Resignada al ya no saber que hacer, decido salir a caminar un poco, creo que es un horario perfecto para hacerlo, ya que son las seis de la tarde y oscurece a las diez de la noche.
Salgo de la residencia femenina saludando a una que otra chica por el camino y a la salida a los guardias de seguridad, en la entrada del edificio veo un cartel, me acerco para saber de qué es y ver si me interesa, al leerlo niego con la cabeza ¿Es acaso lo único en lo que piensa esta generación?
Al ver la dirección veo que queda a unas pocas cuadras de la universidad y aunque en realidad es un buen plan para conocer gente y divertirse, no lo veo conveniente, mañana comienzan las clases a nivel general en la universidad, no creo que nadie vaya, no es un buen método para comenzar las clases con una resaca horrible.
Camino hasta llegar a la entrada del territorio universitario, donde por cierto hay muchos autos de lujo, motocicletas de último modelo y personas de la clase social alta caminando en todas las direcciones por el territorio.
¿No hay nadie normal aquí?
Las personas a mi alrededor derrochan lujo, dinero, poder por todos lados, por donde quieras que los mires verás la perfección reflejada en ellos, desde un cabello sedoso y bien peinado hasta teléfonos de último modelo descansando en sus cuidadas manos.
Literalmente soy invisible a sus ojos, mientras los deportistas saludan a sus compañeros de equipo, las porristas parecen tener una competencia de quien enseña más piel y otros debaten su llegada a la universidad con su grupo de amigos; aquí estoy yo, sola en la entrada viéndolos socializar entre sí. Lo bueno es que al educarme alejada de la sociedad y sin casi nadie no tuve la necesidad de encajar o hacer amigos, pero aquí es distinto, aquí quiero conocer gente, hablar con todas las personas si se me es posible, es como una necesidad.
Salgo de mis pensamientos al mismo tiempo que salgo de la cuadra universitaria, necesito un poco de aire, el viaje, el embarazo de Mel, mi mudanza, Connor, el edificio, todo eso hace efecto en mi cuerpo pidiéndome a gritos un descanso.
Camino por las calles de la alta sociedad de Manhattan viendo a las distintas personas pasar cerca de mí, la variedad de culturas, personas y colores entre la gente es impresionante y me encanta. En el camino he escuchado a gente hablar español, portugués y hasta ruso, la diferencia es notoria entre una persona con otra, pero lo bien que se tratan entre si es magnífico, Nueva York es magnífico.
Al cruzar la próxima calle veo que me encuentro en el tan famoso Central Park, al ser unos de los puntos turísticos más grandes de la ciudad, decido entrar y ver porque es tan grandioso como dicen.
Oh, por Dios.
Es lo único que pienso, ¿Esto es real?
Árboles, muchas plantas, una laguna hermosa están a mi vista, esto es hermoso, debo parecer una loca viendo el parque de la manera tan embobada en la que lo hago, pero es que es hermoso.
Saliendo de mi trance y posible flechazo con este lugar, decido recorrer un poco la zona, para caminar en este bello paisaje.
Me encuentro en la bella laguna principal del parque observando mi reflejo en el agua cuando alguien pasa corriendo detrás de mi haciendo que de un par de pasos al frente, y como estaba al ras del agua, me resbalo y me caigo dentro de la profunda laguna.
Genial.
Se que no respiro al estar ahogándome en el fondo de la laguna por no saber nadar, el frío del agua abraza mi cuerpo, de pronto, unos brazos toman mis rodillas y la parte de atrás de mi cabeza para que salga a la superficie, al estar fuera, me tiende en el duro cemento donde me da RCP* para que pueda respirar, una extraña sensación se instala en mi pecho oprimiéndolo, donde la persona que lo está presionando da dos empujones más y vomito todo el agua, toso después por la terrible experiencia. Al estar recuperada abro los ojos donde veo a más de diez personas observándome, miro a un lado y luego al otro buscando a la persona que me salvo, pero no encuentro rastros de él.
Porque sé que es un chico.
Me levanto del suelo, mojada y con muchos pares de ojos fijos en mí, dándoles una mala mirada me voy del lugar escuchando algunos murmullos en mis espaldas.
***
No puede ser que me pase esto a mí, es decir, ¿Cuántas personas se habrán caído en esa laguna? Posiblemente ninguna, además que del trayecto de Central Park a la universidad fue bastante vergonzoso, todas las personas me miraban mal al estar completamente mojada caminando por las calles neoyorquinas y no saben las ganas que me dieron de golpear a cada persona que en ese momento que me miraba mal, pero gracias a Dios, me contuve.
Ahora estoy de nueva cuenta en la puerta de mi habitación esperando que mi compañera no esté con alguien haciendo algo que no quiero ver. Pongo las llaves de la habitación en la cerradura y las giro, al entrar, veo que milagrosamente está ella, sobre su cama, pero sin nadie y vestida, tan solo con su teléfono.