O la despedida de un buen hombre...
Sawyer estaba embriagado, y no había consumido una sola gota de alcohol en toda la tarde, estaba ebrio de la risa de Jessie, su mirada cargada de un afecto sutil, de esa feroz energía que remontó alto después de que le dijo que ahora eran compañeros de clan.
Resultó también, que era un pésimo jugador de billard, y ella demasiado hábil para un hombre sin experiencia, literalmente barrió el piso con su rostro. El fuego que siempre fue, ardía brillante en sus ojos de avellana. Sí, era un hueso duro de roer, pero su animal presentía que se estaba ablandando, era cuestión de esperar.
Así fue que la tarde transcurrió entre un par de juegos más, con apuestas de por medio y por parte de los espectadores que le susurraban a ella que tuviera algo de clemencia por un novato. Sawyer se limitaba a asentir, a mirarle a los ojos lleno de desafío, a encontrarse con ella cada vez que podía. Oh sí, esto era estimulante, aún con las derrotas, Jessie era demasiado competitiva como para dar un paso atrás.
En el billard, Sawyer apestaba.
Cuando el atardecer cayó sobre ellos, y el ambiente en el bar cambió a un modo nocturno, la loba rodeó la mesa, juntó las nueve bolas en el objeto triangular color negro y luego se acercó, el bamboleo de sus caderas era hipnótico, más su sonrisa, era algo de lo que no podía escapar, y ciertamente no quería.
—Cinco a cero —murmuró, el brillo de sus ojos de avellana era encantador—. Yo elijo el lugar para la cena.
Tocándole la punta de la nariz con su palo, ella le guiñó un ojo y dio media vuelta. Demonios, lo tenía comiendo de una mano, había dado vuelta el juego, se suponía que Sawyer sería el que desplegaría todos sus encantos para que de una vez por todas se sintiera a gusto con él, pero las cosas dieron un giro y la mujer estaba nivelando el resultado.
—Tengo una idea.
En una cafetería común del centro de la ciudad, Sawyer aprendió sobre la mujer que se escondía detrás de esas duras capas de agresión y recelo. Jessie Smith, orgullosa loba Gamma dominante, se derretía con los osos de peluche, las ciruelas y las noches de cielo estrellado. Él le escuchó atentamente, sin perder un solo detalle, el depredador tomaba nota, las ideas le caían de a centenares, no le costaba admitir que era un romántico, y aunque ella afirmara que no le agradaba esas cosas, Sawyer sabía lo que su cuerpo gritaba, era lo contrario a lo que decían sus palabras.
—Deja de mirarme así —ella dijo en medio de una risa nerviosa.
Sawyer apoyó los antebrazos sobre la mesa, y continuó observándole, absolutamente cautivado.
—¿De qué forma?
—Así.
Sonrió, vislumbró el momento justo cuando sus pupilas se dilataron y sus mejillas se enrojecieron. Ya faltaba poco.
—Relájate, solo estamos tú y yo, ya no tienes que resguardar tu reputación.
Jessie ladeó un poco la cabeza, había fuego en su mirada, y Sawyer quería quemarse ahí.
—¿Y qué quieres que haga? —murmuró, su tono bajo, seductor, envió una chispa que recorrió todo su cuerpo.
—No lo sé, ¿qué harías conmigo, Mon Amour?
Ella inspiró aire, sus ojos se abrieron, la sorpresa danzaba en ellos, ¿creía que no tendría un nombre especial para ella? Sawyer sabía cuándo ceder y cuándo tomar lo que quería.
—¿Qué significa...? Un momento, ¿sabes hablar otros idiomas?
—Sí, Alemán y Francés.
Entusiasmada y curiosa, Jessie se inclinó hacia él.
—Dime algo en alemán.
—Mein süßer weißer Wolf, du bist so schön, dass mein Körper explodieren kann, wenn ich dich nur anschaue. [Mi dulce loba blanca, eres tan hermosa que mi cuerpo puede explotar si solo te miro]
El rubor dominó sobre sus mejillas.
—¿Qué significa?
Sawyer se inclinó, hasta alcanzar su oído, y ahí con el dulce sonido de su respiración, le susurró la respuesta. Al volverse a encontrar, ella estaba completamente desarmada.
—No sé cómo alguien como tú... —Sus labios temblaron—. Terminó con alguien como yo.
De inmediato Jessie bajó la mirada, ese gesto fue definitivo, y aunque había cedido, Sawyer pudo sentir su tristeza.
—¿Mon amour?
Le hizo sonreír, bien, haría eso cada vez que le viera así.
—Lo que siento por ti Sawyer es... —Se detuvo, alzó la mirada, la loba lo encontró del otro lado—. Ni siquiera lo puedo expresar en palabras como lo has hecho, y... Lamento ser un poco cerrada.
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Editado: 05.12.2019