Solo se escuchaban como las bombas caían en el techo. Este aguantaba apenas lo suficiente, temblaba y caían pequeños pedazos desmoronándose. La habitación estaba rodeada por metros de hierro y hormigón, así que el calor era casi insoportable.
No había mucho que hacer en esta situación, salvo esperar. Pero... ¿esperar qué? ¿Cómo esperar así simplemente? Esperar la muerte o la vida. Qué situación tan incierta la que presentaba aquella mujer, Lio.
Lio, a pesar de todo, estaba tranquila y pensaba en cómo poder distraerse mientras solo se escuchaban estruendos. Caminó un poco por el pequeño cuarto, mirando cada objeto que allí permanecía, pensando en su esposo e hija. Encontró poco, había solo lo esencial para vivir unos días. Provisiones de alimento, agua, algunas hojas de papel, libros viejos y para dormir ''cómodamente''.
Después de varios días, Lio, dando su habitual ronda por la habitación, encontró un pequeño diario. Se encontraba en un estado deplorable, la portada no tenía titulo, sin embargo, podía notar media firma en la segunda página. La primera parte de este era casi ininteligible, sus hojas estaban demasiado corroídas. Sin pensarlo dos veces, comenzó a leer.
El pequeño diario, relataba los días de una pequeña niña, con una extraña precisión. Detallaba sus más íntimos pensamientos y profundos miedos. Cada vez que Lio avanzaba en el texto, su cuerpo se enfriaba, aunque la habitación estuviera sofocante. Cuando terminó, después de algunas horas, estaba completamente petrificada. Temió tanto en ese momento, ya que la historia que contaba aquellas páginas que había acabado de leer, se parecía de una extraña forma, pero muy similar, a toda su vida. Tanto así, que podía suponer que pasaría en el diario antes de que pasara. Lo más escalofriante de todo, es que el diario contaba de forma detallada como la niña creció hasta convertirse en una mujer, y como padeció sus últimas horas antes de morir.
Se puso de pie después de salir del estado de trance, buscó un pequeño papel y lápiz. Realizó su firma en este, y rasgando ese trozo lo comparó con la firma al inicio del diario. Encajaba perfecto.