—Anvar, ¿hiciste la tarea de álgebra? —me preguntó Wes.
—Sí, ¿no me digas que la olvidaste otra vez? —pregunté con una enorme sonrisa.
—Lo siento, pero es que siempre la olvido ¿Qué puedo hacer al respecto? —dijo Wes rascando la parte trasera de su nuca avergonzado.
—Podrías anotarla, pero conociéndote incluso la olvidarás de esa forma —tomé mi mochila y sace el cuaderno de álgebra— promete que será la última vez que olvidas la tarea.
—Lo prometo.
Los años habrán pasado pero Wes sigue siendo solo un niño, pobre de las chicas que siempre están tras él pensando que es todo un personaje perfecto y maduro. Los días suelen ser lentos y tortuosos como siempre y no podría odiar más específicamente esta hora del día, el almuerzo.
—Anvar, ¿Te vas a comer eso? —dijo Wes señalando mi plato lleno de comida que apenas y había probado.
—¿Quieres mi pedazo de carne?
—Solo si quieres dármelo —Wes siempre usa ese tono de voz más agudo cada que quiere que le de algo, es como una señal de que no puedo negarme ante cualquiera que sea su petición.
—Claro agarrarlo, de todos modos no tengo mucha hambre —Wes no tardó en arrebatar el pedazo de carne de mi plato, yo realmente quería guardarlo para el final y disfrutarlo.
—Ustedes dos, siempre es lo mismo —dijo Anna con aquella estúpida y chillona voz que sólo causa que mis oídos duelan —Wes, se más considerado con ella y deja de siempre pedirle comida.
Wes rio avergonzado —Perdón, pero es que siempre se ve más apetitosa su comida que la mía.
—Pero nos dan la misma comida a todos —dijo riendo Agus. El era el hermano de Anna y desde que conocieron a Wes se le han pegado como sanguijuelas.
Sinceramente no tiene caso tratar de entender sus pláticas, esas hermanos han de haber heredado la peor parte de sus padres porque sino es así no entiendo el porqué sus voces son tan molestas, me gustaría solo decirles que se callaran y que se largaran al nido de donde salieron, ¡oh pero no puedo! Son buenos amigos de Wes y debo ser amables con ellos igual que con él, pero que estupidez.
Pero no todo es malo, creo que he descubierto un pequeño secreto que Wes ha guardado por un largo tiempo y podría traerme un poco de entretenimiento si lo utilizo bien, gracias a que ese pequeño secreto tiene nombre todo es más fácil; Sophia de tercer grado, toda una belleza tanto que incluso yo que soy mujer no la rechazaría si se me declarará. Recuerdo perfectamente el rostro de Wes al verla por primera vez, quedó maravillado, sus ojos brillaban de tan solo verla a la distancia y desde entonces parece seguirla con la mirada cada vez que la ve en la cafetería, ya que ella es un año mayor que nosotros no nos la topamos mucho pero ver a Wes querer tanto a alguien y no poder alcanzarlo es casi satisfactorio.
***
—¿Anvar?
—¿Sí?
—¿Puedo preguntarte algo?
—Por supuesto.
—Tu eres una chica y te gustan los chicos, ¿cierto?
—Wes, ¿qué sucede?
—¿Tu crees que soy atractivo?
Mis ojos se abrieron más de lo que hubiera querido y una sonrisa se dibujo inconscientemente sobre mi rostro, después de tanto tiempo tratando que me confesara su amor por Sophia por fin esta pasando. Por primera vez no me arrepentí de venir a su cuarto como cada tarde.
—Creo que eres bastante atractivo —Wes se sonrojó ligeramente y agachó su mirada —¿Hay alguien que quieres que piense lo mismo?
Wes seguía con la mirada gacha y sus orejas estaban pintadas totalmente de rojo, jugaba un poco con sus dedos y parecía bastante inquieto —Tal vez.
Ahoge un pequeño grito que demandaba que por fin me dijera el nombre de la chica, sin embargo, no me dejé llevar por la impaciencia —¿Puedo saber quien es?
Wes parecía agachar cada vez más su cabeza —Es que... Bueno todavía no estoy seguro y creo que yo jamás le gustaría.
Ojalá que tus palabras se cumplan mi querido Wes— ¿Pero que cosas dices? Quién sea la persona que te ponga de esa manera debería estar ciega para no fijarse en ti.
—¿Tu creés?
—Estoy segura.
Pequeñas lágrimas se apoderaron de los ojos de Wes y con el pestañear del chico fueron cayendo poco a poco dejando el rostro de Wes de una manera tan indefensa.
—Gracias Anvar, sabía que podía confiar en ti.
Sonreí de aquella forma que a él tanto le encanta.
—Siempre puedes confiar en mí.
***
Los días podían pasar de manera rápida así que yo debía ser más rápida que ellos, después del pequeño confesionario en la habitación de Wes lo último que le dije fue que tenía que armarse de valor y declararle sus sentimientos a la persona que tanto amaba. Conociéndolo le tomará días poder hacer algo como eso y más cuando la persona a la que quiere es Sophia, pero me aseguraré que las palabras de Wes "creo que yo jamás le gustaría" no sean en vano.
Tan sólo terminaron las clases y ha hurtadillas me infiltre en el carredor donde se encontraban los salones de todos los de último año, si Wes se estaba preparando mentalmente para confesarse, yo también debía preparar a Sophia para lo mismo.
La chica salió de salón acompañada de otras dos chicas, parecían un trío de modelos por la forma agraciada en que caminaban y el como todos volteaban a verlas como si fueran entes divinos y tal vez si lo eran, sus rostros parecían tallados por Angeles y sus cuerpos tenían las proporciones perfectas, pero no cabía duda que Sophia resaltaba entre las tres.
Quería seguirla antes de que entrara a su próxima clase pero la chica acompañada de su dúo se fue lejos de los salones hasta el final del pasillo donde se encontraban los baños.
—¿Se vería muy acosador si las sigo hasta los baños?
No quería verme como toda una stalcker así que mejor las esperé fuera del baño de damas, pero las chicas no salían incluso la campana que indicaba el cambio de hora había sonado y las chicas no salían del lugar.
—¿Por qué les toma tanto? —ya no había personas en los pasillos y la puerta de los salones ya habían cerrado.