Salimos de la ciudad. Todo luce tan tranquilo que asusta, en todo el viaje no logré ver más personas en las calles ni otros vehículos, para pedir ayuda. No despegue en ningún momento mi atención del exterior. La niebla sigue igual de densa sin permitirme ver el paisaje.
Contemplé de reojo al hombre que está sentado a mi lado. Es intimidante, también atractivo. Mi jefe, Brando, mantiene su mirada hacia el exterior con expresión preocupada. No respondió mi pregunta, ni agregó nada más que un 'tenemos que salir rápido de este lugar'.
No sé cómo hizo que sus alas negras desaparecieran, porque las dos alas grises que me salieron a mí siguen aquí. Atadas a mi espalda para poder permitirme subir al auto. Son lo bastante pequeñas para que no dieran mayores problemas.
—¿No me responderá hasta el final del camino? —le pregunté tensando mi semblante.
Entiendo que él es una especie de esos alados, como también lo es Miguel. Incluso entiendo que su conductor sea un ser pantera - humano. Pero, ¿qué tengo que ver yo en toda esta situación?
Si soy humana, lo he sido toda mi vida, ¿qué pasó para que me aparecieran esas dos pequeñas y deslucidas alas grises solo por besarlo para salvar su vida?
—No deberían haber sido grises... —masculló masajeándose las sienes con gesto cansado—. ¿Por qué lo son? ¿Por qué?
—No me interesa si son grises o no, lo que le pregunto es, ¿por qué tengo alas? —repliqué con seriedad.
Me quedó mirando sin decir nada, parece confundido y desilusionado. ¿Esperaba que no me salieran alas? ¿O qué estás no fueran así, grises y pequeñas? Ya el solo hecho que aparezcan alas a un humano es suficiente para cualquier otro.
—No las quiero, ayúdame a quitarlas —le dije al darme cuenta de que no obtendré respuesta.
—¿Quitarlas? —alzó sus cejas.
—Sí, sacarlas, desaparecerlas, cortarlas, lo que sea...
—No, no puedes pedir que te las corten, eso... es un sacrilegio, es como si pidieras que te cortaran las piernas —indicó arrugando el ceño.
—No es lo mismo —reclamé con molestia.
Si son tan importantes, entonces, ¿por qué no me dice lo que está pasando?
Parecía a punto de hablar cuando de repente el auto se detuvo. Llegamos a un lugar desolado, extenso y oscuro. Las estrellas son lo único llamativo y hermoso de ese paisaje vacío.
El hombre pantera abrió la puerta del vehículo para que bajáramos, titubeé. Mi corazón se agitó sobrecogido ante el paisaje poco alentador que hay en el sitio. Sin nada más que pasto húmedo.
Es una llanura sin árboles, sin arbustos, solo pasto que rodea todo el lugar, que pareciera incluso haber sido cortado a la perfección. Pero el terreno es tan extenso que si eso fue así, tuvieron que usar la ayuda de más de un jardinero. El sitio perfecto para hacer desaparecer a alguien sin dejar rastros.
—Es más seguro ir a la casa —habló Brando extendiendo su mano para ayudarme a bajar del auto.
No sé de qué casa habla, pero me aferré con más fuerzas al asiento.
—No lo creo... ¿No hay un lugar, algo menos... espeluznante? —exclamé y me miró como si no entendiera mi reacción.
—Si te quedas aquí "ellos" van a venir a buscarla —dicho esto hizo el ademán de alejarse.
El hombre pantera lo siguió y ambos se alejaron con calma. Quedarme sola en este sitio, está lejos de lo que le gustaría a cualquiera.
Descendí del auto, y al hacerlo pude ver la casa de la cual hablaba, es enorme, de dos pisos, de un tono blanco y lúgubre, sobre una oscura colina con apenas visibilidad. Parece incluso no haber sido habitada en años. La casona tiene un ambiente tan sombrío que solo de verla hace que mi cuerpo tiemble. ¿Para qué me trajo a este lugar?
Caminé con dificultad por las alas que no me permiten mantener el equilibrio y luchan por ser liberadas al estar amarradas, es como si tuvieran vida propia y no fueran una parte de mí.
Tenso mi rostro cuando me toma de la muñeca y me resisto a seguirlo. Detiene sus pasos contemplándome dolido.
—Siento tanto que las cosas se hayan dado así, hubiera preferido que todo hubiera sido distinto —musitó mi jefe.
Bufé, aunque no tengo intenciones de pelear. Me molesta el hecho de que sigue negándose a responder mi duda sobre porque tengo alas, y ahora luzca tan herido como si no le doliera que esto esté pasando. Es irónico.
—Yo preferiría que me ayude a quitarme estas alas y que pueda volver a mi departamento —respondí sin mirarlo ni detener mis pasos.
—No puedo cumplir con eso, ir a tu departamento es peligroso, es más seguro quedarnos acá—dijo seriamente tomándome entre sus brazos—. La casa está protegida con magia, es invisible a los ojos de los otros seres.
Me asusté, y sin pensarlo me afirmé de su cuello. Brando me carga como si no pesara nada. Mantiene su mirada en el camino sin decir palabra alguna.
No supe qué hacer, si intentar golpearlo, huir, correr, pero el problema es que intenté que me soltara y parece que su cuerpo es tan duro como una piedra. Entramos a la casa donde finalmente me bajó con cuidado.
Apenas me vi libre, me alejé de él. El interior de la casa, contrario a lo que parecía desde afuera, es bastante iluminado y acogedor, es extraño que desde el exterior pareciera una casa abandonada, y adentro, en cambio, es como un lugar lleno de vida. Mi jefe suspiró apoyando sus manos sobre el velador.
—Si tuviera todo mi poder hubiera sido más fácil haber huido —dijo acercándose.
No entiendo que quiso decir, solo lo miré en silencio notando su preocupado semblante. Ahí pude notar sus ojos de color violeta, es tal como esa vez en el tejado cuando comenzó a actuar extraño y todo en mi vida se desordenó de esta forma.
—¿Ahora qué haremos? —se acercó acomodando mi cabello desordenado detrás de mi oreja con un gesto cariñoso que fue confuso—. Las cosas no están saliendo como las planeaba...
Sus palabras tampoco puedo entenderlas con claridad. Luego de eso se alejó chasqueando los dedos. Apenas lo hizo apareció un hombre con orejas de gato, tal cual su chófer. Pero este incluso tiene cola de gato.