¿Suya?... Ah ok...
No sé si entiendo bien lo que quiere decirme, pero al parecer en algún momento de mis vidas anteriores le vendí el alma a un demonio y a causa de eso no me puedo casar. Confundida fijé mis ojos en los suyos, pareció sonreír sin dejar de acariciar mi mejilla. Pese a la situación, poco a poco comencé a dejar de temblar y sentirme, extrañamente, más segura.
—¿Hay alguna forma de liberarme de ese contrato? —le pregunté.
Pero contrario a lo esperado, pareció decepcionado, el tono de sus ojos incluso pareció apagarse. Me sentí culpable sin entender por qué. Apartó su mano.
—Lo digo... es que... ya me han abandonado como tres veces, ahora último mi ex me dejó hace un día —junté mis manos, algo avergonzada y nerviosa—. Me gustaría saber lo que se siente ser amada de verdad, si rompo el contrato puedo entonces liberarme, y así tener la oportunidad de conocer a alguien que me ame y no me abandone al final... tú lo entiendes ¿cierto?
—Yo te amo —señaló de inmediato con una voz dolida.
¿Me ama? Pero si apenas nos conocemos.
—Amas mi alma —agregué.
Pestañeó confundido y me bajó al piso. Lo observó con mayor atención, sus alas en verdad son impresionantes, y con esa estatura desde el suelo se ve mucho más grande. En una batalla debe ser alguien que con solo su presencia hace retroceder a sus enemigos. Aunque también es apuesto. Me recuerda a esos actores que hacen series de época, y se ven tan fuertes y a la vez tan atractivos...
—¿Por qué dices eso? ¿Crees que no te amo por completo? —preguntó desanimado.
Sus palabras me confunden más. Quisiera entender que fue lo que intercambié en esa vida para creer torpemente que era una buena idea asociarme con un demonio. Y porque él parece tan herido al pedirle que rompa el contrato.
—Sé que le vendí mi alma y mi cuerpo a un demonio, pero compensaré lo que me diste a cambio de mi alma —concluí cruzando los brazos.
—¿De qué está hablando? —señaló Brando volviendo a su forma humana, pero esta pregunta no fue dirigida hacia mí, sino al gato andino a su lado, a Waldo.
—Pienso que se le perdió un tornillo a la señorita —respondió con seriedad.
Me sentí ofendida, pero antes de que reclamara Brando se acercó y colocó sus manos en mis hombros, con expresión sería. Se ha vuelto a colocar sus anteojos. De verdad, en su forma de demonio es intimidante, y atractivo, pero en su forma humana es apuesto y elegante. Creo que en mi vida anterior me deje llevar por la apariencia de Brando y por eso firmé un contrato que terminó por perjudicarme.
—Siento que está confundiendo las cosas —dijo antes de soltar un suspiro—. En primer lugar, no soy un demonio, soy un ser celestial perteneciente al reino de Las alas oscuras, un maestro de categoría A. En mi vida anterior fui el pilar de la emperatriz Alyskara. No compro alma ni cosas así, la esclavitud está penada desde hace siglos. Estoy enamorado de usted desde que la vi la primera vez, cuando se detuvo a ayudar a un niño harapiento, en sus inicios como emperatriz. Por eso me empeñé en entrar a la academia y lograr el grado más alto de un alas negras, que es ser el guardián de uno de los pilares del reino. Pero fuimos atacados, y antes de morir me pidió que le ayudara a esconder sus recuerdos, para poder renacer como humana y tener el tiempo para sanar su corazón. A cambio, usted prometió que al volver y recuperarse, me amaría de la misma forma como yo la amaba a usted.
Me quedé en silencio, procesando todo lo que acaba de decir. Hubiera sido más entendible la simple historia del demonio que compra almas. Pero hay un tema que me ha quedado dando más vueltas que otra cosa.
—Entonces... ¿Te prometí, que seremos pareja? —la verdad es que sería la propuesta más extraña que he recibido en mi vida. Obviando a mi novio de secundaria que me pido noviazgo mientras cantaba desde arriba de un árbol.
Brando me soltó y me dio la espalda, acercándose a la chimenea y encendiéndola con las esferas de fuego que emergieron de la palma de su mano.
—Siempre y cuando pueda recuperarse, sus recuerdos los seguiré protegiendo, porque si se los entrego ahora con ese cuerpo humano tan débil, su corazón estallará en pedazos.
Palidecí al escucharlo. En ese caso mejor muero soltera. Estaba a punto de decirlo cuando levantó ambas manos hacia mi dirección. Alcé mis cejas, confundida, ¿acaso me va a lanzar una de sus bolas de fuego?
—Clausum dimisit —dijo con voz sería.
Y apenas lo dijo, sentí un horrible dolor en mi espalda, como si mis huesos intentaran desprenderse de mi cuerpo. Caí de rodillas intentando entender que es lo que ha pasado. Me acaba de atacar de la nada, cuando hace poco había dicho que me iba a amar, ¿qué clase de cruel juego es este?
El mismo tipo que acaba de atacarme corrió a sostenerme entre sus brazos, mirándome preocupado, para luego sostener mis manos.
—¿Qué... haces? —le pregunté apretando los dientes al sentir mi cuerpo arder, intenté alejarlo en vano, si logro alejarme podría huir... ¿Cómo? Ni siquiera puedo moverme, me ahogo, siento que apenas puedo respirar—. Duele... ¡¿Qué acabas de hacerme?!
—Intento que vuelvas a tu cuerpo normal, pero tus huesos no parecen recordar como eran antes de convertirte en humana —dijo seriamente arrugando el ceño, parece que no es algo que se esperaba que sucediera. Eso me asustó aún más—. Muerde mi mano si con eso puedes sentirte mejor.
Me sentiría mejor si pudiera matarte...
—Duele... mucho... maldito hijo de...
Si alguna vez creí que el dolor de estómago o una muela infectada duelen, esto no se compara en nada. Apreté los dientes sintiendo que voy a estallar en pedazos si esto no se detiene. Agarré a Brando del cuello de su camisa.
—Haz... que se detenga...
Y lo solté cuando el dolor casi me hizo perder la razón. Dos enormes alas grises brotaron hacia atrás al mismo tiempo que solté un grito, mi espalda parecía desgarrarse, mis huesos salir hacia afuera y extenderse como si al fin fueran liberados. Sentí que me desvanecía en los brazos de Brando, cansada y adolorida, pero por su mirada afectada parece que esto aún no acaba. O no acabó como él esperaba.