Alyssa Potter y La Piedra Filosofal

CAPITULO DOCE

Aclaración:

Ya les había comentado que iba cambiar algunas partes de la historia y agregar personajes.
Ya todos conocemos que Allie se parece a Lily pero tiene los ojos de James. Bueno, en este caso, James tiene los ojos verdes mientras que Lily los tiene azules.

Disfruten la lectura 😉

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La Sala Común de Gryffindor estaba de fiesta. Entre risas y conversaciones se festejaba el triunfo del partido de Quidditch. Fred y George Weasley no paraban de gritar junto con el resto de mi equipo. Incluso Oliver se mostraba alegre y les decía a todos que este año ambas copas serían para nuestra casa.

Entre tanto alboroto, yo no podía tener el mismo ánimo. Después de tantas palmadas en la espalda, apretones de mano y felicitaciones, me quedé en un sillón frente a la chimenea. Nadie paraba de adularme por mi vuelo en el partido y yo tensaba una sonrisa a modo de respuesta.

Si no hubiera ocurrido el incidente del partido, quizás hubiera estado festejando junto con mis amigos.

Pero mi mente estaba ocupada en una sola cosa. Snape había tratado de matarme en plena luz del día y de no ser por Hermione me habría convertido en un saco de huesos rotos. Comprendí que el odio del profesor de Pociones que tenía hacia mí, no lo hacía la única razón para asesinarme. Él no desconocía mis sospechas acerca de su búsqueda del objeto que vigilaba el perro de tres cabezas.

Todo este misterio no me dejaba en paz. Muy en el fondo, moría por conocer los propósitos que tenía Snape con aquel objeto y era muy claro que no era para algo bueno.

Sentí el sillón hundirse en ambos lados de mí. Ron y Hermione se unieron conmigo, ninguno de los dos parecía estar disfrutando de la fiesta y por las expresiones de sus caras, supe que ellos también les preocupaba el asunto.

—¿Qué planeas, Allie?—preguntó Hermione en voz baja—¿Qué haremos ahora?

—Porque vamos a hacer algo.—le siguió Ron—¿Cierto, Allie?

Estaba contra la pared, atrapada entre lo que tenía y lo que no podía hacer. Desde un principio, supe que no era un juego de detectives y estaba poniendo en peligro a mis amigos.
Sin embargo, ellos estaban a mi lado tan dispuestos pero también asustados. Aún éramos demasiado jóvenes e inexpertos para enfrentarnos contra un hombre que conocía sobre las artes oscuras, y decirle al director era una pésima idea porque sonaba ridículo que unos estudiantes acusaran a un profesor sin ninguna prueba.

—Evitaremos que consiga lo que sea que esté detrás de la trampilla—contesté—Sin querer, Hagrid nos dio una pieza fundamental pero si seguimos insistiendo, no creo que nos llegue a decir más.

—¿Qué hay de Snape?—replicó Hermione—Dudo que sea la única vez que intente algo contra ti.

—Entonces tenemos que apresurarnos antes de que termine conmigo, Nicolás Flamel es nuestra mejor opción—miré a Hermione — Debes de saber quién es, ¿no?

Hermione arrugó la frente tratando de recordar pero negó con la cabeza.

— Lo buscaremos nosotros mismos en la biblioteca—propuso Ron.

—Tardaremos semanas—contradijo mi amiga—Tal vez meses.

—¿De qué hablas?—exclamó Ron sorprendido—Tú te la pasas metida ahí.

—Pero no es para tanto, Ron —dijo Hermione rodando los ojos— Mejor le preguntamos a la bibliotecaria.

Ron y yo hicimos las mismas muecas de disgusto.

—Sería más fácil domesticar al perro antes de que la señora Pince nos ayude.

—¿Alguno de ustedes tiene una mejor idea?—preguntó Hermione con enojo—Porque no veo que estén aportando mucho.

—Will— dijo Ron de pronto— Él prácticamente vive en la biblioteca, incluso más que Hermione.

Hermione se cruzó los brazos con gesto ofendido.

—¿Crees que quiera?—le pregunté.

—No— dijo con sinceridad y mi esperanza se fue abajo—Pero le puedes decir tú.

Reí nerviosamente.

—¿Qué te hace pensar que él va a escucharme?

—Porque yo no soy la persona indicada para pedirle eso—explicó—Desde que encontramos la trampilla, sigue molesto conmigo.

—Estoy segura que si tú se lo pides, él acudirá a ayudarnos—opinó Hermione.

—Es una mala idea—les dije mirándolos como si estuvieran locos—No le agrado a tu hermano.

Recordé las veces en las
que me miraba con desaprobación.

—Claro que le agradas.

—Desde que somos amigos, piensa que soy una mala influencia para ti.

—Si yo se lo digo de seguro me veré amenazado con mi madre— dijo Ron— Al menos inténtalo, además dijiste que harías cualquier cosa.

Señaló con la barbilla y mi vista se clavó en el lugar en el que siempre frecuentaba Will. Estaba sentado, con un libro en sus manos en una esquina de la sala común.

—Creo que preguntarle a la señora Pince es una mejor idea—les dije removiéndome incómoda.

—¿Quieres saber quién es Flamel o no?—dijo Ron con impaciencia.

—Claro que quiero—repliqué.

—Ahí está tu oportunidad.

Los miré insegura hasta que suspiré vencida.

—Los detesto a ambos—dije entre dientes.

Ron y Hermione no pudieron ocultar sus sonrisas, y yo me contuve de golpearlos.

Me levanté a regañadientes y me adentré entre el gentío. Fue difícil porque algunos chicos me detuvieron varias veces y me invitaron a seguir la fiesta pero los rechacé amablemente.
Mi vista no se despegó de Will mientras caminaba cuidadosamente. Ensayé en mi mente un largo discurso que justificaba mis motivos del plan. Sabía que era peligroso pero no dejaba de ser lo correcto.

Me senté al lado de él con una actitud casual. Él se dio cuenta de mi presencia pero no levantó la vista de su libro. Entrelacé mis dedos y nerviosamente, jugué con ellos.

—Hola Will.

—Ni lo pienses—dijo sin despegar su atención del libro—Es mejor que te vayas.

—Aun no sabes lo que te voy a pedir—musité a la defensiva.

—Ya sé lo que quieres—respondió cortante—Olvídalo.

—Pero yo...




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