Almas y Estrellas

Fuego celestial

LEAH

El vuelo había sido una verdadera tortura; mi espalda dolía enormemente producto de estar sentada por casi catorce horas, mis piernas estaban matándome y por si fuera poco, tenía el corazón destrozado y esperanzado al mismo tiempo, así que la ansiedad me jugó una malísima pasada desde que salí de casa. Como no había nadie que pudiera cuidar de Bonnie lo suficientemente bien, decidí pagar para traerlo conmigo. Amelie jamás me perdonaría si le ocurría algo a su mascota, estaba segura de eso.

Liam tuvo que quedarse, los compromisos de último minuto le impidieron viajar con nosotros, pero honestamente no quería que dejara de trabajar por mí, y menos que perdiera la oportunidad de venderle uno de sus cuadros a otro famoso quien se interesó en él. Iba a extrañarlo sin duda, pero estaba segura de que Amelie estaría bien... deposité todas mis esperanzas en aquel pensamiento, no podía dejar de creer, tenía que tener mi fe intacta, aunque admito que el miedo solía ganarme en algunos momentos.

Yun se veía serio, afligido... sus ojos dorados estaban completamente hinchados. Jamás mostró su vulnerabilidad frente a mí, pero era bastante obvio lo mucho que le afectaba. Durante el viaje no hablamos demasiado, ninguno de los dos se sentía lo suficientemente bien para hacerlo, no podíamos ignorar el hecho de que posiblemente hubiéramos perdido una amiga muy querida.

Al arribar al aeropuerto de Seúl nos preguntamos cómo demonios nos comunicaríamos. No contábamos con internet fuera de este enorme lugar para usar alguna de esas aplicaciones de traducción a tiempo real. Aunque, estaba segura de que podíamos buscar algún punto donde vendieran alguna tarjeta sim para empezar a llamar a nuestros conocidos. Además, suponía que nuestro idioma, de forma básica, podría ayudarnos también.

—Deberías llamar a la madre de Amelie, tal vez pueda venir por nosotros... —Sugirió Yun con el lazo de Bonnie en su mano, nos estábamos asegurando de que el animalito pudiera hacer sus necesidades en algún punto, ya que llevaba bastante tiempo sin hacerlo.

—Sí, estoy conectándome a la red wifi del aeropuerto para llamarla a través de alguna red social —Expliqué mientras digitaba la clave.

Un momento después estaba contactándome con Clarisse, aunque su teléfono jamás dio tono.

—Demonios... —mascullé con nerviosismo —. Quizás deberíamos ir al hotel, con el internet de allí estoy segura de que podré ubicarlos con más calma. La red de este aeropuerto sólo me permitirá conectarme por media hora.

Yun asintió y levantó a Bonnie entre sus brazos. El perro parecía estar bien con el contacto de mi querido jefe, lo cual me tranquilizaba. Me tenía bastante nerviosa el hecho de que ladrara en el avión durante horas debido a la presencia de Yun.

Salimos de allí y tomamos un taxi, el conductor nos saludó de inmediato y Yun se encargó de darle el papel con la dirección a la que nos dirigíamos. Tuvimos suerte que con algo de inglés pudimos hacernos entender bastante bien.

Al llegar a nuestra habitación, ambos nos conectamos a la red. No esperamos un momento, no queríamos descansar, necesitábamos dar con el paradero de todos para poder sosegar la enorme tristeza que nos embargaba.

—¿Amelie de casualidad no te dio el número de sus suegros? —Estaba llamando a Karan en ese momento, pero nadie respondía a nuestros llamados.

—Oh, ahora que lo pienso sí, ¿recuerdas su nombre? Kim...

—Dowan... recuerdo el nombre del padre, quizás lo anotó así —Se sentó junto a mí ayudándome a buscarlo dentro de mi libreta de direcciones —. Por Dios, Leah, ¿cuántos teléfonos de chicos tienes anotados?

—Concéntrate en lo que realmente importa, Yun —Lo reprendí hasta que dimos con un contacto llamado "Suegrito" —. Juro que jamás he guardado a alguien así, ni siquiera borracha lo haría.

Yun me quitó el teléfono y abrió el número.

—Es un indicativo de Nueva York... —Continuó mirando mi celular hasta que algo pareció alertarlo —. Oh, el contacto tiene guardados dos números y uno de ellos contiene el indicativo de Corea. Intentemos contactarlo, tiene que ser Dowan, dudo mucho que tú hayas tenido un novio coreano, aunque... bueno, contigo puede ser.

—¿Qué estás queriendo decirme? —No tenía ganas de discutir, pero tampoco iba a dejar pasar el comentario.

—Me refiero a que... Oh, ¿hola? —Parece que habían respondido la línea, lo que me alteró los nervios, estaba respirando demasiado rápido, pero no podía evitarlo —. Sí, lamento la intrusión, ¿estoy comunicado con el señor Kim Dowan?

Yun le contó quien era, me observó con sus pupilas doradas brillando por primera vez, aunque he de decir que aquel gesto duró lo que un latido de corazón; su rostro había perdido todo el color, apretó sus párpados y tenía el puño apretado sobre la tela de su pantalón.

Algo estaba sucediendo y pude sentir como se me bajaba la presión.

KARAN

KARAN

Cuando abrí los ojos un estremecimiento me recorrió de pies a cabeza, un sentimiento de plenitud total me invadió, revitalizando mi cuerpo. Me sentía fuerte, lúcido, como si estar con ella potenciara mi propia vida, mis sensaciones, mis pensamientos.

Dirigí la mirada hacia la señora Clarisse, quien seguía observando a Kamael brillando en aquella repentina luz; parecía estar luchando por el control del cuerpo que poseía, como si algo estuviera repeliéndolo. Al menos eso fue lo que pude deducir por la manera en la que el ente se retorcía en el suelo.



#24496 en Novela romántica
#10809 en Fantasía
#2287 en Magia

En el texto hay: romance, espiritual, romance acción magia

Editado: 02.02.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.