Alyssa Potter y El Cáliz de Fuego

CAPITULO VEINTIDOS

—¡Potter! ¡Weasley! ¿Quieren poner atención? 


La irritada voz de la profesora McGonagall restalló como un látigo en la clase de Transformaciones del jueves, y tanto Ron como yo nos sobresaltamos.  

La clase estaba acabando. Habíamos terminado el trabajo: las gallinas de Guinea que habíamos estado transformando en conejillos de Indias estaban guardadas en una jaula grande colocada sobre la mesa de la profesora McGonagall (el conejillo de Neville todavía tenía plumas), y habíamos copiado de la pizarra el enunciado de nuestros deberes («Describe, poniendo varios ejemplos, en qué deben modificarse los encantamientos transformadores al llevar a cabo cambios en especies híbridas»). La campana iba a sonar de un momento a otro. Cuando Ron y yo, que habíamos estado luchando con dos de las varitas de pega de Fred y George a modo de espadas, levantamos la vista, Ron sujetaba un loro de hojalata, y yo, una merluza de goma.  

Le sonreí a modo de disculpa y Ron solo se rascó la cabeza. 

—Ahora que Potter y Weasley tendrán la amabilidad de comportarse de acuerdo con su edad —musitó la profesora McGonagall dirigiéndonos a los dos una mirada de enfado cuando la cabeza de mi merluza cayó al suelo (súbitamente cortada por el pico del loro de hojalata de Ron) —, tengo que decirles algo a todos ustedes.  

»Se acerca el baile de Navidad: constituye una parte tradicional del Torneo de los tres magos y es al mismo tiempo una buena oportunidad para relacionarnos con nuestros invitados extranjeros. Al baile sólo irán los alumnos de cuarto en adelante, aunque si lo desean pueden invitar a un estudiante más joven...  
Mi compañera de habitación, Lavender dejó escapar una risita estridente. Parvati le dio un codazo en las costillas, haciendo un duro esfuerzo por no reírse también, y las dos miraron a Ron. La profesora McGonagall no les hizo caso, lo cual nos pareció injusto, ya que a Ron y a mi sí que nos había regañado.  

—Será obligatoria la vestimenta de gala —prosiguió la profesora McGonagall—. El baile tendrá lugar en el Gran Comedor, comenzará a las ocho en punto del día de Navidad y terminará a medianoche. Ahora bien... —La profesora McGonagall recorrió la clase muy despacio con la mirada—. El baile de Navidad es por supuesto una oportunidad para que todos echemos una cana al aire —mencionó, en tono de desaprobación.  
Lavender se rio más fuerte, poniéndose la mano en la boca para ahogar el sonido. Comprendí dónde estaba aquella vez lo divertido: la profesora McGonagall, que llevaba el pelo recogido en un moño muy apretado, no parecía haber echado nunca una cana al aire, en ningún sentido.  

—Pero eso no quiere decir —prosiguió la profesora McGonagall— que vayamos a exigir menos del comportamiento que esperamos de los alumnos de Hogwarts. Me disgustaré muy seriamente si algún alumno de Gryffindor deja en mal lugar al colegio.  

Sonó la campana, y se formó el habitual revuelo mientras recogíamos las cosas y nos echabamos las mochilas al hombro.  

La profesora McGonagall llamó por encima del alboroto:  

—Potter, por favor, quiero hablar contigo.  

Me acerqué a la mesa de la profesora con expresión sombría y me mordí las uñas, nerviosamente. 
¿Acaso hice algo malo? No recordaba que haya hecho algo que ameritaba algún castigo. 
La profesora McGonagall esperó a que se hubiera ido el resto de la clase, para dirigirse a mi:  

—Potter, los campeones y sus parejas...  

—¿Qué parejas? —pregunté sorprendida. 

¿Teníamos que tener parejas?  

La profesora McGonagall me miró recelosa, como si pensara que intentaba tomarle el pelo.  

—Sus parejas para el baile de Navidad, Potter —repitió con frialdad—.Sus parejas de baile.   
Sentí que se me encogían las tripas por el pánico. Nadie me había mencionado ese detalle. 

—¿Parejas de baile? —Noté cómo me ponía roja—. Yo no bailo —me apresuré a decir.  

—Sí, claro que bailas —replicó algo irritada la profesora McGonagall—. Eso era lo que quería decirte. Es tradición que los campeones y sus parejas abran el baile.  

Me imaginé de repente a mí misma usando el tipo de vestido con volantes que tía Petunia se ponía siempre para ir a las fiestas y que algún chico con sombrero de copa y frac me acompañara hasta la pista de baile.  

—Yo no bailo —insistí, sacudiendo mis pensamientos—No sé hacerlo. 

—Es la tradición —declaró con firmeza la profesora McGonagall—. Tú eres campeona de Hogwarts, y harás lo que se espera de ti como representante del colegio. Así que encárgate de encontrar pareja, Potter.  

—Pero... yo no...  

—Ya me has oído, Potter —dijo la profesora McGonagall en un tono que no admitía réplicas.    
Una semana antes, habría pensado que encontrar una pareja de baile era pan comido comparado con enfrentarse a un colacuerno húngaro. Pero, habiendo ya pasado esto último, y teniendo que afrontar la perspectiva de que un chico me invitara y que bailara con él, me parecía que era preferible volver a pasar por lo del colacuerno.  

Nunca había visto que se apuntara tanta gente para pasar las Navidades en Hogwarts. Yo siempre lo hacía, claro, porque la alternativa que me quedaba era regresar a Privet Drive, pero siempre había formado parte de una exigua minoría. Aquel año, en cambio, daba la impresión de que todos los alumnos de cuarto para arriba se iban a quedar, y todos parecían también obsesionados con el baile que se acercaba, sobre todo las chicas. Y era sorprendente descubrir de pronto cuántas chicas parecían haber en Hogwarts. Nunca me había dado cuenta de eso. Chicas que reían y cuchicheaban por los corredores del castillo, chicas que estallaban en risas cuando los chicos pasaban por su lado, chicas emocionadas que cambiaban impresiones sobre lo que llevarían la noche de Navidad. 

Jamás me había preocupado que mi ropa fuera el último grito de moda, simplemente me conformaba con unos vaqueros y alguna sudadera, aunque fueran de segunda mano o que le hubieran pertenecido a mi primo Duddley. Me impresionaba la manera en que las demás chicas fueran de un lado a otro parloteando acerca de vestidos, maquillaje o sobre los chicos que las invitaron al baile. 



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En el texto hay: hogwarts, cáliz de fuego, potter

Editado: 15.04.2020

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