Alyssa Potter y El Prisionero de Azkaban

CAPITULO DIECIOCHO

Las palabras de Black eran tan absurdas que me costó un rato comprender lo que había dicho. Luego, Will rompió el silencio y nos sorprendió a todos riéndose sin humor.

—Es una locura—murmuró negando con la cabeza—Azkaban te quitó la poca cordura que tenías.

El rostro de Black se descompuso.

—Estoy diciendo la verdad—soltó con ansiedad.

—¡Absurdo! —exclamó Hermione con voz débil.

—¡Peter Pettigrew está muerto! ¡Lo mató hace doce años!—gritó Ron

Señaló a Black, cuya cara sufría en ese momento un movimiento espasmódico.

—Tal fue mi intención —explicó, enseñando los dientes amarillos—, pero el pequeño Peter me venció. ¡Pero esta vez me vengaré!

Y dejó en el suelo a Crookshanks antes de abalanzarse sobre Scabbers; Ron gritó de dolor cuando Black cayó sobre su pierna rota.

—¡Sirius, NO! —gritó Lupin, corriendo hacia ellos y separando a Black de Ron—. ¡ESPERA! ¡No puedes hacerlo así! ¡Tienen que comprender! ¡Tenemos que explicárselo!

—Podemos explicarlo después —gruñó Black, intentando desprenderse de Lupin y dando un zarpazo al aire para atrapar a Scabbers, que gritaba como un cochinillo y arañaba a Ron en la cara y en el cuello, tratando de escapar.

—¡Tienen derecho... a saberlo... todo! —jadeó Lupin sujetando a Black—. ¡Es la mascota de Ron! ¡Hay cosas que ni siquiera yo comprendo! ¡Y Allie y tu hijo...! ¡Tienes que explicarle la verdad a Allie y a Will, Sirius!

Black dejó de forcejear; aunque mantuvo los hundidos ojos fijos en Scabbers, a la que Ron protegía con sus manos arañadas, mordidas y manchadas de sangre.

—De acuerdo, pues —dijo Black, sin apartar la mirada de la rata—. Explícales lo que quieras, pero date prisa, Remus. Quiero cometer el asesinato por el que fui encarcelado...

—Están locos los dos —dijo Ron con voz trémula, mirándonos en busca de apoyo—. Ya he tenido bastante. Me marcho.

Intentó incorporarse sobre su pierna sana, pero Lupin volvió a levantar la varita apuntando a Scabbers.

—Me vas a escuchar hasta el final, Ron —ordenó en voz baja—. Pero sujeta bien a Peter mientras escuchas.

—¡NO ES PETER, ES SCABBERS! —gritó Ron, obligando a la rata a meterse en su bolsillo delantero, aunque se resistía demasiado. Ron perdió el equilibrio. Will y Hermione lo cogieron y lo tendieron en la cama. Ron soltó un quejido y Lupin trató de acercarse pero con un impulso, lo apunté con mi varita.

—No se acerque a nosotros—lo amenacé—Apártese ahora mismo.

—Está bien—accedió Lupin y levantó las manos con gesto tranquilizador.

—Hubo testigos que vieron morir a Pettigrew —protestó Will escéptico—. Toda una calle llena de testigos, no les creas nada Allie, es un truco.

Pero Black y Lupin me miraban con suplica.

—¡No vieron, creyeron ver! —respondió Black con furia, vigilando a Scabbers, que se debatía en las manos de Ron—No es ningún truco.

—Muy bien, entonces háblenme de Pettigrew—demandé saber sin dejar de apuntarles.

—Todo el mundo creyó que Sirius mató a Peter —confirmó Lupin—. Yo mismo lo creía hasta que he visto el mapa esta noche. Porque el mapa del merodeador nunca miente... Peter está vivo. Ron lo tiene entre las manos, Allie.

Bajé la mirada hacia Ron, y al encontrarme sus ojos, nos entendimos sin palabras: indudablemente, Black y Lupin estaban locos. Nada de lo que decían tenía sentido. ¿Cómo iba Scabbers a ser Peter Pettigrew? Will tenía razón, Azkaban debía de haber trastornado a Black, después de todo. Pero ¿por qué Lupin le seguía la corriente? Entonces habló Hermione, con una voz temblorosa que pretendía parecer calmada, como si quisiera que el profesor Lupin recobrara la sensatez.

—Pero profesor Lupin: Scabbers no puede ser Pettigrew... Sencillamente es imposible, usted lo sabe.

—¿Por qué no puede serlo? —preguntó Lupin tranquilamente, como si estuviéramos en clase y Hermione se limitara a plantear un problema en un experimento con grindylows.

—Porque si Peter Pettigrew hubiera sido un animago, la gente lo habría sabido. Estudiamos a los animagos con la profesora McGonagall. Y yo los estudié en la enciclopedia cuando preparaba el trabajo. El Ministerio vigila a los magos que pueden convertirse en animales. Hay un registro que indica en qué animal se convierten y las señales que tienen. Yo busqué «Profesora McGonagall» en el registro, y vi que en este siglo sólo ha habido siete animagos. El nombre de Peter Pettigrew no figuraba en la lista.

Iba a asombrarme de la escrupulosidad con que Hermione hacía los deberes cuando Lupin se echó a reír.

—¡Bien otra vez, Hermione! —la felicitó—. Pero el Ministerio ignora la existencia de otros tres animagos en Hogwarts.

—Si se lo vas a contar; date prisa, Remus —gruñó Black, que seguía vigilando cada uno de los frenéticos movimientos de Scabbers—. He esperado doce años. No voy a esperar más.

—De acuerdo, pero tendrás que ayudarme, Sirius —dijo Lupin—. Yo sólo sé cómo comenzó...

Lupin se detuvo en seco. Había oído un crujido tras él. La puerta de la habitación acababa de abrirse. Los seis nos volvimos hacia ella. Lupin se acercó y observó el rellano.

—No hay nadie.

—¡Este lugar está encantado! —exclamó Ron.

—No lo está —negó Lupin, que seguía mirando a la puerta, intrigado—. La Casa de los Gritos nunca ha estado embrujada. Los gritos y aullidos que oían los del pueblo los producía yo. —Se apartó el ceniciento pelo de los ojos. Meditó un instante y añadió—: Con eso empezó todo... cuando me convertí en hombre lobo. Nada de esto habría sucedido si no me hubieran mordido... y si no hubiera sido yo tan temerario.

Estaba tranquilo pero fatigado. Iba Ron a interrumpirle cuando Hermione, que observaba a Lupin muy atentamente, se llevó el dedo a la boca.

—¡Silencio!

—Era muy pequeño cuando me mordieron —prosiguió Lupin—. Mis padres lo intentaron todo, pero en aquellos días no había cura. La poción que me ha estado dando el profesor Snape es un descubrimiento muy reciente. Me vuelve inofensivo, ¿se dan cuenta? Si la tomo la semana anterior a la luna llena, conservo mi personalidad al transformarme... Me encojo en mi despacho, convertido en un lobo inofensivo, y aguardo a que la luna vuelva a menguar. Sin embargo, antes de que se descubriera la poción de matalobos, me convertía una vez al mes en un peligroso lobo adulto. Parecía imposible que pudiera venir a Hogwarts. No era probable que los padres quisieran que sus hijos estuvieran a mi merced. Pero entonces Dumbledore llegó a director y se hizo cargo de mi problema. Dijo que mientras tomáramos ciertas precauciones, no había motivo para que yo no acudiera a clase. —Lupin suspiró y me miró—. Te dije hace meses que el sauce boxeador lo plantaron el año que llegué a Hogwarts. La verdad es que lo plantaron porque vine a Hogwarts. Esta casa —Lupin miró a su alrededor melancólicamente—, el túnel que conduce a ella... se construyeron para que los usara yo. Una vez al mes me sacaban del castillo furtivamente y me traían a este lugar para que me transformara. El árbol se puso en la boca del túnel para que nadie se encontrara conmigo mientras yo fuera peligroso.




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