguna vez que todos los seres vivos poseemos auras de distintos colores? —Su respiración era pausada y su voz estaba cargada de sabiduría. Él estaba tan lleno de misticismo, de conocimiento...
—Para mi novela usé colores representando los distintos ámbitos de la vida de la protagonista, ¿podría ser lo mismo?
—Es similar... —respondió jugando con mi cabello—. Tenemos colores alrededor de nosotros, algo que sólo pueden ver las personas que tengan más afinidad a lo psíquico. Lo que se muestra ahora en forma de estrellas son los colores de nuestras auras mezcladas. Cada color indica un sentimiento, ¿ves los brillos rosa? Según lo que sé, indica amor incondicional, el verde se está manifestando porque estamos atravesando cambios positivos, el turquesa representa tranquilidad, y el rojo... es nuestra energía vital, es la representación de la fuente.
Todo lo que mencionó, aunque fantástico, era lógico de algún modo.
—Tiene sentido... —De hecho, mucho, ahora mismo nos sentíamos tranquilos, nuestra energía vital había aumentado desde que estábamos juntos; el amor incondicional sería la leyenda, y el turquesa era esta plenitud constante e increíble que estábamos experimentando —. ¿Puedes contarme la leyenda completa?
Su pecho subió y bajó con lentitud, estaba suspirando. Dejó de jugar con mi cabello y sus dedos empezaron a trazar pequeños círculos sobre mi espalda.
—"En un hermoso prado cubierto por suaves y cálidos rayos de sol, crecía una mítica planta conocida como la flor de los enamorados. Se decía que las gotas de rocío que caían de sus pétalos, eran capaces de crear magia, una magia muy especial capaz de conceder vida a dos almas tan poderosas que, al encontrarse, su energía sería mucho más brillante, radiante y sublime que la misma estrella Sirio; sin embargo, aquella luz se extinguirá si las dos mitades no reconocen la conexión divina que los une, causando que sus corazones sufran el trágico destino de aquellas almas que no supieron reconocerse..." —Recitó como si lo hubiera hecho cientos de veces.
Me mordí el labio, me preocupaba enormemente la parte del trágico destino, ¿en verdad mi vida pendería de un hilo por una leyenda? A veces sonaba tan ridículo. Lo sentí tensarse así que me incorporé un poco para ver si se encontraba bien.
—Mi madre... —Su voz fue un susurro—. Casi muere por esta magia... —Abrí los ojos sorprendida escuchando su dolor—. Mi padre por poco no logra despertarla, así que él también estuvo a punto de morir...
—¿Qué logró despertarla? —cuestioné con temor, no quería incomodarlo.
Sus ojos oscuros parecían tan afectados, que tuve que reprimirme y no intentar abrazarlo.
—Un ritual muy poderoso que lleva a cabo un monje en Corea... Después de que ella pudo entender sus vidas pasadas y verlas, reconoció a papá. El ritual puede tardar horas, es muy específico y peligroso también. Fue un proceso necesario al que tuvieron que someterse para salvar sus propias vidas.
—Por esa razón odias estar ligado a mí... Tus padres sufrieron demasiado, lo entiendo.
Sus ojos me observaron con dulzura y posó una de sus largas manos sobre mi mejilla. Sentí ternura provenir de su toque, la fuente pareció rodearnos en pequeñas ondas.