Almas y Estrellas

Aura Celestial

KARAN

Leah y yo intentábamos hacer que el cuerpo de Amelie permaneciera lo más lejos posible de objetos con los que pudiera herirse. La abracé por detrás intentando inmovilizarla.

—Ignoro quien es Adael —respondí. Al no haber despertado por completo no tenía los detalles de todas mis vidas. No sabía exactamente en qué parte del pasado Amelie se encontraba. Sólo podía sentir su angustia y terror a través de nuestra conexión.

—Amor... —Leah observaba aterrada a Amelie y a Liam entrar en aquel trance. Sabía que era una chica capaz de todo, arriesgada y fuerte. Verla tan sobrecogida y sin saber qué hacer me llegó al corazón—. ¿Qué es lo que ves?

—Karan está muriendo mientras un hombre escapa —Relató Liam, cayó al suelo de rodillas, justo al mismo tiempo en el que Amelie lloraba desgarradamente. Su cuerpo estaba sudoroso, había lágrimas cubriendo sus ojos, se había quedado quieta.

—¿Cómo luce el asesino? —pregunté de inmediato sintiendo el inmenso dolor de Amelie. Me costaba respirar, su sentimiento de pérdida era enorme, jamás había experimentado algo parecido.

—Pelirrojo, ojos verdes —respondió Liam—. Amelie está debilitándose, se encuentra arrodillada frente al cuerpo de Karan, está sujetando su rostro.

—¿Qué tiempo? —Continúe con el interrogatorio, sabía que cuando los psíquicos entraban en trance necesitaban que les hicieran preguntas.

—Antiguo Londres, época victoriana, 1851... —Leah estaba anotando rápidamente en su teléfono la fecha.

El timbre del departamento alertó a todos los presentes. Tanner salió del trance, Amelie despertó completamente bañada en sudor. Leah corrió a ver de quien se trataba.

Yun entró completamente ajeno a lo que ocurría. Dirigí mi mirada a Amelie nuevamente y sus ojos verdes hicieron contacto con los míos. La fuente se intensificó cuando ella se incorporó tan rápidamente que lo siguiente que supe era que estaba envuelto en su abrazo. Se había abalanzado sobre mí, como la primera vez que la vi tener una pesadilla. En aquel entonces había sentido su miedo, el terror consumiendo su corazón, pero esta vez era diferente, más real, distinto. Sus pulsaciones eran aceleradas al igual que su respiración. El estado de alerta, de pánico total estaban tan presentes, tan absolutamente vívidos en nuestra conexión, que logró alterar mis propios sentidos.

Nuestro abrazo había producido nuevamente aquellas pequeñas estrellas y me dediqué a mirarlas rápidamente. La fuente en color rojo intenso estaba presente, pero era el único color que se mostraba a nuestro alrededor, los demás brillos parecían grises, sin vida.

—Tranquila... Estoy aquí—susurré mientras acariciaba su espalda intentando calmarla.

—¿Qué es lo que le sucede a Amelie? — La voz de Yun clara y fuerte se escuchó de pronto exigiéndome saber el motivo. Su mirada era de preocupación absoluta y cuando se acercó a ella quise que no lo hiciera. ¿Qué era este sentimiento que este chico me producía? ¿Y por qué cada vez era más intenso?

Desde que lo conocí en Berlín supe que algo estaba mal, pero no logré entender el motivo con claridad alguna. No sabía si se trataba simplemente de alguien que no me generaba confianza, o si había algo más tras este sentimiento. Lo cierto es que aquel chico había sido realmente cordial y respetuoso en cuanto a trato se refería, incluso admiraba mis trabajos, así que pensé que debían ser mis celos despertándose ahora que Amelie lo sabía todo.

Bonnie no paraba de ladrar de manera frenética al nuevo invitado. Ayer en la noche se había comportado distinto, de hecho, parecía tenerle un afecto muy especial. Hoy todo era diferente, como si no lo reconociera. Ignoraba si la pobre criatura actuaba de esa forma debido al nerviosismo que le producía toda la situación a su alrededor, o si intentaba llamar la atención.

—¿Amelie? —Yun tocó su hombro intentando obtener alguna respuesta.

—Yun, sólo déjala, tuvo una pesadilla —Explicó Leah con tranquilidad.

Tanner estaba en silencio observando todo, no tenía ni idea de qué estaba pensando, pero a juzgar por su expresión, algo no andaba bien.

—Te agradecería si pudieras darle espacio, no puedes ayudarla en este momento. —Le pedí a Yun. Mi voz sonó una octava más agresiva de lo que pretendía.

—¿Y tú sí? —cuestionó levantándose de nuevo.

—Claramente —respondí.

—Yun, ven, sólo déjalos —Leah tomó del brazo a su jefe intentando alejarlo de nosotros.

Los sollozos de Amelie empezaban a detenerse poco a poco, pero su abrazo era fuerte, insistente, desesperado, como si no quisiera que me apartara de su lado.

—¿Qué es todo esto? —Escuché decir al recién llegado, mientras yo le susurraba palabras de tranquilidad a Amelie quien parecía ignorar todo lo que ocurría a su alrededor. Ni siquiera a los incesantes ladridos de su perro.

—Señor Yun... — Tanner se dirigió a él. Abracé más a Amelie, parecía un poco más tranquila, así que supe que mis palabras estaban funcionando—. Se trata de una magia muy peculiar... Pero que al parecer está maldita.

—¿Estamos malditos? —Amelie me soltó un momento para observarme a los ojos aún con sus brazos sobre mis hombros. Sus ojos estaban hinchados y enrojecidos producto del llanto, tenía el cabello revuelto, pero se había calmado. La energía del miedo aún estaba presente, pero menos intensa.

—Estaremos malditos si no despertamos.

—Más bien muertos... tú... Te llamabas Keith, yo Annie, vivíamos juntos, pero luego... ese chico, él... —Vaciló con nerviosismo.

Las estrellas a nuestro alrededor brillaban en dorado ahora, un dorado tan fuerte que tuve que observar a otro lugar. Sólo que era imposible hacerlo, la luz provenía de cada rincón de la habitación.

—¡Amelie, Karan, basta! —Leah nos reprendió mientras se cubría los ojos con su brazo y levantaba a Bonnie del suelo ya que no dejaba de ladrar —. ¿Y a ti que te sucede?



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En el texto hay: romance, espiritual, romance acción magia

Editado: 02.02.2021

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