Alpha Cruel.

¿Qué quieres de mi?

 

       Alexia Keynes. 

Éste maldito dolor de cabeza hace que quiera darme contra un muro de cemento, joder, ojalá me la pudiera quitar hasta que se me pasará. Miro a los lados, esta no es mi habitación ni siquiera se le parece. Tiene paredes claras y las de mi cuarto estaban pintadas de color negro. No recuerdo qué fue lo que sucedió. Me trato de levantar y termino en el suelo. Me levanto sacudiéndome el trasero, no tengo y con esos golpes pues voy a terminar como tabla.

El alfa, él me tiene aquí, él me saco de mi casa. La pelea con mi hermano, las palabras amargas de mi papá y él poniendo un trapo en mi boca.

¡Santa papaya! El alfa me tiene secuestrada ¿qué quiere de mí? ¿Por qué entro a mi casa así como si nada? Es verdad que es el jefe de la manada pero no puede tenerme a la fuerza. O eso creo, no recuerdo que exista una ley que prohíba tener encerrada a su luna. ¿Y si me quiere matar? Intento abrir esa puerta pero tiene llave.

Cálmate, saldremos de ésta. En una caja o quizás en una bolsa de basura pero saldremos.

—Alexia. —esa voz, esa maldita voz. Salí del baño después de limpiar mi rostro con una toalla. Allí está él, una sonrisa lasciva en esos labios rojos y gruesos, sus cejas en línea recta disfrutando de mi encierro. Él me recuerda a mi papá, en lo sádico.

No miento en decir que es el hombre más guapo que he visto en mi vida, pero también tiene esa aura de maldad que lo rodea. Hay miles de palpitaciones en mi pecho, puedo sentir cada gota de sangre que nada por mis venas.

—¿Por qué estoy aquí?—logré pronunciar tartamudeando, ni siquiera soy tartamuda pero no me encuentro del todo tranquila

—Es fácil de adivinar— se cruzo de brazos que sólo hacen resaltar más toda esa masa muscular que parece tener de sobra —Eres mi luna, y como todo lo que es mío, debe permanecer a mi lado.

—Yo no soy su luna

—Alexia —dijo mi nombre con burla ¿me ve cara de payaso? —No me importa ni siquiera un poco lo que tú digas ¿me ves cara de seguir ordenes de una niña mimada?

Parece que no conoce la delicadeza, es el alfa, el emperador de los alfas, tal vez eso le da a pensar que puede hablarme como sé le da la gana. Todo mundo me habla como sé le da la gana. Mi opinión siempre viene valiendo una bola de porquería.

—Vete al diablo. No soy un mueble de tu propiedad. ¿Quién te crees que eres para hablarme de esa manera?

—Entonces explícate que haces encerrada en una de las habitaciones de mi casa. Oh si, porqué eres un adorno más de mi casa. Porque eres mi luna, aunque tiene que quedar claro que no me importas.

—Genial saber eso ¿puedo irme ya? Ya acabaste con tu discurso.

—Intenta hacerlo —arqueo las cejas —Un pie fuera de la habitación y mis hombres te atraparán más rápido de lo que piensas.

—No entiendo ¿por qué mierda me tienes encerrada? Tú mismo dijiste que no te intereso ¿Qué caso tiene que me tengas aquí?—no tiene lógica, dice que no le intereso pero me tiene contra mi voluntad, ¿acaso le baja para que sea tan bipolar?

—Es de noche. Te dejaré dormir por hoy, pero mañana mi empleada vendrá por ti a las seis para llevarte a mi despacho, donde te diré lo que vas hacer y el cargo que tendrás.—tan rápido como entró así salió.

Maldito loco, intento abrir nuevamente la puerta, sigue teniendo seguro. ¿Qué mierda busca de mi? Si dice que no le importo porque no sólo me rechaza y ya. Es tan fácil hacerlo que si no lo hace él, lo tendré que hacer yo. Tampoco me siento muy feliz de ser su luna. Mi amiga una vez dijo que el alfa era un arrogante malvado, y vaya que tenía razón.

Camino de un lado a otro con un trozo de mi cabello en la boca, cuando mis nervios salen a flote es lo que hago y no he podido detenerme nunca. Lo muerdo, hasta que me siento un poco mejor.

***

Siento como el agua helada cae en mi rostro, abro los ojos tosiendo para sacar la que entro a mi boca y nariz ¿qué le pasa a éste pedazo de idiota? Casi me mata.

—¿Qué mierda sucede contigo? ¿Tienes porquería en la cabeza?

—Te dije que mi empleada venía por ti. Se suponía que tenías que estar lista Alexia, no estás en un hotel. Así que ponte de pie, no tengo todo tu tiempo. —lanzó la cubeta al suelo y sacudió sus manos.

Carajo, ni siquiera lo conozco del todo y lo poco que lo hago ya me ha hecho odiarlo.

—¿No había otra forma de despertarme? —pregunté apretando las sábanas en mis manos. —Una más delicada. Aunque, viniendo de ti, parece que no conoces la educación.

—Si fueras otra persona tal vez te trataría un poco mejor, pero como eres algo insignificante para mi pues me da lo mismo —respondió, hostil.

—Eres un tremendo idiota.

—Tus insultos te van a salir muy caros —susurró, amargamente.—No soy un hombre de mucha paciencia, y te recomiendo que no hagas que acabe con ella, Alexia.

—Me vale una mierda.

—Tienes una boquita muy mala, pero no te preocupes por eso. Te enseñaré hablarle a tus mayores, y te espero en mi despacho en diez minutos—cerró la puerta después de salir.

Lo maldigo en todos los idiomas posibles, ¿por qué mierda es tan desagradable éste tipo? ¿No conoce los modales? Un «Buenos días» por lo menos. Claro, se me olvidaba, es el alfa, tiene todos los derechos, pedazo de animal.

Me levanto de la cama que ahora tiene una poza de agua en el centro, entro al baño y me doy una ducha. Tengo que escapar. No le agrado ni un poco al alfa, y tampoco él me agrada a mi ¿por qué lo haría? Me visto con la poca ropa que encuentro, un tejano negro y una camisa blanca de mangas.

Encuentro varios cepillos de dientes en un cajón. Han pasado once minutos, lo mejor es que intente escapar de aquí lo más pronto posible. Salí del cuarto, hay varios pasillos con muchas luces encendidas y justo enfrente del cuarto hay otro más. Empiezo a caminar lentamente, sin intenciones de hacer ruido

—Hola.—joder

—Ho-hola. —volteo a ver a la persona y casi se me cae la baba, hay un dios griego frente a mi. Tiene cabello cenizo y ojos azules, es hermoso.




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