La persona de cabello blanco alzó su pie y lo sacudió para despegar un pedazo de papel higiénico que estaba debajo de su zapato.
—Carajo…
Pandora no salió de su estado de estupor, mucho menos cuando su voz era evidentemente la de un hombre. La sensación de estar en una habitación pesada junto con alguien que parecía sacado de otro mundo, le generó temor.
—¿Có-cómo sabe mi nombre?
Él señaló su gafete.
—Pandora Leroy —enunció con voz gruesa y grave. Pandora sintió un escalofrío. Él tosió—. Disculpa el tono de mi voz. De seguro te asusté. Por eso no suelo llamar a las personas por su nombre. Creen que soy la muerte o algo así —dijo, con una voz más aguda y jovial—. ¿Prefieres que te llame…? ¿Pandi? Me gusta Pandi —se acercó al lavamanos y abrió el grifo, con la atención fija en el chorro de agua—. Así se queda… —murmuró, jocoso. Pandora no dejó de mirarle—. ¿Por qué me observas tanto? Las personas bellas también vamos al baño, ¿sabes?
—Disculpa, ¿te conozco?
—Puede ser… —sacudió sus manos y cerró el grifo. Ella retrocedió un paso al ser el foco de su mirada grisácea—. Pandi, dulzura, ¿no te han dicho que los anhelos no son suficientes?
—¿Qué? —inquirió sin comprender.
—Usualmente, los hombres trabajan para conseguir sus anhelos, no anhelan hasta la eternidad. Soñar despiertos no cuesta nada. Cumplirlo, tsss —negó y la señaló—, eso es lo difícil. No todo el mundo puede o quiere hacerlo, prefieren la comodidad de sus mentes… —caminó hacia ella. La sensación de que aquel hombre abarcaba todo el lugar, volvió con fuerza. Por cada paso que ella retrocedía, él avanzaba dos. Sintió el calor, abrasar su piel. Su rostro ardía al tenerlo tan cerca y él parecía complacerse con eso—. Reconozco un alma amadora cuando la veo. Cada poro de ti, parece respirar solo por él…
—¿D-de de qué…?
—Oh, vamos, Pandi. Hablo de tu amor imposible. Pobrecita, has añorado toda tu vida estar con él, pero nunca has podido. Él nunca te ha visto. Si tan solo alguien te ayudara… —tomó un mechón de su cabello. Pandora respiró con dificultad. E hombre destilaba un aura que le hacía sentirse inevitablemente atraída. Sus labios carnosos esbozaron una enorme sonrisa—. Yo podría cumplir todos tus anhelos… Volverlos tu realidad…
La castaña tragó grueso. Su pecho subía y bajaba con dificultad. Entreabrió sus labios, a la par que él abría los suyos.
—No eres mi tipo.
Lo apartó sutilmente y se hizo a un lado. Él la observó, perplejo.
—¿Qué? No, no hablo de eso. Me refería… espera, ¿cómo que no soy tu tipo?
—No lo eres.
—¡Soy el tipo de todo el mundo, niñita!
—No el mío. Si me disculpas, tengo que irme.
—Espera, espera —insistió él. Pandora apartó su mano de la puerta y lo miró, atenta—. Vamos a dejar de lado la conversación de los tipos. Momentáneamente. No me refería a eso. Literalmente, puedo volver tus deseos realidad.
Pandora entrecerró sus ojos. Después de unos segundos de meditabundo silencio, volvió a poner su mano en la puerta.
—No quiero vender criptomonedas ni comprar acciones —Abrió la puerta, dispuesta a irse. Retrocedió de golpe al ver a una mujer a punto de entrar al baño—. Lo siento, yo— calló al verla. La mujer tenía la mano extendida, pero no se movía. Parecía una estatua. Se fijó en el resto del lugar; todos estaban igual.
Retrocedió, aturdida. Giró sobre sus talones. El sujeto de cabello blanco estaba sentado sobre el lavamanos, limando sus uñas rojas y puntiagudas. El miedo la paralizó en cuanto él se bajó para aproximarse. Su garganta se trancó.
—¿Ahora entiendes, Pandi?
—Tú…
—Así es…
—Me drogaste…
—¿Qué? No, no.
—¡Pusiste algo en las bebidas que tomé! —exclamó, espantada—. No debí mezclar todo ese alcohol en mi sistema… Tengo que encontrar la forma de volver en sí. Cuando esto me pasa, suelo…, sujetar a la persona de mi sueño por el cuello y la estranguló hasta que se esfuma, como el slime.
—No estás ebria ni drogada, solo estás loca.
—Solo tengo… —se aproximó a él. El moreno se apartó.
—¡Carajo, soy el Diablo! ¡¿Acaso ya no hay ni una pizca de respeto para mí?! ¡No me toques con tus manos asquerosas, no le echaste antibacterial! ¡Atrás!
Pandora bajó sus manos. Él alisó su traje y peinó su cabello hacia atrás, molesto.
—¿El Diablo? ¿Ese Diablo?
—¿Conoces otro Diablo?
Pandora frunció el ceño. Definitivamente, tenía que estar soñando. Solo seguiría el hilo del sueño hasta que acabara. Si las cosas se ponían feas, entonces haría lo que en otros sueños cuando se presentaban demonios; empezaría a gritar versículos que no entendiera a diestra y siniestra.
Se cruzó de brazos, con el ceño fruncido.
—¿Por qué no lo dijiste antes?
—Bueno, no ando por allí diciéndole a todo el mundo que soy el diablo, ¿sabes? Además, la presentación siempre es lo más importante. Ir al grano es grotesco y es desagradable.
—Me parece más desagradable ser persuasivo y dar tantas vueltas en el mismo sitio. La redundancia es de mal gusto.
Él sonrió, incrédulo.
—Bien, bien, Pandi. Si así lo consideras, seré directo; quiero ayudarte a cumplir tus sue…
—No.
—Ni siquiera me dejaste terminar.
—Ya he visto esto en demasiados libros y películas. Quieres cumplir mis sueños a cambio de mi alma.
—¿No te parece un trato justo?
—¿A cambio de dinero o fama? No. Ambos son muy momentáneos.
—Nunca hablé de fama o dinero. Sé que ese no es tu deseo —sujetó sus hombros y la giró hacia el espejo. En él, apareció el reflejo de Damien, sonriéndole. El corazón de Pandora se paralizó—. Puedes tenerlo a él. Su amor tendría tu nombre grabado en él. Piénsalo. El dinero y la fama son momentáneos, ¿pero acaso no vale la pena entregarlo todo por una buena vida a su lado? Una vida en la que te ame y sean felices. Una vida en la que te mire como tú lo miras a él…
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Editado: 14.06.2023