-Félix-
Pasa más de medianoche y sigo sin entender que le asustó tanto, estoy consciente que actúe de mala forma con ella, solo se preocupó por mi ¿y qué hago? Le gritó desquitando todo mi enojo en el momento, con eso cualquiera se asusta, pero no creo haber parecido un ogro como para que saliera corriendo a la entrada lanzando golpes a diestra y siniestra.
Escucho quejidos, es la tercera vez en la noche y sigo pensando si debería despertarla de la pesadilla o dejo que se calme como las últimas dos veces, en cuanto me acerco al marco de la puerta el silencio vuelve a su habitación. Volví a abrir apenas la puerta y me encontré la misma imagen de hace unos minutos: profundamente dormida, las colchas hechas un bulto por una esquina, una almohada en la cabeza mientras abrazaba la otra, y aun así la respiración agitada y el ceño fruncido.
¿Qué te sucede pequeña Deanna? Sin importar cuánto pregunté seguro no me dirá, ¿por qué lo haría? No hemos sido los mejores amigos desde que me enviaron a Italia, nuestro lazo se rompió hace mucho así que no veo razón para que me confíe lo que tanto la atormenta.
Desgraciadamente ahora me atormenta a mí también, no he podido dormir en toda la noche pensando en que pudo haber pasado, si habré hecho o dicho más de lo que recuerdo, cada vez que estoy a punto de dormir la idea de que escape por la noche me altera y debo ir a su cuarto para asegurarme que sigue aquí porque no tengo la más remota idea de dónde buscarla si sale de la casa, sin mencionar que cada vez que una pesadilla la altera automáticamente estoy de pie en la puerta por si se despierta y sigue pensando que está dentro del sueño...
- No… - escucho su voz en un hilo cuando estaba a punto de regresar a mi cuarto. - No…
Me acerque cautelosamente, sin duda sigue durmiendo, pero es la primera vez que la escucho hablar en sueños, al menos esta noche, o el sueño es más fuerte o yo no he prestado la suficiente atención. Seguía, negación tras negación, desearía que dijera más que me revelara más información mientras está dormida para saber a qué se enfrenta. Cuando estuve a su lado pude escuchar lo alterada que estaba su respiración y de un momento a otro una lagrima callo.
Una tras otra, tras otra, estaba llorando amargamente, era imposible, pero era como si pudiera sentir su dolor, sentía una presión en el pecho e iba en aumento; los quejidos se hicieron presentes, sin duda esta es la parte de la pesadilla en donde todo se siente real como si lo vivieras en verdad.
- Deanna - sacudí levemente su hombro - Deanna, despierta es un sueño.
No funcionaba, ni las sacudidas ni que la llamara sin importar con cuánta fuerza la moviera o que tan alto hablara no despertaba, mi hermana tenía pesadillas cuando la cuidaba, pero con el más leve toque regresaba a la realidad nunca tan difícil como esto. ¿Debería llamar a su padre? Si claro, no creo que conteste, Deanna pasó todo el día llamando y nunca respondió, no creo que me conteste a mí y menos a esta hora.
- Deanna - las sacudidas no funcionan, hora de tocarle la nariz, eso generalmente funciona, al menos de niños odiaba que le hiciera eso - Deanna es una pesadilla, no es real.
¡Bingo! Está parpadeando entonces no tarda en despertar del todo. Lo que no me vi venir y que si lo sigo pensando era más que obvio, que en cuanto despertó y vio mi sombra frente a ella porque en ningún momento se me ocurrió encender la lámpara de noche, gritó y en menos de un segundo salió de la cama y se lanzó al suelo. Cuando prendí la lámpara y rodeé su cama la vi hecha un ovillo entre la mesa y la cama, abrazando sus piernas y escondiendo la cara entre sus rodillas.
- Oye tranquila, soy yo - no me veía, estaba temblando y no precisamente del frío - Deanna, mírame soy Félix.
- Por favor no, seré buena.
- Qué diablos - dije sin pensar, pero eso la asustó más, la vi saltar y hacerse aún más pequeña, no creí que fuera posible - No te haré nada, soy yo ¿recuerdas? Odias que te toque la nariz, te molesta que no te escuche, pasamos la mayor parte del tiempo peleando, estoy seguro de que me tienes algún apodo chistoso, pero no me lo sé ¿no me lo quiere decir?
De acuerdo esto es absurdo y preocupante, no hay nada que le diga que la haga verse, sigue temblando y creo que empezó a sudar, apenas escucho su llanto, pero sigue llorando y estoy seguro de no haber dicho nada malo esta vez. Es como si tratara con una niña. Me da miedo tocarla porque tal vez la altere más o al menos eso paso hace rato cuando la abrace para que no saliera de la casa, aun me duele donde me pateó, quien diría que alguien tan pequeño podría tener tanta fuerza.
- Vamos, Deanna mírame no puedo ser tan feo ¿o sí? - nada, comienzo a creer que no tiene articulaciones cada vez se encoge más y eso no puede ser humanamente posible - Deanna, este es el mundo real, donde estas en Hawái atrapada con el hombre que te hace pleito cada vez que te ve, me burle de tu lista de viaje en la mañana ¿recuerdas?
Bien, nada de nada, y eso que me puse en mal a mí mismo. Apenas acerque el brazo ella dio un salto y en cuanto toque su hombro dio un chillido y se cubrió la cabeza, pero no hizo nada más, ninguna rabieta como hace rato ni lanzó golpes, me acerque un poco más y temblaba con demasiada fuerza.
- Por favor no, seré buena lo prometo
- Deanna, no voy a lastimarte, solo mírame - en cuanto la rodee con uno de mis brazos baje los suyo de su cabeza delicadamente - mírame no soy quien sea que te haga sentir tanto miedo, yo no voy a lastimarte - gire su rostro levemente para que me viera, pero tenía los ojos cerrados fuertemente, en verdad estaba aterrada - abre los ojos, despierta esta no es tu pesadilla, estás en casa, a salvo.
- A salvo - susurró como si recién lo hubiera recordado - Félix...
- Exacto, estoy contigo y no dejaré que nadie te lastime, pero debes verme o no podré hacer mucho.
Abrió los ojos de a poco acostumbrándose a la tenue luz de la habitación, en cuanto me vio traté de sonreír lo más tranquilamente posible, me vio durante un rato como si tratara de recordar a quien pertenecía el rostro y cuento lo hizo se lanzó encima de mí aferrándose a mis hombros como un koala.