Helena abrió sus ojos de repente, como si una pesadilla o un sueño muy extraño la hubiera perturbado. Respiró hondo, se sentía rara. No sabía en dónde estaba, ni que hacía en aquel lugar, ni que le pasaba. Sólo vio un techo pintado de color blanco.
Al darse cuenta de que se encontraba acostada boca arriba, decidió sentarse para observar el lugar en donde estaba. Lo hizo, aunque en pleno movimiento sintió una punzada en su estómago, algo que la preocupó en el segundo.
Apoyó su mano derecha sobre su abdomen, el lugar del dolor. Era raro, ahora no sentía nada al tocarlo, aunque sí se dio cuenta de algo: su ropa. Llevaba puesto un camisón color verde aguado, de una tela algo barata, algo que no era como sus prendas habituales. Y el lugar... El lugar era distinto a su hogar. Era una habitación pintada de blanco, con una gran ventana del lado derecho de la cama en donde ella se encontraba, una puerta que guíaba hacia un sanitario al frente, y a la izquierda de la cama, una pequeña mesa de luz donde solamente había un jarrito con flores.
- Esto es... ¿Un hospital?- se preguntó.
Le había atinado: aquello era una habitación de un hospital, en dónde estaba internada, pero... ¿Por qué lo estaba? ¿Qué le habría sucedido?
- ¿Por qué estoy aquí?- se preguntó al ver más a fondo el lugar- ¿Me pasó algo como para estar aquí?...
La joven, que se preguntaba a ella misma, se colocó pensativa. Estaba intentando recordar lo sucedido anteriormente, lo que habría pasado antes de despertar en ese hospital. Pero nada claro se le venía a la mente.
- Yo estaba en... ¿la escuela?- volvió a preguntarse en voz alta- No. No creo que en la escuela me sucediera algo grave. Luego de clases, fui a casa. ¿Verdad?– se preguntaba con mucha duda.
Su memoria no la estaba ayudando en mucho, pues sólo recordaba que antes de despertar en ese hospital, antes de su posible problema o accidente, había estado en su colegio junto a sus compañeros y amigos. Pero después de aquello no recordaba nada más.
La joven continuó pensando y tratando de hacer memoria, aunque ningún recuerdo se le venía a la cabeza. Sólo recordaba que ella había estado en la escuela, haciendo unas tareas de geografía junto a sus compañeros. Nada raro, era algo normal que cualquier chica de su edad podía hacer en un establecimiento como ese. Sin embargo, la chica seguía tan, tan concentrada en sus pensamientos, que se llevó un gran susto al ver a una mujer de guardapolvo blanco entrar a la habitación. Se trataba de una enfermera.
Helena observó bien a la mujer, asustada al ver como la puerta se abría de la nada. La enfermera, si bien vio a la chica un tanto alarmada, sonrió y agarró una bandeja con comida que había dejado arriba de una silla, al lado de la puerta.
- Veo que ya has despertado, me alegra eso- exclamó la mujer con una sonrisa, mientras llevaba la bandeja hacia la mesa de luz- Aquí te traje algo de comida. Has pasado muchas horas dormida, lo mejor es que llenes un poco tu estómago.
Helena se quedó callada y quieta unos segundos, hasta que movió un poco su cabeza para reaccionar.
- Oh, sí. Tengo un poco de hambre, gracias- dijo la chica, respondiendo lo primero que se le había venido a la mente.
- Entonces come. El menú del hospital es sopa de verduras, gelatina de cereza y una pequeña ensalada. Esas cosas te harán muy bien- exclamó la mujer- ¿Cómo te encuentras?
- Bien, supongo...- respondió Helena- ...No siento ninguna molestia, lo único que tengo es... Una duda.
"Una duda". Aquel par de palabras resonaban en los oídos de la enfermera. Pensó sólo un par de segundos, después sonrió nuevamente y habló.
- Seguro te estás preguntando el porqué estás aquí, ¿No?-exclamó- Es la típica pregunta de todos los que despiertan en este lugar.
Helena se quedó callada un par de segundos, al escuchar que la enfermera había adivinado su pregunta.
- Eso mismo me preguntaba.- dijo la muchacha, con su mirada levantada al rostro de la señora- ¿Qué me pasó? ¿Y por qué estoy aquí ahora?
Algo había pasado. Al oír aquellas preguntas, la sonrisa de la enfermera se desvaneció en sólo un segundo, para convertirse en un arqueo de labios que enseñaban tristeza. Así cambio su ánimo, dio un fuerte suspiro y se dio vuelta para dirigirse hacia la puerta con unos lentos pasos.
- Es mejor que eso te lo expliqué el doctor.- le respondió la mujer, en un tono de voz muy diferente al anterior, mostrando aún más su decaída de ánimos- Yo no soy muy buena al explicar este tipo de cosas...
- ¿A qué se refiere?- preguntó Helena, al apenas escuchar y notar el enorme cambio en el rostro y en la voz de la doncella.
- Pues...- la enfermera siguió caminando lentamente hacia la puerta, hasta agarrar la perilla de esta- ...Solamente espera hasta que llegue el doctor. Él está en una operación ahora mismo.
La señora abrió la puerta levemente, con cuidado, y se fue. Cerró la puerta muy despacio, para no hacer ruido. Su bajada de ánimo se notaba inclusive en la forma que tenía ahora al tratar a las cosas. Estas acciones dejaron a Helena un tanto confundida, más de lo que ya estaba. ¿Acaso era grave lo que había sucedido?