¡Qué triste reluce la plaza
con sus perros flacos, silentes
y sus ancianos ennegrecidos!
¡Qué triste resuena la calle
con su babel de motores
y madres enloquecidas!
¡Qué triste fenece el día
entre los edificios feroces
y las últimas palomas!
¡Qué triste llega el crepúsculo
sobre la ciudad colérica
y su plétora de paranoias!