Ámame

Capítulo 32

 


O la incertidumbre después de la tormenta...

 

 

 

Hubo un sonido como estática en el aire, y luego sentía un dolor agudo en el costado derecho de su cuerpo. Un silbido apenas perceptible en su respiración, parecía que una sola aspiración no era suficiente, necesitaba más oxígeno y con solo respirar no lo obtenía.

Esto era raro.

Intentó mover sus párpados, pero no hubo reacción, sus labios estaban pegados y dolían un poco, como si estuvieran agrietados y resecos. Y lo estaban. De pronto, sintió algo más..., su mano, firmemente tomada por el calor de otras, y luego un salvaje perfume a manzanilla, a hombre... Le golpeó fuerte en el pecho, fue como su despertar. Pero, una silueta borrosa estuvo frente a ella cuando por fin pudo abrir los ojos, tenía un brillo especial rodeándolo, era hermoso y fuerte, hubo un destello de color azul que le hizo sonreír apenas, y entre más descendía hacia ella más podía ver esa cruda cicatriz que le deformaba el rostro, el poder animal brillaba en su único ojo bueno y por unos segundos... Jessie pensó que estaba muriendo... Y que Arif venía para llevarle lejos de este mundo.

—¿A-a-arif?

Esa silueta bajó por fin, un suave y cálido beso acarició su frente, sus ojos se humedecieron. Jessie tragó duro al sentirlo y su corazón se expandió con un sentimiento que le hizo vibrar el cuerpo. Cuando pudo abrirlos de nuevo, la silueta borrosa se aclaró, y ella se enfrentó a un par de ojos grises que le miraban llenos de afecto, brillantes y hermosos.

—No, Sawyer.

Una voz profunda y con arrastre le recibió junto a una sonrisa suave, esas arrugas se formaron en las comisuras de los labios del leopardo, dándole un aspecto casi inocente. Tenía una barba más crecida de lo que recordaba y el cabello desordenado, una masa salvaje de ondas castañas.

—Sawyer —murmuró ese nombre entre sus labios, apenas si pudo oír su propia voz.

El leopardo ladeó su cabeza un poco, olfateó el aire expandiendo sus sentidos.

—No sabes lo mal que lo pasé. Creí que no despertarías, y entonces consideré la idea de hacer un vínculo de sangre. —Rió bajo, y luego negó con la cabeza—. A veces la desesperación te hace pensar cosas locas. —Sawyer besó su mano—. ¿Estás bien? ¿Puedes respirar normal? ¿Sientes tu cuerpo? ¿Cómo están tus sentidos? ¿Y tu loba? Ya la extraño.

Jessie rió, y sus costillas dolieron, pero no pudo evitarlo, Sawyer era tan tierno cuando estaba nervioso... Ella intentó hablar, pero su voz estaba dormida...

—Espera, te traeré agua.

Tan pronto como le dejó, el leopardo regresó con un vaso de agua y una pajilla, Jessie sorbió el líquido frío, se sintió mejor. La adoración con la que le miraba le hizo ruborizarse. Sawyer estaba disfrutando cuidarle. Ahí fue cuando su lado racional se activó.

—Gracias.

El hombre colocó el vaso sobre la mesa de noche, y regresó a su puesto vigilante en la silla.

—Me siento un poco cansada.

—Sí, perdiste mucha sangre, ha se ser por eso.

Bostezando, Jessie miró el techo blanco. Estaba en uno de los cuartos de la zona médica anexada en el laboratorio, no había ventana ni armario, solo el equipo de soporte vital en una esquina y otro par de sillas de metal.

—¿Cuánto tiempo ha pasado?

—Dos días.

Jessie trató de levantarse, pero el leopardo le gruñó, como regañándole. Ella rodó los ojos, no iba a tolerar que se pusiera en modo macho protector cuando ella estaba perfectamente bien... O al menos, así lo creía.

—Con calma —dijo, su voz bajó hasta ser una suave seda provocativa—. Tus pulmones todavía no dan abasto con la demanda de oxígeno, no es bueno que te alteres.

—Veo que te estás divirtiendo con esto, gato.

Sawyer esbozó media sonrisa, y luego sin previo aviso, se movió tan cerca de ella que sus narices se rozaron apenas y la fuerza de su mirada gris fue arrasadora.

—Somos compañeros —murmuró—. Es mi trabajo cuidarte cuando no puedas hacerlo.

Algo en ella se removió, dificultándole la tarea de pensar con coherencia. Compañero. Sí,  sonaba algo loco, pero había llegado demasiado lejos como para negarlo ahora, y ciertamente, hacerlo estaba fuera de sus planes. Sí, no se acostumbraría con facilidad al hecho de compartir todo con alguien diferente a Arif, pero si de algo estaba segura era que no se arrepentía de haber reclamado a Sawyer.

Él había tenido la mala idea de haberla escogido a ella como su compañera, sabiendo todos los problemas que tenía encima, sin embargo, con todo eso en mente, aun le quería y para una mujer que había esperado tanto para recibir esa clase de atención... Era todo. Si no pudo con Arif entonces... Sería con Sawyer.

—Será una locura —dijo, con el pulgar acarició los labios del leopardo.

—Suerte que la locura me atrayera desde un principio, ¿no?




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