O el inevitable acercamiento...
Una hora después del mediodía, el sujeto que atendía la tienda —y que también parecía ser el dueño—, bajó por fin las persianas haciendo que la iluminación fuera más tenue. Sawyer se sintió nervioso, tenía un mal presentimiento sobre el rumbo que estaba tomando esta investigación y ya creía que estaban completamente perdidos.
Pero la determinación de Jessie por no retroceder era demasiado fuerte y ahora, Sawyer solo se mantenía por el instinto protector y el animal que se negaba a dejarle sola. Ya estaba metido hasta el cuello, debía continuar.
—Muchas historias rodean a esa mujer —masculló el hombre—. Hay quienes dicen que es un androide súper inteligente que programaron para llevar a cabo los experimentos genéticos, hay otros que la ven como una simple mujer humana al mando de un laboratorio.
—¿Y lo es?
El tipo se detuvo frente a las persianas, de ahí observó a la gente caminar por la acera.
—Nadie lo sabe, era un secreto hasta que ese lugar explotó.
—¿Dónde se ubicaba? —Jessie preguntó.
—Cerca de Calgary, en Canadá.
Jessie estrechó la mirada.
—¿Pero cómo es que...?
—La experimentación genética estaba oculta del ojo público —respondió, tranquilamente se dio vuelta—. Ella dirigía el sitio que catalogó como un centro de investigación bacteriológica.
Fue entonces que Sawyer recordó las anotaciones de Agnes en esa libreta, y la historia comenzó a cuadrar, solo había un detalle suelto que daba vueltas, ¿La investigación de Camille era la responsable de la liberación de esa bacteria mutada? Porque eso coincidía perfectamente con la Enfermedad L que estaba infectando a los cambiantes lobos. De solo imaginar a Jessie enferma con esa cosa..., sintió un profundo escalofrío en la espalda que le sacudió antes de que pudiera disimularlo, ella lo notó, por supuesto, era una loba ante ella no podía ocultar sus emociones, Jessie le sentía.
Y probablemente sentía el miedo de imaginarle con esa enfermedad mortal.
—Entonces, ¿está viva o no?
El hombre esbozó media sonrisa.
—Nadie lo sabe.
Jessie gruñó bajo, su impaciencia iba en aumento. Lo sabía tanto en su mirada como en los puños a ambos lados de sus anchas caderas.
—Encontramos unas coordenadas que dan en un punto cerca de Thompson Falls.
Él se encogió de hombros y los observó con cierta indiferencia.
—¿Quieren un consejo? No se involucren con Camille Anders.
Jessie levantó un poco la barbilla, cruzándose de brazos le miró fijo, con esa pose que anunciaba que era la dueña y señora del lugar. Oh..., Sawyer comenzó a sentir calor.
—Sí, ya aclaraste eso —replicó—. Y no vamos a dar un paso atrás, tu padre trabajo para ella, ¿cierto?
El hombre movió un hombro, parpadeando lento.
—Fue su jefe de seguridad hasta la explosión..., pero no hablarán con él —aseveró.
El choque de miradas fue poderoso, aquel sujeto era fuerte a pesar de ser un humano, debía estar consciente que ellos podían destrozarlo si así lo querían. Sawyer esperó el movimiento de Jessie, pero ella solo ladeó la cabeza y chasqueó la lengua.
—Perfecto. —Jessie agarró a Sawyer del brazo—. Ya no tenemos nada que hacer aquí, vamos. —Momentáneamente giró hacia el dueño—. Gracias por nada.
Casi arrastrándole, Jessie le llevó afuera, se alejaron hasta la otra manzana, y ahí se detuvieron en una zona de aparcamiento, usando la pared de un edificio —que parecía ser un bar abierto—, ella descansó un rato, se quedó mirando a la nada misma, pensando, la decepción abarcaba su rostro.
—Solo perdemos el tiempo —masculló irritada, luego subió la mirada hasta el cartel—. Oh, genial, necesito un trago.
No. No lo hacía, ella no necesitaba caer en eso de nuevo.
—Jessie...
—Vamos por un trago.
—No.
Echó a andar, alterado, Sawyer le tomó por un brazo consciente de que eso provocaría su enfado, pero Jessie solo se dejó girar para mirarlo con una seriedad que helaba por dentro, ¿acaso estaba a punto de resignarse? Su respiración comenzó a aumentar, quería llorar pero estaba resistiéndose y eso le hacía daño, y alteraba al nervioso leopardo que clamaba arañando las paredes de su mente que la envolviera en la seguridad de sus brazos.
—Estamos perdidos. Tenías razón... —sus labios temblaron, y ella, cediendo su orgullo evitó su mirada—. ¿Qué estamos haciendo Sawyer?
El olor salino se hizo más fuerte. Demonios, Sawyer tenía tantas ganas de abrazarla...
—Jessie calma, ya lo resolveremos...
—No... —Volvió a temblar, respiró una vez más pero los temblores en sus labios no amainaron, tampoco el llanto que tragaba—. Tal vez..., esto es en vano..., no lo traeré de regreso conmigo. Deberíamos volver, yo..., rayos. —Negó bajando la mirada—. Detesto verme así.
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Editado: 05.12.2019