KARAN
Acompañado de toda aquella vegetación a mi alrededor, me sentía un poco más tranquilo. El templo en sí era un lugar con un aura pacífica, serena, un ambiente en general que te llenaba de paz; y sin embargo, se había convertido en el lugar donde Amelie prácticamente había muerto. Qué paradójica podía ser la vida...
Respiré el aire puro de las afueras del templo y decidí aventurarme, caminar un poco, intentar despejarme para ver si así podía percibir algún mensaje de su parte. Caminé despacio, sin rumbo y aunque me sentía exhausto física y mentalmente, decidí que este era el momento preciso para demostrarme a mí mismo de lo que era capaz. El Karan que solía huir se marcharía, abriéndole paso al crecimiento, al poder que habitaba dentro de mí.
En la habitación aún se encontraban mis padres, la señora Clarisse, el monje y sus colegas. Todos estaban ayudando a descifrar el escrito del pergamino. Pero, aunque había pistas, ideas, teorías... eran más las dudas que las certezas. Incluso para el equipo de traductores, las palabras parecían confusas, todo podía ser muy ambiguo.
Las espesas raíces de los árboles brotando como enormes venas del suelo, me mantenían concentrado en intentar no caer. Agradecí al cielo poder minimizar mis miedos, mis pensamientos que corrían frenéticos como un río desbocado. Lo único que no quería, ni podía quitarme de la cabeza, era la imagen del cuerpo de Amelie flotando, como si el tiempo se hubiera congelado, llevándose poco a poco la vida de mi otra mitad. Era una visión constante, que incluso en la meditación se mostró en repetidas ocasiones, como si mis pupilas hubieran grabado segundo a segundo la agonía que sufrió.
Parte de mí aun maldecía la leyenda, la manera en la que nací ligado a esto sin tener ningún control. Al principio lo subestimé, incluso cuando mis propios padres habían sufrido tanto por culpa de esta magia. Sabía que era parte de mí, lo sentía en mis venas... el vacío enorme con el que conviví mi existencia entera era un recordatorio constante del vínculo, pero pensé que podría con la experiencia y que todo saldría bien para mí. No fue sino hasta aquella noche en el departamento de Amelie que realmente me di cuenta de lo enorme que era todo esto, de lo poderoso, de lo incontrolable...
Yo era ínfimo a comparación.
Ahora que las circunstancias me llevaron a conocer lo bueno, lo malo, lo puro y lo maldito del vínculo... me daba cuenta de lo mucho que había crecido, de todos los miedos que enfrenté, porque entendí que dentro de mí habitaba un valor mucho más grande de lo que jamás llegué a imaginar. No fue un proceso sencillo, aun luchaba con mi interior, con mi parte más débil, con mis sombras y máscaras, pero de alguna forma hoy en día me sentía más fuerte.
El sonido del agua me alertó y fue entonces cuando aceleré el paso, aquel sonido siempre lograba apaciguar mis miedos, mis sentimientos. Cuando me hallé cerca, pude ver el nacimiento de un pequeño arroyo. El agua se veía sumamente limpia, tanto que hasta ese momento caía en cuenta de lo sediento que me encontraba. Bañé mis manos y acto seguido las acuné para poder beber, cuando estuve satisfecho me senté sobre una roca y me permití disfrutar de los sonidos de la naturaleza, del correr del cristalino líquido a mi lado... Cerré los ojos y permanecí allí tranquilo, respirando con calma.
Una tibieza invadió mis manos obligándome a abrir los ojos, podía sentir un leve, casi imperceptible cosquilleo sobre mis palmas, como si alguien estuviera envolviendo mis extremidades con las suyas. Las observé con detenimiento, pero nada físico estaba allí; sin embargo, la energía podía sentirla a la perfección, incluso entre mis dedos. Levanté la mirada y sentí su calor envolverme, como si estuviera abrazándome desde atrás. Pude oler su perfume, era Amelie consolándome, extrañándome. Cerré mis párpados nuevamente dejando que el llanto brotara con libertad. Tenerla tan cerca y al mismo tiempo tan lejos me rompía el corazón. Me permití llorar un rato frente a ella y me di cuenta de que todo el miedo que experimenté después de ver su cuerpo inerte sobre ese frío suelo estaba escapando de mí, de mi energía, de mi corazón.
"Te amo" no fue una palabra que escapara de mis labios, mi alma estaba hablando, conectándose con ella. No sabía qué estaba haciendo con exactitud, las palabras surgieron con naturalidad y sinceridad. Fue lo primero que fui capaz de expresarle, la extrañaba tanto... No había nada que doliera más que su ausencia.
"Te amo" su voz resonó en mi mente, no con tanta claridad, pero pude percibirla muy bien. Solté el aire que no sabía que estaba reteniendo y aproveché este momento para hacerle algunas preguntas. Si ella podía responderlas, eso nos daría alguna pista para enfrentar a Kamael.
"Mi vida, ¿te encuentras bien?" apreté los párpados, mis mejillas estaban húmedas. Necesitaba información, algo que me hiciera recuperarla...
"Date prisa, por favor..." percibí angustia y rabia en la comunicación "Kamael está seguro de que vencerá. El limbo..."
"El limbo... ¿es allí dónde estás? ¿Estás bien? ¿Cómo está tu padre?"
"Si mi cuerpo permanece sin mi alma por mucho tiempo no habrá vuelta atrás, Karan. He luchado con Kamael, igual que mi padre."
"¿Cómo puedo llegar a ti?" La desesperación empezaba a corroerme y fue en ese momento en el que el calor de mi espalda y mis manos, empezó a desvanecerse.
"Fuego..."
Fue la última palabra que escuché decir antes de sentirme completamente vacío de nuevo.
Suspiré, su tibieza se desvanecía, quería disfrutarla, pero sabía que la información que me había dado era de vital importancia, por lo que no podía perder el tiempo en fantasías. Me incorporé y corrí de vuelta al templo.