Ámame

Capítulo 8

Coloco un cuadro que tiene la foto de mi madre, mi abuelo y yo en el escritorio que tengo habilitado en la universidad.

—Y con eso, terminado. —digo para mí misma.

Instalarme en la habitación me costó exactamente cinco horas y cuarenta y siete minutos.

Me tardé porque digamos que ordené en este orden:

-Hacer la cama y poner las cobijas.

-Usar el teléfono.

-Poner todo lo que necesito en el escritorio.

-Usar el teléfono.

-decorar.

-USAR EL TELÉFONO.

Y así sucesivamente, no me culpen, el internet es genial.

Tengo que aprovechar la red wifi gratis que habilita la universidad para los estudiantes.

Y es de buena calidad.

Acabo de publicar una foto en Instagram y se ha demorado menos de diez segundos en publicarse en mi perfil.

En la granja también era en diez, pero diez horas.

Usualmente se cortaba la luz, el internet no era rápido, muchas veces la electricidad fallaba, entre otras cosas.

Lo que callamos los rurales.

Además, me he visto miles de vídeos en YouTube, cargan super rapido y puedo ver el vídeo sin que se me pause a los segundos porque falta cargarse debido a la red de mala calidad.

Como ha sido un día muy largo y ya está oscureciendo el cielo decido acostarme, relajarme y dormir.

Me paro del piso (¿Sabían que puede ser realmente cómodo?) Para cambiarme y así ponerme mi "sexy" pijama de unicornio, de una pieza y súper grande.

Después me acuesto en mi cama utilizando mi celular hasta que el sueño invada mi cuerpo, cosa que no sucede mucho tiempo después, quedándome dormida profundamente a los minutos de haber tocado la cama.

***

—Mierda, que ya ha llegado. —Es el susurro que me despierta.

Al abrir los ojos y no ver la luz del día, infiero que es de noche o madrugada.

Me quedo en mi lugar, sin moverme, sin pestañear, porque no sé quién es la persona que acaba de entrar a mi residencia.

—¿Le damos en el baño? —dice una voz masculina, lo que me hace pensar que son dos o más, sigo fingiendo que estoy dormida para escuchar lo más que pueda de la conversación de los intrusos en mi cuarto y así saber quiénes son y qué quieren.

—No voy a coger en un baño contigo, amor, pero creo que por respeto a mi compañera de residencia no haremos nada hoy, es tarde y es peligroso, lo mejor es que vayas a tu habitación, Omar. —dice la chica en un murmuro.

Follar.

Lo que quieren es follar, o querían.

Perfecto.

Gracias a la información dada por las personas en mi habitación, sé que la chica es mi compañera de residencia, y el chico es posiblemente su novio que creo vive en la residencia masculina.

—Bien, pero quiero que sepas que me dejaste con la peor erección que he tenido en mi vida y mañana te castigaré tanto que...

Okey, no puedo escuchar más, me estoy enterando de los detalles más íntimos de la vida sexual de mi compañera de residencia y no quiero saberlo, por lo que me giro discretamente fingiendo moverme en sueños.

Ahora estoy mirando el lado que da a la puerta, donde están los "intrusos", abro los ojos sólo un poco para poder ver, aunque sea una silueta de su parte, pero no distingo nada, sólo la oscuridad de la noche ya que mis pupilas no se han acostumbrado a este ambiente.

Cierro los ojos por el intento fallido de ver a alguien, oigo como dejan salir todo el aire que tenían retenido en los pulmones al creer que me acabo de dormir de nuevo.

La pareja se despide con un fogoso, apasionado y en mi opinión, asqueroso beso con lengua y uno que otro agarrón por zonas provocativas de parte de ambos.

Luego el chico se despide de mi compañera después de decirle cuanto la ama, ella cierra la puerta, se quita los zapatos y se duerme con la ropa que traía puesta o eso creo al no escuchar cómo se cambia de ropa.

A los pocos minutos oigo unos ronquidos que van subiendo su intensidad a medida que va pasando el tiempo y sé que no podré dormirme.

Pero aun así lo intento y por primera en vez en esta universidad, no fué algo que hice en vano ya que logro descansar unas horas más.

***

Fué la conversación que tuve esta mañana con Mel        

Fué la conversación que tuve esta mañana con Mel.

Apenas me dijo el "estoy embarazada/es oficial" supe que fué al médico y éste comprobó lo que tanto temíamos.

Ahora voy de camino a su departamento en un taxi, que por cierto fué una muy mala idea, en Nueva York es más fácil y rápido ir caminando que en un vehículo. Las calles están llenas de coches y personas que no nos dejan avanzar rápido.

Después de lo que parecieron tres siglos llego al departamento de Mel, saludo a la recepcionista con su ya típica cara de "matenme" y subo al elevador.



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En el texto hay: humor, romance, amor

Editado: 01.12.2019

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