Alyssa Potter y La Piedra Filosofal

CAPITULO OCHO

 

Gellert Grindelwald había alcanzado un alto reconocimiento como el mago más tenebroso por sus actos de magia negra. Parecía que llegaría hasta la cima del mundo con su ejército pero la historia dio un giro inesperado cuando alguien logró superar su maldad.

Después de la legendaria batalla contra Albus Dumbledore, Grindelwald fue encarcelado en Nurmengard, una prisión creada por él. Hasta ese momento Grindelwald quedó en el pasado cuando, años después, apareció otro hombre que se adueñó del encabezado como el mago oscuro más temido en todos los tiempos.

Su habilidad por las Artes Oscuras y la despiadada manera con la que terminaba con sus enemigos, provocó que nadie pudiera ser capaz de pronunciar su nombre. El mundo fue testigo de los actos más grotescos de los que jamás se habría imaginado. Ni siquiera Grindelwald había llegado tan lejos.

El poder del Innombrable logró un extenso dominio y el número de sus seguidores crecía cada día que pasaba. Ya no quedaba esperanza y parecía que esa terrible época jamás tendría fin.

Por otra parte, es muy conocido el papel importante que jugó la familia Potter. Sin embargo, la hija de este matrimonio fue quien terminó llevándose el protagonismo de esta trágica historia. 
Nadie sabe con exactitud el porqué del interés del Innombrable sobre los Potter, su objetivo pareció cumplirse al cobrar las vidas de esta joven pareja. 
Una vez más, el temido mago había realizado otro de sus malvados actos. Solo le quedaba terminar con la pequeña y todo habría terminado. 
Aquella terrible noche, sucedió algo extraordinario que nadie esperaba. De un momento para otro, Alyssa Potter se convirtió en la primera persona (y tal vez la única) en sobrevivir a la maldición asesina y ser la causante de la caída de El Que No Debe Ser Nombrado...

Cerré de golpe el libro.

No me había dado cuenta que dejé de respirar. Fue la peor idea que pude haber tenido. Había tomado prestado uno de los libros que Hermione Granger tenía al lado de su cama. Mis pesadillas me habían despertado a mitad de la noche y pensé que leer un poco me ayudaría a conciliar el sueño pero fue todo lo contrario. La lectura me inquietó más de lo que ya estaba.

Enterré mi cara en mis rodillas y me abracé con fuerza a ellas. Desde un principio sabía que no sería fácil estar en un colegio extraño con chicos extraños. Y lo peor de todo era que yo era aún más extraña.
Hagrid me había advertido sobre mi fama entre los magos pero nunca creí que fuera hasta este punto.

Por un segundo, quise estar con la señora Figg. Ella era lo más cercana a una amiga y ahora estaba lejos, a miles de kilómetros.
Casi podía escucharla diciéndome que fuera valiente y no pude evitar sonreír tristemente.

Un crujido me alertó pero no me molesté en moverme. Escuché el movimiento de la cama que estaba a mi derecha y el sonido de unos pasos.

—¿Desde cuándo estabas despierta?—murmuré sin levantar la vista.

—Cuando te escuché gritar en sueños—dijo Hermione con voz baja—¿Estás bien?

Sentí hundirse mi colchón y me atreví mirar a mí compañera.

—¿Desperté a alguien más?

Hermione negó con la cabeza y en efecto, tenía razón. Escuché con atención las suaves respiraciones de Parvati y Lavender.
Agradecí que guardara silencio por un momento. Ya era demasiado vergonzoso que alguien me escuchara en sueños. Su compañía fue lo que necesitaba y me agradó.
Pasaron unos minutos cuando ella decidió romper el silencio.

—No es fácil, ¿Cierto?

—Que todos conozcan tu nombre y que sea famosa porque mis padres murieron y yo no.—murmuré mordazmente—Es más que difícil.

—Lo lamento—Hermione agachó su cabeza, pareciendo apenada.

Inmediatamente me sentí mal. Hermione estaba tratando de ser amable conmigo y yo me estaba comportando como una tonta.

—No tienes por qué—dije soltando una risa, sorprendiéndonos a ambas —Después de todo, fue interesante descubrir que existe la magia.

El rostro de Hermione se iluminó.

—Fue más que interesante, mis padres no podían creerlo. ¿Tu familia lo sabía?

—Claro que lo sabían, me lo ocultaron por años. Se volvieron locos cuando me llegó mi carta—Y le conté todo lo que sucedió, desde la llegada de la primera carta hasta la visita de Hagrid.

Hermione y yo reímos, hasta que Lavender nos mandó callar.

—Tus tíos suenan terribles personas—susurró cuando Lavender se volvió a dormir.

—Ya me acostumbré—levanté los hombros sin importancia.

—Te imaginé diferente—dijo de repente—No eres lo que esperaba.

—¿A qué te refieres?

—Bueno, en el tren escuché un montón de absurdas historias sobre ti. Pensé que serías arrogante y que te gustaba llamar la atención pero eres todo lo contrario—Se apresuró a decir.

—Creo que es más el estilo de Malfoy—contesté arrugando la frente.

—Lo sé—Las dos bostezamos de pronto y me di cuenta que ya era muy tarde—Creo que tenemos que dormir, no queremos llegar tarde en nuestro primer día.

Hermione se levantó de un salto, rodeó la cama y abrió su baúl. Lo removió hasta que encontró lo que estaba buscando y se acercó de nuevo a mí.

Me tendió un libro de pastas desgastadas y yo la miré sin comprender.

—Cógelo —insistió—Si te cuesta dormir, este libro te puede ayudar. Es de un autor muggle y es mi favorito. Yo lo leo cuando me siento sola.

—Te lo devolveré cuando lo termine— Lo tomé insegura y le dediqué una sonrisa sincera.

—No, es un obsequio. En mi casa tengo otro.

— Gracias.

Ella sonrió a modo de respuesta y se fue a acostar.
Esto era nuevo, no sé lo que era pero me gustó. Me acomodé de lado y abracé el libro hasta quedar dormida.

A la mañana siguiente, ya no encontré a Hermione. Tampoco mis otras compañeras estaban y sus camas ya estaban hechas. Me levanté deprisa, tomé el uniforme y me vestí lo más rápido que pude.
Tomé la mochila y bajé las escaleras. Ron ya estaba esperándome en la Sala Común.




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