Capítulo XXVII — No me hagas esto...

VIOLETT CARTTER

—¡Voy! —Exclamo tras escuchar como tocan la puerta. Bryan no dice nada y me siento muy incómoda. Camino lentamente y todos susurran detrás mío. Han estado extraños últimamente o tal vez he sido yo, siento que me falta algo o para ser más específica alguien. 

Termino de abrirla y no puedo creer lo que mis ojos me muestran. —Sorpresa... —Es Tyler... ¡Es Tyler!... Un extraño sentimiento de asombro y miedo se planta en mi pecho. 

—Hola... —Estoy en una especie de shock, contaba con no verlo lo más pronto posible, tuve que romper toda comunicación por su bien. Ya no noto el yeso, es más alto de lo que recuerdo. —¿Qué haces aquí? —Nunca le di mi dirección, tampoco le dije dónde buscar o preguntar, esto es muy sospechoso.

—Violett ¿Quién es? —Oigo que preguntan desde la sala, es la voz de Allan.

—Ehhhh, dame un momento. —Cierro la puerta tras de mí y abro los ojos como platos, es mucho para mí.

—Que buen recibimiento de tu parte... —Dice sarcásticamente.

—Es solo que no te esperaba... —Sonrío forzosamente. —Oye, yo...

—No, espera, primero mi abrazo. —Se acerca lentamente y lo detengo. —¿Todo bien? —Retrocede desconcertado.

Paso saliva, estoy lista para hablar... No, mejor no. Vamos, Violett. —No quiero vengas a mi casa o me busques más...

—¿Qué estás queriendo decir? —Pregunta confundido, supongo que miente y solo quiere confirmar mis palabras.

—Creo que comprendes perfectamente lo que quiero decir... —Añado friamente, no quiero que note que todo en mi interior se remueve, que siento un nudo en la garganta que me ordena parar. Parece que todo está en mi contra, que quieren mi silencio, hasta yo misma quiero callarme, pero no debo.

—No lo hago. Dudo mucho que no me quieras ver más, somos amigos, eso nada lo pude cambiar. —Parte de su afirmacion es cierta, pero con lo que no cuenta es que puedo dejar de ser su amiga cuando quiera. Es muy imprevisto para él, entiendo que se niegue a la idea, pero debe terminar aceptándolo, no es su decisión, sino la mía.

—No puedo llevar una vida normal, ¿Recuerdas?. Esto es temporal y tú puedes seguir disfrutando de que puedes hacer lo mismo que antes. Así que sí, quiero que disfrutes tu vida, pero lejos de mi... —He practicado este justo instante frente al espejo, anticipando cada movimiento o palabra que pueda decir. 

—¿Eso es lo que quieres? —No. No quiero lastimarlo, pero me está ahorillando a hacerlo.

—Es lo que necesitas... Por fin volviste a ser tú, estás como nuevo... —Demasiado radiante y alegre, nada comparado conmigo. Estoy muriendo, no puedo evitarlo, el tratamiento no contrarrestra lo suficiente y se me está agotando el tiempo. Cada vez es uno más agresivo, para forzarme a funcionar correctamente. 

—¿Y dónde quedan todas nuestras aventuras?... Lo que hicimos, lo que nos faltó hacer... ¿Dónde? —Exige al final una respuesta. Supongo que ha olvidado que eso se quedó en el pasado de hace dos meses, debemos enfrentar lo que nos toca, no podemos continuar viviendo en una fantasía. Este es el mundo real, cruel y despiadado.

—Tu quieres algo que yo no te puedo ofrecer... Yo no tengo un futuro, no lo tengo. Me moriré... —Suelto amargamente.

—No lo harás... —Niega tiernamente, me estremese el corazón no poder darle ese abrazo que tanto desea, pero me aterra que de hacerlo no pueda soltarlo nunca más. Inevitablemente me tendrá que entender y si debo obligarlo a hacerlo, lo haré.

—Deja de mentirte, tú lo sabes, ellos lo saben, solo quieres no pensar es esa posibilidad. Pero ahí está, a la vuelta de la esquina esperando por mí... —Hablo algo desesperada.

—Estaré para ti... —Siento que las lágrimas amenazan con salir, debo admitirlo, soy muy débil para obligarlo a lo que no quiere hacer.

—Tal vez no quiero que lo estes. Es muy injusto ver como luchas contra algo que no puedes vencer... —Retrodezco un paso, no quiero sentirlo tan cerca y a la vez tan lejos.

—No lo dejaré de intentar, no me importa perder la guerra, si eso significa ganar algunas batallas. —Sus dulces palabras me estremecen. ¿Por qué soy así?, debería dejarlo intentar lo que sea que quiera.

—No hagas esto... —Espeto algo suplicante, mi voz tiembla un poco.

—Pues tú no me lo hagas a mí... —Me parte el corazón verlo suplicando por una decisión sin marcha atrás.

—Es mejor que te vayas... —Me abrazo a mi misma y me dispongo a entrar.

—¡Te amo! —Exclama exageradamente con los brazos abiertos. —Así es, loca y perdidamente. —Sonríe desesperadamente en busca de mi aprobación.

—No lo haces, cállate. —Ahora sí, es demasiado para mí. Mi corazon se acelera por tal confesión, mis manos sudan y me pongo más nerviosa de lo normal.

—Este tiempo lejos de tí fue insufrible, solo volví para verte nuevamente. Para acompañarte en lo que pudiera, para estar contigo, para ti... —Las últimas dos palabras son como un leve susurro, que a penas alcanzó a oír. Su expresión es igual a como me siento, creo que ninguno está listo para decir adiós.

—No me hagas esto más difícil... —Logro sacar la poca valentía que me quedaba, para sintetizarla en ese par de palabras.

—Si es difícil alejarme de mí... ¿Por qué lo haces? —Buenas pregunta, lastima que la respuesta no le gustará ni un poco.

—No lo entenderías... —Aprieto fuerte el puño minimizando el llanto.

—Intenta hacerme entender. —Pas su mano por sus fosas nasales. —Haz lo que quieras, pero no esto. Todo menos esto... Esto no es lo que quieres y lo sé. —¿Cómo puede conocerme tan bien en tan poco tiempo? —Si es por miedo, no lo hagas. Quiero estar contigo, y eso nunca lo podrás borrar. —Frunzo el ceño levemente. 

—Adios, Tyler. —Le doy un ultimátum a la plática.

—No me rendiré. Estaré aquí todos los días, por ti. —Me señala groseramente, está decidido, así como yo a no atarlo a un dolor interminable.