Ámame

Capítulo 8

 


O la paranoia envuelta en flores...

 

 

Una mirada y su felino se agazapó por completo. 

—No quiero jugar cartas esta noche, te pagaré por esa información.

Sawyer sintió el desafío rondar cerca, mientras Caden Tucker inclinaba la cabeza hacia un costado, mirándole con ese extraño aire divertido, casi inocente, que lo convertía en un felino desquiciado.

Creyó que desde la última vez que se habían visto, el molesto puma había desaparecido. Pero ahora que lo tenía en frente, sonriendo con esa ávida malicia en sus ojos dorados, un escalofrío le recorrió el cuerpo entero. Estaba en presencia de un delincuente que por poco lo mete en un serio aprieto: la prisión para cambiantes. Un par de apuestas en las vegas, algunas trampas de por medio y la astucia final impidieron que Sawyer y Harry cumplieran el objetivo que Caden esperaba, usarlos como chivos expiatorios mientras huía con el botín.

Harry le ganó el juego del gato y el ratón, persiguiéndolo por todo el casino, y Caden logró salir airado después de un par de graves amenazas por parte del leopardo, sin embargo al final terminó por estafarlos.

Los tres prometieron no volver a encontrarse en el mismo territorio, y Sawyer salvó a su felino del descubrimiento público que suponía estar en prisión cambiante.

Ahora no sabía muy bien qué clase de juego estaba tramando el puma en esa mente retorcida, Sawyer miró a los dos enormes sujetos e intuyó que se trataba de sus custodios. No tardó mucho en llegar a la idea de que pudiera estar manejando al pueblo de Rough Valley, despué de todo era un genio con la manipulación, o tal vez trabajaba para el dueño de Mad House, todo era posible para las hábiles garras de Caden.

—Oh amigo, ¿estás de mal humor?

—Me encuentro en perfectas condiciones y no gracias a ti.

Caden dejó las cartas sobre la mesa, entrelazó los dedos por detrás de la cabeza y se reclinó hacia atrás en el mullido cojín rojo del tamaño de una persona adulta, la atención de las dos mujeres se desviaron hacia Jessie, y luego trazaron toda la figura de Sawyer, la loba le apretó más la mano, y él atinó a rodear su cintura y atraerla hacia su cuerpo, marcando ante todos los presentes un límite evidente. Le sorprendía tal movimiento de su parte, pero no se detuvo mucho tiempo a analizar la razón detrás de ese inesperado acercamiento.

—Oh vamos Sawyer, creí que ese incidente había quedado aclarado.

—Y así fue, pero yo no olvido, no me fío de ti, sin embargo no he venido a recordar los viejos tiempos.

—Ah... ¿Qué quieres entonces? ¿Qué buscas aquí? Este lugar les puede ofrecer toda clase de cosas locas que le volaran la mente.

—No hablo de drogas o bailes raros. Necesitamos información, una fuente fiable nos dijo que Arif Anyelev estuvo aquí y que habló contigo.

Caden acarició la barba de su mandíbula con los dedos, estuvo así un largo tiempo, poniéndole los nervios de punta, estirando los segundos adrede, jugando con ellos y su impaciencia.

—Anyelev... —murmuró, esbozó una sonrisa afilada—. Oh..., creo..., creo que recuerdo a alguien, ¿era un lobo?

—Sí —afirmó Jessie—. Alto, delgado, ojos azules, cabello negro, pálido...

—Oh sí..., ya sé de quien me están hablando, Arif..., el lobo tuerto, sí..., vino acompañado de una pantera negra, un tipo llamado... Ray, jugó a las cartas conmigo, era un tipo muy hábil.

—Se llevó a una chica que trabajaba aquí —agregó ella.

—Sí, Samara, mejor conocida como chocolate dulce..., sí..., ella era mi protegida en este bar, esa noche el lobo apostó fuerte, veinticinco mil dolares, con una contra propuesta interesante, la libertad de Samara.

Entonces, hasta ahora todo encajaba en su lugar, lo único que le pareció raro fue que Caden no mencionó ese supuesto reconocimiento de Arif hacia la mujer.

—¿Sabes si estaba buscando alguna otra cosa?

Caden bufó.

—Qué aburrido..., no quiero chismes en mi sala de juegos, el lobo vino aquí me llenó los bolsillos con dinero se llevó a su chica para..., no sé..., ¿aparearse con ella? Desconozco lo que hizo cuando salió por esas puertas.

Sawyer miró de reojo a Jessie, su paciencia estaba llegando a límites peligrosos. Le soltó, se alejó y avanzó un paso, Sawyer luchó contra el instinto de detenerle, hacerle retroceder hasta tenerla detrás, segura con su cuerpo como escudo. Pero hacer eso con una loba Gamma como ella..., era una locura, sabía bien que Jessie era hábil, diestra y peligrosa, imparable, y oh..., cómo le gustaba eso...

—Escúchame bien —alzó la voz, las dos mujeres que estaban junto a Caden le enfrentaron con bufidos de advertencia—. Arif murió, estamos tratando de saber por qué, no vinimos aquí para juegos estúpidos, queremos información, él vino aquí buscando algo o alguien, y no era Samara. Así que por tu bien será mejor que cooperes.




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