Capítulo 4
Tablero de Brujas:
Dentro de la chimenea del dormitorio, una salamandra de fuego duerme plácidamente entre las llamas y dos figuras femeninas se hallaban sentadas junto al fuego, conversando con susurros apenas audibles acompañados por el crepitar de las llamas.
—Es de un chico llamado Jasper Nightingale—murmuró Borea mientras deliberadamente devoraba unas galletas con la forma de un pequeño triángulo y bordes curvados.
—Creo que debe haberse perdido, aunque no sé cómo pudo haber entrado con el hechizo de la puerta.
—¿esas son galletas de la suerte? —preguntó Lumar
—Así es, lo más interesante son los mensajes —dijo Borea sacando u papelillo de entre sus dientes—. Esta dice: La eternidad se asienta, sangre es su destino, en silencio se siente. No busca el oro, ni brilla el sol. En sus ojos se refleja una parte de ti, viviendo en las sombras siendo diferente.
—¿Eso que significa? —preguntó Lumar
—No lo se pero no tiene buena pinta
—Es solo una galleta, no creo que sea importante —dijo Nixia—. Borea, ¿me podrías enseñar esos hechizos simples de los que hablas, los que se pueden hacer sin varita? No quiero quedar en ridículo —pidió tomando una galleta.
—Realmente los puedes hacer incluso sin darte cuenta. Déjame mostrarte —respondió Borea, levantándose del suelo y sacudiendo sus ropas y manos, haciendo que algunas migas de galleta cayeran sobre la alfombra.
—Son los llamados los tres hechizos básicos... —Hechizo de Brillo Efímero —dijo Borea, abriendo la palma de su mano. —Al enfocar la energía mágica en la palma de la mano, puedes crear un breve destello brillante que ilumina el área por unos pocos segundos —explicó, mostrando una esfera de luz blanca que giraba en su mano, iluminando su rostro antes de desaparecer segundos después. —Es ideal para encontrar objetos pequeños en la oscuridad, pero su corta duración lo hace más un entretenimiento que una herramienta práctica —aclaró Borea riendo. —Luego está el Hechizo de Burbujas Encantadas —continuó ella, soplando y uniendo los dedos pulgar e índice, de repente, un montón de burbujas iridiscentes comenzaron a flotar por el aire a su alrededor. —Aunque no tienen un propósito práctico, el encantamiento suele entretener a los niños —explicó mientras las burbujas flotaban a su alrededor para luego explotar. —Y por último, el Conjuro de Danza de Luces —mencionó, frotando sus manos y concentrando sus intenciones en iluminar el ambiente. —Con esto, podemos generar pequeñas luces parpadeantes que danzan alrededor, con una larga duración, pero como el resto, no proporcionan ninguna utilidad práctica.
Justo en ese momento, una de las chicas protestó: —¡Oigan, apaguen esas luces! ¿Acaso no duermen? ¿Son murciélagos o qué? —para luego volver a dormirse, haciendo reír a ambas...
El aula de hechizos esperaba a su profesor que no llegaba temprano como solía hacer.
—¡Buenos días, estudiantes de las Artes Mágicas! —anunció un hombre muy alto, de aspecto singular, vestido con un saco marrón, una frondosa barba y el cabello peinado hacia atrás con algunos mechones rebeldes. —El profesor de Hechizos se ausentará por un tiempo debido a asuntos personales, así que tendrán un breve descanso. ¡Ah!, por cierto, el próximo año nos veremos en clase. Soy Thaddeus Corvus y seré su profesor de Mistagografía. Por el momento, les pido que permanezcan en sus asientos hasta que suenen las próximas campanadas. Con su permiso —concluyó antes de retirarse del aula.
Nixia observó a Orión mientras se levantaba y se dirigía al pasillo. Lo siguió, escabulléndose detrás de columnas, armaduras y estatuas, hasta llegar al baño de chicos, donde se asomó cautelosamente por la entrada. Orión miró a su alrededor, asegurándose de que nadie lo hubiese seguido. Por un instante, estuvo a punto de descubrirla, pero reaccionó rápidamente y se ocultó. El chico tomó un trago de un frasco que contenía una extraña poción. Aprovechando la distracción, ella regresó sigilosamente al salón antes de que él pudiera volver.
—Nix, ¿dónde estabas? —preguntó Borea.
—Fui al baño, eso es todo —contestó nerviosa mientras las campanadas sonaban.
Jasper Nightingale causaba un alboroto con su salamandra de fuego, casi incendiando la mesa del profesor de la clase paranormal, Borea y Nixia se adelantaron para ayudar.
—**Serenus Frigoris** —dijo Borea, provocando un chorro de agua. —**Serenus Frigoris** —repitió, esta vez apagando por completo el pequeño incendio.
—Casi prendes fuego a todos, Jasper —dijo Borea volviendo a colocar el vaso canopo que tenía Sarraf siempre encima del escritorio, el cual tenía el rostro de una mujer egipcia.
—Creo que esa tabla se ha quemado un poco. Si la volteamos, probablemente no se dará cuenta —propuso Jasper mientras Lumar intentaba secar el agua. Al voltear la tabla, descubrieron que no se trataba de una tabla cualquiera, sino de un tablero de brujas con unas marcadas garras que pasaban por todas las letras, como si durante alguna invocación algo hubiera salido mal. Jasper sonrió de forma maliciosa y guardó el tablero debajo de su capa.
—¿Qué hacen en mi escritorio? —reclamó Sarraf, mientras los tres mostraban nerviosismo. Nixia miró hacia Orión, quien parecía haber visto todo pero hizo un gesto de desinteres.
—Solo estábamos buscando a Pyra —dijo Jasper, refiriéndose a la salamandra.
—Miren como han puesto mi escritorio —reprochó Sarraf—. Solo ¡Siéntense! —les ordenó.
La clase resultó muy extraña, ya que el profesor parecía estar sumido en sus pensamientos, mostrando signos de preocupación y cierta desorientación, incluso más de la habitual. Ni siquiera se percató de que faltaba algo en su escritorio.
En la noche, Borea logró engañar a las armaduras con una contraseña que aparentemente solo ella conocía, saliendo con cuidado mientras susurraba las palabras que desactivaban las lanzas cruzadas de los caballeros que cerraban el paso.
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Editado: 10.09.2024