Capítulo 11
Mortem:
En la enfermería, los tres que pacientes sufrían de vómitos ya estaban hartos de pasar todo un día de clases en la enfermería, jugando Pentacentra, el cual consiste en llevar cuatro piezas desde la casilla inicial al centro del tablero en forma de estrella de cinco puntas. Cada jugador avanza según el número obtenido en los dos dados de seis caras. Sacar un seis permite avanzar otra pieza desde la "Casilla". Al caer en espacios mágicos, los jugadores deben tomar cartas de hechizo, que tienen efectos como hacer retroceder a un oponente o teletransportarse. Si una pieza aterriza en un espacio ocupado por otro jugador, puede capturarla, enviándola de regreso a su "Casilla". El primer jugador en llevar sus cuatro piezas al centro gana y se convierte en el "Supremo". Habían quedado empatados y ya no tenían ganas de seguir jugando.
La mofletuda enfermera llegaba con prisa, sosteniendo un nuevo frasco enfriado que contenía una medicina rosa y espumosa, elaborada con esmero por las hábiles manos de Galico:
—¿De dónde sacaron esos dulces? —inquirió dándole una cucharada de medicina a Borea y casi clavándole en la nariz—. ¿Saben que los dulces de teletransportación no se producen desde hace más de medio siglo porque son muy nocivos? ¿Quieren arriesgar sus vidas?
—No, señora, los encontramos por accidente —respondió Nixia.
Los miró con severidad y concluyó: —Más les vale tener cuidado la próxima vez. Esas cosas están hechas con moco de troll
—¿Que? —preguntó Orión hacercando un valde para vomitar mientras Lumar revisaba el grimorio en blanco de su tío abuelo.
Luego de tomar un par de posiones curativas comenzaron a prepararse para el gran evento. Las dos jóvenes aceleraban el paso por el empedrado camino hacia el evento, las capas ondeaban tras ellas como estandartes en la brisa, Borea, marchaba medio tambaleante, luchando por mantener el equilibrio en sus botas desiguales.
—Borea, ¿dónde está tu otro calcetín? —preguntó Nixia, echando un vistazo preocupado hacia los disparejos tobillos de su amiga.
—Borea bajó la mirada hacia sus pies con una sonrisa divertida —Creo que lo he olvidado con la prisa —confesó entre risas, como si la pérdida de un calcetín fuera parte de una gran aventura.
Edermarge caminaba moviendo su varita entre los dedos y una chispa de diversión en sus ojos.
—¿La varita es la única cosa por la que te muestras tan feliz?, o tal vez... ¿algún ser elemental, como un elfo que conozco fue al bosque a ayudarte? —preguntó Nixia
—Borea se ruborizó hasta la raíz de sus cabellos, su rostro estaba tan rojo que parecía una mazana embrujada. —¿Pero qué dices, Nix? Además, no puedo decirte nada —murmuró, desviando la mirada en un vano intento por ocultar su sonrojo.
—No te preocupes, también puedo adivinar lo que pudo haber pasado —insinuó Lumar con una sonrisa pícara y vengativa.
—¡Ya cállate! —Borea cubrió su rostro con las manos, deseando desaparecer bajo tierra.
En ese momento, Frida llegó corriendo:
—¿Chicas, qué esperan? ¡Las auroras están aquí! —anunció sin aliento, en un jadeo al jalar a ambas.
A las afueras del castillo y acompañados de la noche, la magnificencia del fenómeno natural era incomparable y luces danzantes, brillantes, desplegando un espectáculo de colores y patrones que ondeaban en el cielo, dejando a todos absolutamente maravillados.
—¡Que comience el espectáculo! —proclamó la directora.
El escenario al aire libre se llenó de vida inesperadamente, ciervos galopaban con gracia bajo las luces, jugueteando con las orcas, osos polares que corrían sobre sus enormes patas blancas, pingüinos que se deslizaban sobre las luces como si estas fueran toboganes, narvales curiosos, y leones marinos que parecían moverse al ritmo del viento. Pero, la sorpresa no terminó ahí, de pronto, entre el despliegue de fauna, aparecieron seres de siluetas humanoides, resplandecientes y de un azul translúcido celestial, saltando y danzando. Uno de estos seres descendió de las auroras boreales y se acercó grácilmente hacia Nixia, extendiendo su mano para entregarle una cinta de un rojo brillante intenso, ella, conmovida y sorprendida, la tomó, mostrando su agradecimiento con un gesto mientras escuchaba los aplausos emocionados de los estudiantes y maestros, luego, la misma figura se acercó a Borea, tomándola suavemente de las manos, la chica podía ver atravez de la silueta sus propios dedos, eran unas manos frías y livianas como el viento. El ser, ascendió de nuevo hacia el cielo, estirando y alargando su figura hasta fusionarse nuevamente con las siluetas, haciéndose indistinguible de entre estas.
En el teatro la emocion del último día no se hizo esperar:
—Hoy, en su último día en Almha, ya conocen la parte de ustedes que está conectada con nuestro mundo —la directora lo compartió con una pasión que inspiró a todos los presentes. —Este pedacito de cada uno de ustedes es la llave que les ha permitido llegar hasta aquí —agregó con emoción—. Cuídenlo, y no permitan que la luz se convierta en sombra —instó, infundiendo coraje en cada uno de los oyentes. Antes de despedirse oficialmente, la directora hizo una pausa al descender dos de los escalones asistida por Puck, pero luego los volvió a subir. —¡Ah!, por cierto, a los alumnos de primer año: prepárense, porque a partir del segundo año, las evaluaciones no serán solamente prácticas, sino también teóricas —anunció, provocando aplausos entusiastas por parte de los estudiantes de segundo y tercero que ya habían pasado por ello, mientras que primer año se miraban los unos a los otros con poco entusiasmo. Y así, concluyó este memorable encuentro que marcaba el fin de un año en la academia.
Nixia tenía demasiadas ganas de saber más sobre sus abuelos así que decidió visitar por ultima vez a Carver antes de zarpar, (no pasará nada si voy solo por un rato) —pensó.
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Editado: 10.09.2024