Ámame

Capítulo 12

 


O el golpe de suerte...

 

 

 

Cuando Sawyer abrió los ojos vio a un cuervo parado en la rama baja del arbol que le daba sombra, el movimiento de las ramas superiores dejó espacios abiertos para que la luz del sol le diera directo en los ojos, un poco somnoliento, Sawyer levantó una mano para cubrirse de ese brillo que  parecía quemarle. Intentó levantar la cabeza, sentía todo el cuerpo adormecido, cuando con esfuerzo comenzó a reactivar cada parte, se percató de que tenía alguien más junto a él.

Jessie.

Arrastrandose en la capa de hojarasca y pequeños palos, Sawyer se sentó, la loba yacía de lado profundamente dormida, con el cabello revuelto mezclado con agujas de pino secas y un par de hojas, la ropa parecía estar intacta, sin signos de desagarros o fuerza, sin embargo Sawyer continuó buscando señales de un posible ataque, al expandir su olfato no halló nada distinto al aroma cítrico que desprendía naturalmente. Bien, ella no había sido ultrajada, eso era bueno, no suficiente como para tranquilizar al inquieto leopardo que pedía despertarla para comprobar que realmente estuviera bien.

Sawyer se dedicó a observar el sitio, había un sonido de agua muy fuerte, como el de un oleaje rompiendo a la distancia, estaba rodeado por altos árboles, en el horizonte un reflejo azul se extendía a donde quiera que mirase. Inseguro, extendió las garras, su camioneta no estaba, tampoco la mochila de Jessie, alguien los había dejado aquí, pero ¿por qué? Mientras se levantaba intentó echar a andar sus recuerdos, había captado el casi irresistible olor del Crazy Green justo después de haber pinchado un neumático. Genial, había caído en una elaborada trampa, a medida que caminaba entre los árboles más preguntas se le venían a la mente como un torbellino, ¿esto se trataba de un plan premeditado? ¿Pretendían quitarlos del camino? ¿Quién lo hizo? y si eso era cierto ¿por qué seguían vivos? Llegó a un barranco, comprendió el sitio, un islote rodeado por agua,  en un lago de larga extensión que se hacía interminable, estaba rodeado a su vez por altas montañas bosquejadas por pinares y robles. Bien, estaban en aislamiento, la orilla más cercana requería nadar por... Un kilómetro, tal vez más.

Un murmullo tenue le hizo girarse, Jessie había despertado e intentaba levantarse usando los brazos para mantener su peso.

—¿Sawyer? —Ella llamó en un balbuceó lento.

Rápidamente caminó hacia ella para arrodillarse y ayudarle a sentarse, sus bellos ojos avellanas se veían confundidos, Sawyer se ocupó de arreglar el desastre de su cabello castaño retirando las agujas y hojas secas, todo bajo su mirada que poco a poco fue recuperando su fuerza, y ese análisis no tardó en aparecer también.

—Tranquila, estoy aquí.

—¿Dónde estamos? —Preguntó—. ¿Qué sucedió?

Acariciar su cabello fue inevitable, pensó que ella le gruñiría pero pareció tranquilizarse, oh era adorable.

—Nos drogaron, nos durmieron, y nos dejaron aquí. —Sawyer no tentó la suerte y le dejó su espacio—. Estamos en un islote, rodeados por un lago.

Jessie estaba más débil, aceptó su ayuda para poder ponerse de pie. Un poco tambaleante, se quitó la tierra y demás agujas de pino en la ropa, y luego echó una mirada alrededor, con una sola mirada ambos decidieron separarse para rodear el islote y ver si había una forma de salir de ahí, además de buscar si habían personas cerca. El sitio no era muy grande, tal vez tenía más de cien metros de largo porque no les llevó mucho tiempo recorrerlo, en una parte tenía un bajío lleno de troncos y ramas que conectaba con otro islote más pequeño, desde ahí la orilla se veía más cercana.

—¿Encontraste alguna cosa? —Ella le preguntó al encontrarlo en el bajío.

—No, estamos solos. Deberíamos cruzar al otro islote, la orilla será más fácil de alcanzar.

—¿Cuál lago es este? Parece similar al Harrison Slough.

No hay islotes en ese lago, lo he recorrido un par de veces.

Jessie se cruzó de brazos, miró los troncos y ramas en el agua que reflejaba el brillo del sol, rompiendo de forma más suave contra las orillas.

—Entonces alguien nos quiso borrar del mapa.

Sawyer había llegado a la misma conclusión, pero tenía sus dudas.

—Si fuera así, no estaríamos vivos.

Ella chasqueó la lengua, emitiendo un suspiro, movió los hombros, los brazos, hasta estirarlos para finalmente tronar los nudillos.

—Debemos encontrar un asentamiento antes de que llegue la noche. —Jessie miró al cielo—. El sol está pasando su punto más alto, deben ser las tres de la tarde.

—O medio día.

Jessie le miró de reojo.

—¿Tú no tenías un reloj de pulsera?




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