Esperaba la ambulancia con la angustia invadiendo cada fibra de mi cuerpo. No había querido romper el contacto físico con él, ya que mantenía la esperanza de que en algún momento Karan respondiera a nuestra conexión. La fuente la percibía con debilidad, no había brillos a nuestro alrededor esta vez, simplemente se sentía una soledad exorbitante...
Bonnie parecía inquieto, caminaba de un lado a otro como si estuviera nervioso. Rogué a los dioses que Karan estuviera bien, ya que no lograba sentirlo y aquello intensificaba mi zozobra de manera inconcebible.
Recién me enteraba de este mundo, no sabía a quién debía acudir en caso de que los síntomas no fueran físicos. Estaba perdida, solo Leah estaba enterada de todo esto, pero ni siquiera ella sabría qué hacer en este caso.
Me devané los sesos pensando en qué podía hacer para que reaccionara y entonces recordé lo que Karan hacía con nuestras manos. Estaba abrazando su torso desde atrás, pero, aunque él era un hombre delgado, su peso era mucho mayor que el mío, así que decidí poner su cabeza sobre mis piernas. Abrí su palma y lo intenté, la fuente entonces pareció activarse.
La calidez y la vibración volvió a rodearnos, y nuevamente sentí calor en cada parte donde nuestros cuerpos se rozaban. Fueron casi tres minutos, pero Karan abrió con lentitud sus ojos. Cuando me observó sentí que el alma había regresado a mi cuerpo.
—No te muevas, estás débil —Le pedí. Sus labios estaban secos, estaba pálido —. Estoy alimentándote de la fuente, parece que funciona.
Él sonrió y mi corazón volvió a latir en ese momento.
—Siento como si tuviéramos poco tiempo... —Fue lo único que dijo.
Los paramédicos golpearon a la puerta, supe que eran ellos por la insistencia con la que se hicieron notar. Ayudé a levantar a Karan para que se tumbara sobre el sofá y corrí a abrir. Bonnie estaba demasiado asustado, así que ladró por un momento.
—¿Señorita Park? Recibimos una llamada de emergencia de su parte — Uno de los médicos se acercó a mí y tan rápido como pude los guíe hacia Karan. No me importaba si lo nuestro era producto de una magia desconocida, necesitaba que un médico lo viera para poder estar tranquila.
—Perdió el conocimiento hace poco tiempo —Expliqué.
Karan observaba como toda la escena se llevaba a cabo, pero sus ojos jamás me dejaron. Luego de la revisión de signos vitales, entre otras cosas, se dieron cuenta de que su cuerpo estaba débil producto del largo viaje y el cambio de zona horaria. No encontraron algún motivo más profundo que pudiera haber causado su desmayo, todo parecía estar completamente normal.
Me pidieron que estuviera pendiente de que comiera de manera correcta y le recomendaron reposo absoluto. Exactamente igual que a mí algunos días atrás...
Cuando se fueron los médicos, Karan simplemente se sentó, su celular emitió un pequeño sonido y él lo tomó para responder.
—¿Crees que pueda quedarme aquí mientras mis padres llegan y nos ayudan con todo esto? —preguntó aun observando la pantalla de su teléfono.
—No hay problema, siempre y cuando no te moleste dormir aquí —Señalé el sofá, el cual era bastante amplio y cómodo para que él pudiera descansar bien—. Te traeré mantas al anochecer.
Sus labios esbozaron una pequeña sonrisa en confirmación.
—¿Cuándo llegarán tus padres? —cuestioné un momento después.
—Pasado mañana. El tiempo en los viajes puede ser muy confuso, pero papá logró encontrar un vuelo y si no me equivoco estarían llegando en día y medio.
—Entiendo —La fuente se sentía extraña, algo más baja, lejana, como si él estuviera a millones de kilómetros. —Karan... ¿te encuentras bien?
Su mirada era hipnotizante, una vez te observaba, no podías escapar de ella.
—Lo sientes, ¿no es así? El cambio en la fuente... —suspiró con resignación—. Estoy debilitándome, Amelie...
—Pero... mis visiones quieren decir que estoy despertando, ¿no? ¿No es eso una buena señal?
—Sí y no, estás viendo tus vidas pasadas, pero si no logras comprenderlas, si no logras saber mi nombre en cada visión y saber mi historia, es como si no estuviéramos avanzando —Explicó—. Dependemos el uno del otro, y no quiero presionarte de ninguna manera...
—Haré lo que sea necesario —Aseguré con vehemencia, necesitaba hacerlo por él, no dejaría que muriera, no en esta vida —. ¿Hay algo que pueda acelerar el proceso?
Karan suspiró y simplemente asintió.
Quise preguntarle de qué se trataba, pero en ese momento el timbre de mi departamento resonó. Karan intentó levantarse, pero lo detuve. Cubrí el cuadro que él había retratado nuevamente con la sábana y lo llevé rápidamente a mi habitación. Volví corriendo a abrir, y observé a Bonnie mover su colita, sabía que era Leah.
Mi mejor amiga estaba frente a mí una vez la puerta fue abierta, y no sólo ella: Yun y Liam Tanner estaban aquí también.
Yun me abrazó con afecto saludándome, y cuando se separó me miró a los ojos.
—Te ves mucho mejor... —Observó el rubio, sus ojos miel mostraban alivio. Tomó mi rostro y depositó un beso en mi frente—. ¿Estás bien ahora?
Sentí en aquel preciso instante un cambio en la energía, volviéndose un toque más agresiva. Era Karan sin duda.
—Por supuesto que lo está, me tiene a mí, eso es una enorme garantía —Leah me despeinó, mientras dejaba varias bolsas sobre el mesón de la cocina—. Bueno, vamos a comer. Amorcito, acércate.
Liam Tanner me dio un beso en la mejilla como saludo, apresurándose para reunirse con su novia.
—Hola, Karan, ¿les sirvió el tiempo a solas? Te veo mucho mejor —Observó Leah.
—No exactamente para lo que crees que hicimos, pero... en efecto, nos sentimos mucho mejor —replicó él. En ese instante Liam se acercó a Leah y la abrazó por la cintura.
—Vaya, no pensé que hoy termináramos teniendo una reunión con tantas personas —El rubio dirigió su mirada esmeralda a las pupilas ónix de Karan —. Tú eres...