Siempre diste todo de ti para que las demás personas fueran felices, siempre sonreiste sin importar que todo tu mundo se estuviera derumbando poco a poco.
Nunca dijiste no, esa palabra no estaba en tu diccionario mucho menos en tu vocabulario, siempre complaciendo a los demás y olvidándote de ti aun cuando tú también necesitabas ser cuidada, mimada pero sobretodo amada, delante de todos no tenias problemas, tenías la familia perfecta la vida que todos que rían pero que tú odiabas sentías más eso como una maldición que como una bendición, era una cruz que cargabas en la espalda y que nadie podía ver puesto que todos tenían una venda en sus ojos esa era la vida de una chica casi perfecta pero al mismo tiempo tan imperfecta.
Nunca pediste nada eras la amiga, la alumna, pero sobretodo eras la hija perfecta aquella que todos querrían tener, en pocas palabras una sumisa para el mundo entero aun viviendo en un país libre te sentías como una esclava con miedo a decir lo que sentías.
Querías y necesitabas ser salvada pero cada día te ibas hundiendo más en tu miseria sin embargo tenías que ser fuerte no por ti sino por las demás personas que ironía.
Dejaste que los demás decidieran por ti siendo esto lo que te llevaría hasta el fondo de tú miseria.