Ámame

Capítulo 30

 


O el intenso poder de las armas...

 

 

 

En un movimiento contradictorio, los lobos se juntaron y Sawyer tuvo que seguirlos, aún cuando el leopardo estaba más irritado que en toda su vida, luchando por salir corriendo y rodear a Jessie. Sí, puede que estuviera demasiado excitado por el reconocimiento que ella le dio, pero no por eso iba a dejar los instintos fluir. No era idiota, y conocía a Jessie demasiado como para saber que intentar protegerla era una mala idea, no era su deseo enfrentar a una Gamma.

Pero tampoco podía evitar preocuparse, más cuando estaba la duda si el plan maestro del hombre ruso daría los resultados que esperaban. Todavía no terminaba de asimilar el hecho de que Vladimir Levedevich fuera otro leopardo de Amur, la cosa era jodidamente sorprendente y aterradora en partes iguales, porque si había otro, cabía la posibilidad de que hubieran más en el mundo, ocultos de la mirada humana.

Sosteniendo su arma con fuerza, Sawyer perdió de vista a Jessie, su leopardo arañaba por salir. Estaba preparado para arrasar con la seguridad como los dos lobos que hablaban en su extraño idioma... Esa frecuencia que solo ellos podían oír, dejándole afuera de lo que sea que estuvieran tramando, gruñó bajo. Había ocultado otras dos armas en su espalda baja, y algunos cargadores con balas en los bolsillos de su pantalón cargo color negro. Armado hasta los dientes, solo esperaba no tener que usarlas... Un pensamiento inocente, que no duró más de dos minutos hasta que dieron con la reja de metal que rodeaba la propiedad abandonada.

—No está electrificada —dijo Seth, elevando dos dedos en el aire, les detuvo—. Tenemos que hacer un conteo de todos los que estén allá, no será fácil si nos superan veinte a uno.

Pero a lo lejos, parecía casi no haber movimiento. Y Sawyer comprendió la lógica que se escondía detrás de todo, Caden podía sentirse seguro de que las represalias no serían graves, con el 35% del clan enfermo, un 25% en cuarentena, el 20% evacuado y el otro 20% encargado de resguardar las tierras bajo un toque de queda, no podía esperarse de los lobos un ataque masivo como respuesta inmediata para liberar a su Alfa, eran leales pero si cargaban con las últimas fuerzas que les quedaban dejarían un espacio libre para sufrir ataques externos.

El clan Moon Fighters estaba en un punto crítico, incluso más que el año anterior.

—No esperan un ataque —confirmó—. La seguridad será solo un círculo protector, no un ejército.

El rastreador de ojos azules ladeó la cabeza mientras le miraba fijo. Estaba siguiendo su línea de pensamiento... O considerando la idea de cerrarle la boca.

—Oye, ¿qué es eso de allá? —Logan preguntó señalando con la cabeza un punto lejano, a la izquierda del granero deteriorado.

Sawyer se levantó un poco, y entonces, la brutalidad animal despertó en él sus más profundos instintos de caza, la fuerza barrió por todo su cuerpo cargándolo de adrenalina y rabia mortal. Los lobos la sintieron, y se alteraron, pero no dijeron nada hasta que vieron el más grande horror de Sawyer.

Los sujetos de trajes blancos, que custodiaban un cercado de metal  recubierto con vidrio aislante en la parte interior, esos niños..., no sabían que estaban ahí como trofeos de caza, jugaban y hablaban inocentemente mientras que a él le hervía la sangre en las venas.

«Estuvimos ahí» la voz animal, ronca y cruda, se acercó para alimentar su rabia «Allí preparan a los niños para venderlos. Sus futuros dueños les observan... Como Bulgákov nos observó a nosotros, nos seleccionó para ser de su propiedad» Sawyer cerró el puño, Logan intentó sostenerle por el hombro pero con un movimiento brusco lo alejó.

—Todavía no —murmuró Seth, provocando que le amenazara con un gruñido—. Arruinarás todo.

«No dudaron en vendernos» el susurro se hizo más grave «No le debemos nada a los lobos, solo a Jessie... A ella le damos nuestra vida» Sawyer no pudo más, luchar contra sus principios y quedarse mirando a esos niños inocentes esperando un futuro encerrado era... Incuso mucho peor que lo que le hizo Camille.

No iba a dejar que otro niño viviera lo que él tuvo que vivir, eso no se lo deseaba ni a su peor enemigo.

Ignorando los gruñidos de Seth, Sawyer se agachó al nivel del suelo y comenzó a recorrer la reja de metal, cuando encontró un punto bajo, de uno de los bolsillos sacó un par de pinzas y cortó el grueso alambre, solo unas cuantas líneas, lo suficiente para que pudiera pasar su cuerpo a través y en silencio. Agazapado se metió entre la hierba alta, el felino pidiendo sangre y la adrenalina era una mezcla potente que alejaba las advertencias lejanas de los lobos. No les haría caso, ellos cazaban en manadas, y él... Era un depredador de emboscada. Puede que ocultara a su leopardo todo el tiempo, pero sabía como explotar al máximo todas sus habilidades, después de todo, ellos dos eran uno.




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