Almas y Estrellas

El comienzo

AMELIE

Despedirme de Leah, Yun y mi pequeño Bonnie fue lo más difícil que hice esa noche. Mi mejor amiga aceptó cuidar a mi perrito y sabía que lo dejaba en las mejores manos, lo que me tranquilizaba enormemente; sin embargo, quedaba un enorme vacío en mi corazón al saber que ignoraba el momento en el que volvería a verlo.

Ahora mismo estabamos volando directamente hacia Corea y el tiempo de vuelo era de casi un día entero. Intenté estar positiva para evitar caer en pensamientos constantes e inútiles.

Recordé la información que Yun había obtenido y que yo, en su momento, compartí con Karan. Ahora sabíamos el nombre del demonio, el número de vidas a las que debíamos llegar para lograr despertar. Si conseguíamos recordarlas mientras buscábamos el pergamino, todo sería mucho más sencillo.

Tres parejas de Llamas Gemelas: Dos fuera de peligro y una luchando por su vida. Dos directamente ligadas a la "Primera maldición" como le llamaban en los textos. Todo esto sonaba demasiado surrealista, como si fuera la protagonista de alguna clase de libro. Sólo que no había ningún elegido aquí, éramos muchos los que habíamos sufrido, fallecido y experimentado todo esto.

Si este viaje ayudaba a purificar el vínculo entonces lucharía. Quizás mi fin fuera egoísta, porque quería proteger la vida de Karan a toda costa, y nuestra felicidad era mi único objetivo. Pero al final... tal vez resultara siendo un beneficio para las Llamas que aún no habían despertado o ignoraban la conexión.

Mi cabeza descansaba en el hombro de Karan, era hora de dormir, pero vaya que pasar la noche en un avión no era de mis cosas favoritas, mucho menos en clase ejecutiva. Karan me abrazaba también, pensativo. Podía sentir la inseguridad tan latente en su energía, que me resultaba mucho más difícil tratar de mantenerme optimista.

—Karan, tienes que tranquilizarte... —Acaricié su pecho en un vano intento por infringirle seguridad —. Sé que es difícil, pero estamos juntos, haremos lo posible.

—También tú estás dudando... Estás triste, Amelie y...

—Chicos, no vayan a tocarse de ninguna manera que haga que este avión caiga en picado, se los pido por favor —Mamá nos habló desde el asiento de al lado y ambos nos echamos a reír.

El padre de Karan también pareció hacerle gracia el comentario.

—¿Por qué no intentas dibujar? Quizás te relaje un poco, vi que dejaste tus carboncillos en la maleta de mano, deberías intentarlo —Sugerí. Quería que se distrajera un poco antes de dormir.

Él asintió como si lo hubiera olvidado por completo.

—Lo haré —Buscó en la mochila bajo el asiento delantero y acto seguido extrajo sus herramientas de trabajo, entre ellos sus lápices y un cuaderno de dibujo.

Lo que restó del viaje estuvo enseñándome a dibujar algunas cosas e incluso leímos fragmentos interesantes del libro que Yun me había prestado. Allí nos enteramos que el número once tenía un gran significado en las Llamas Gemelas. Se les llamaba "Sincronicidades" y eran básicamente secuencias de números repetidos que, al parecer, cuando estabas en una dinámica como esta, observabas constantemente: 1111, 222, 333, todos estos eran mensajes angelicales que te ayudaban a entender tu conexión.

Lo supimos algo tarde...

En mi caso personal, efectivamente llegué a ver algunos de estos números, pero al no significar nada para mí, simplemente les resté importancia. Ahora sabía que el once era el número por excelencia de las Llamas Gemelas, y que el Arcángel Chamuel implementó este mínimo de vidas para poder despertar. La información del por qué este querubín decidió hacer esto, la ignorábamos por completo

La información del por qué este querubín decidió hacer esto, la ignorábamos por completo

Corea fue una nueva experiencia para mí. Estábamos en el aeropuerto de Incheon¹ y podía decir sin temor a equivocarme, que el idioma iba a ser la barrera más grande. No estaba en mi terreno en absoluto, pero me agradaba el ambiente, aunque no entendiera una sola palabra.

Karan y yo caminábamos tomados de la mano, se veía más tranquilo después de que se distrajera dibujando, aunque notaba con claridad que seguía pensando en lo que había leído en aquel libro.

Durante el vuelo contamos las vidas que ambos habíamos visto a través de sueños o regresiones, llegamos a la conclusión de que eran siete en total. Por lo que decidimos que lo mejor sería pasar tiempo a solas explorando nuestro vínculo y ver si lográbamos potenciar los recuerdos.

Al llegar a casa de Karan, pude notar que se trataba de un lugar cómodo y acogedor. Era un espacio amplio con pisos en madera, una cocina moderna y un lindo comedor al costado izquierdo. Detrás de mi se hallaba un pequeño jardín con puertas corredizas en vidrio.

Había unas escaleras, seguramente las habitaciones se encontraban allí. No se trataba de una mansión o algo parecido, en absoluto lucía como el hogar de Liam Tanner. Esta era una casa clase media con algunos lujos aquí y allí. En el lugar se respiraba un ambiente familiar tan maravilloso, que me hacía sentir muy cómoda a pesar de estar tan lejos de mi propio hogar.

Karan parecía tranquilo, como si volviera a estar feliz de regresar a su espacio. Ignoraba si esta era la casa en la que había pasado su niñez, pero sentirlo tan sumamente calmado era algo que me alegraba demasiado.

—Bien, partiremos mañana directamente hacia Daegu, descansen por hoy. El monje ya está al tanto de nuestra visita —El señor Dowan nos indicó mientras se sentaba en el sofá.



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En el texto hay: romance, espiritual, romance acción magia

Editado: 02.02.2021

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