Amado Destino // Teller #4

3. ELLA ES MIA

ELLA ES MIA

—Me sacaste como un costal de papas, Rodrigo —se queja.

Yo la observo fijamente y sonrió al ver como infla los cachetes como una niña pequeña, se ve tan tierna —pienso.

—¿Qué es tan gracioso? —dice dándome un manotazo en el brazo.

—Te ves tierna… —digo tomándola del brazo y atrayéndola a mi pecho, la escucho resoplar más no hace nada para separarse de mi contacto.

Recuesto suavemente mi mentón sobre su coronilla.

El escandalo se hizo grande y lo único que a ti te importa es la forma en cómo te cargue para sacarte de la casa.

—¿Debería importarme algo más? —pregunta. Se separa de mi contacto y fija sus hermosas luciérnagas sobre los míos.

—Cass, por favor.

—Por favor tú, Rodrigo. Llevamos tanto tiempo ocultándonos y ya no puedo, no quiero seguir así. Sabes que te comprendí y entendí todo este tiempo tus miedos, tus temores, pero no puedo seguir así.

—Pero…

—Pero nada… —yo te amo —dice y toma mi rostro entre sus manos haciendo que mi corazón quiera salirse de mi pecho. Quiero decirle que yo también la amo, pero algo dentro de mí me lo impide, las palabras se atoran en la garganta y puedo ver como el hermoso brillo de sus luciérnagas se van apagando por la decepción de no escuchar corresponder a sus palabras.

—Me voy… —dice soltando mi rostro.

—Cass…

—No Rodrigo.

La veo desaparecer de mi campo de visión y quiero ir tras ella, pero esa idea se esfuma al instante al verme la prótesis de la pierna. Cierro las manos en puño de coraje, de impotencia porque soy consciente que ella merece alguien mejor que yo, alguien completo.

 Estampo mi puño en la pared haciendo que los nudillos se me pongan completamente rojo.

—Tomé una camisa tuya, luego te lo envió por encargo.

Diciendo aquello la veo caminar con dirección a la puerta y yo voy tras suyo.

—Por favor espera a que me cambie y yo te llevo a casa.

—Gracias, ya pedí taxi —dice sin detener su paso.

¡¡CASSANDRA…!!

—¿Qué diablos quieres? —grita.

Me acerco a ella y la obligo a girarse para que me vea.

—Solo quiero llevarte a casa, por favor —pido.

—No quiero que me lleves a casa, no quiero ver tu cara… —no quiero nada tuyo ahora. —Por favor —dice ella soltándose de mi agarra y puedo notar como su voz se quiebra y me duele verla de esta manera.

Le abrazo mientras ella lucha para soltarla más no la suelto. —Lo siento —susurro y puedo escucharla sollozar.

—¿Por qué no me puedes amar, Rodrigo? —pregunta entre llantos y yo no puedo gesticular palabra alguna, no puedo decirle que yo la amo más que a mi propia vida desde hace muchísimo tiempo, pero me detengo al recordar quien soy.

—Mi amor, por favor no llores —suplico acariciando suavemente su cabello tratando de hacer lo posible para tranquilizarla.

Nos quedamos unos minutos así abrazados sin decir palabra alguna hasta que nuestro momento es interrumpido por el sonido de un claxon haciendo que Cass se suelte de mi agarre.

—Me tengo que ir.

—Dije que yo te llevaría.

—Y yo no quiero llegar a casa con un hombre que no me ama porque no sé qué les diría a mis padres, no quiero obligarte a hacer algo que no te nace y mucho menos algo que no sientes —dice de manera fría saliendo de la casa sin darme opción a refutarla porque soy consciente que ella tiene razón.

Me siento furioso conmigo mismo y de un solo movimiento me quito la prótesis tirándola lejos. —Si tan solo yo pudiera…

«Ella te ha demostrado cuanto te ama, a ti y a tu hijo porque sigues creyendo que no eres lo suficiente bueno para ella, todo está en tu cabeza», regaña mi mente.

Me quedo observando fijamente la prótesis y recordando cada uno de los momentos que viví con Cass, desde el primer momento que coincidimos en el psicólogo y hasta nuestro primer beso, que fue como si se reiniciaría mi vida gracias a ello.

No puedo perderla, no quiero perderla… —quiero tenerla siempre conmigo.

Escucho el timbre de la puerta lo cual es extraño, Cass es lo único que tengo en mente así que sin pensarlo me dirijo hacia la puerta.

—Cass… —es lo último que digo ya que un fuerte golpe en la mejilla me calla. Aquel golpe me toma por sorpresa haciéndome tambalear al no tener la prótesis puesta termino cayendo al piso al no poder sostenerme.

Levanto la mirada encontrándome con la mirada furiosa de Noah.

¡Noah…!

Exclamo sorprendido al ver a mi amigo con la cara distorsionado por la furia. Me trato de poner de pie lo más rápido posible y darle la cara a Noah.

—Hablemos… —pide y camina directo a la sala, yo voy detrás suyo frotándome la mejilla «sí que golpea fuerte» y me siento frente a él.

—¿Es así como proteges a la mujer que amas? ¿O es que solo estás jugando con mi hermana? —dice Noah tirando hacia mí el teléfono, lo tomo hábilmente y arrugo el entrecejo al ver a mi madre. Le doy play al video y este se reproduce, donde mi madre sale dando unas declaraciones al salir de casa esta mañana y decir que Cass es una “amiguita” que estoy comprometido con la hija del Coronel Barrera.

—¿Estaba la prensa? —pregunto rechinando los dientes ya que no me percate que estaban ahí, con la discusión que tuve con mi madre me olvide del externo.

—Me encargue de ello, pero ahora tú tienes que solucionar lo que tu madre hizo.

—No es necesario que me lo digas, yo me encargaré de mi madre. Me conoces Noah, como puedes pensar siquiera que yo permitiría que mi madre faltara el respeto a Cass, no lo permití con Mabel y Cassandra no será la excepción.

Puedo ver una leve sonrisa en el rostro de Noah que intenta ocultarlo, al parecer le gusto mi respuesta.

—¿Crees que sea bueno para tu hermana? —pregunto.

Noah me mira extrañado.

—Ósea mírame —digo bajando la mirada a mi pierna.




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