Ámame.

Capítulo 9: Ryan.

Capítulo 9

Ryan

 

Tarareo una canción cualquiera mientras dormito en el sofá de mi casa.

Me le escapé a Phil, se supone que tengo que estar en el estudio con el tipo que me escribió un par de canciones para mi siguiente disco, pero no quiero hacerlo. Ir a ese encuentro es consagrarme como un cantante sin la suficiente chispa para escribir una canción por sí mismo. Hay muchos que no escriben sus canciones, que tienen a alguien para que haga el trabajo por ellos, pero odio ser ese tipo de intérprete. Me gusta escribir lo que canto, tengo el talento para hacerlo, solo estoy pasando por un bache, un momento oscuro de mi brillante carrera.

Necesito encontrar una musa.                       

De pronto, la puerta de mi apartamento se abre, mandando al diablo mi zona zen y mi paz. Alzo la cabeza y abro un ojo, viendo a Phil entrar airado.

—Tenemos una hora esperando por ti en el estudio, Ryan. —Se lleva las manos a las caderas y mueve el pie contra el piso, haciendo un sonido molesto.

—Te dije que no quería ir —le respondo, volviendo a cerrar los ojos y empezando a tararear una nueva canción.

—¿Y crees que me importa lo que tú quieres?

—¿No es ese tu trabajo?

—Mi trabajo —susurra siniestro— es hacerte el mejor.

Bufo.

—¿Es lo que te dices cada vez que vienes a molestar?

—¡Oh, que me disculpe el señor! —Adopta una voz chillona, el sarcasmo goteando de sus palabras—. ¿Te molesta mi presencia?

Abro los ojos, mirándolo.

—De hecho, sí, lo hace.

—Pues, que triste —sonríe falsamente—, vas a tener que aguantarte mi presencia hasta que se venza mi contrato.

Suspiro, sentándome.

—No me amenaces con renunciar cuando se termine tu contrato, odio cuando lo haces.

—Y yo odio cuando te comportas como un niño berrinchudo.

Tuerzo los labios, mirando a la pared al otro lado de la habitación.

—No es un berrinche, sabes que no me gusta cantar canciones de las que no fui parte al ser escritas.

Phil respira profundo antes de rodear el sofá y sentarse a mi lado.

—Lo sé, Ryan —su tono pasa de ser enojado a condescendiente—, pero necesitamos tener un álbum completo en tres meses, y si tú no lo escribes, tendrá que hacerlo otro.

Me dejo caer en el respaldo del sofá con fuerza, frustrado.

—Entiendo tu punto, Phil, pero no quiero ser parte de esto, ni siquiera para elegir las canciones. Si no voy a tener parte de la autonomía intelectual del álbum, entonces no quiero ser parte de nada.

Phil, sabiendo que no voy a dar mi brazo a torcer, se levanta y camina hacia la puerta.

—Bien, si eso es lo que quieres. Haré que el quipo elija. —Vuelvo a recostarme en el sofá, haciendo un sonido de confirmación—. También quería informarte que la chica aceptó, me envió un correo hace una hora para hacerme saber su decisión, y otro hace unos minutos para avisarme que puede empezar mañana mismo.

Me levanto de un salto, mirando a Phil con incredulidad.

—Estás jugando conmigo.

Phil ríe.

—No tengo la capacidad de bromear con ese tipo de cosas.

Abre la puerta y sale del apartamento, dejándome solo con mi emoción.

—¡Sí! —grito—. ¡Sí, sí, sí!

Me pongo de pie y hago un bailecito feliz. He logrado lo que me propuse y ahora tendré a Dawn cerca todos los días.

¿No es la vida hermosa?

Me parece que esta noche visitaré el bar que ya todos sabemos para celebrar con Dawn por su nuevo empleo, y aprovecho para tomarme unas copas.

Vuelvo a tirarme en sofá, satisfecho conmigo mismo, y empiezo a hacer mis planes de conquista. Ahora no solo se trata de una cosa de un anoche, quiero todo con Dawn; una relación, conocer a Ryder, salir tomados de mano por ahí los tres, tenerla cerca siempre…

Está casada, me recuerda mi subconsciente.

Bah, es una muesca en el camino, nada más. Cuando esté completamente enamorada de mí, no le quedará de otra que divorciarse.

Alzo la mano y miro la hora. Aún no está abierto el bar, faltan tres horas para que eso ocurra.

¿Podré alcanzarla fuera de la cafetería donde trabaja?

Espera, ¿dónde queda la cafetería?

Dawn dijo que estaba en el Fashion District, pero nada más. En esa parte de la ciudad hay un montón de cafeterías, si buscara una por una, pasaría la próxima en ello y no la encontraría.

¡Un segundo!

La carpeta con la información de Dawn, creo que allí estaba la dirección de la cafetería.

Me levanto y voy en busca de la carpeta. ¿Dónde la dejé? Creo que en mi habitación, ¿o fue en el estudio? Voy primero a mi habitación y no la veo, luego voy al estudio y nada. Regreso a la sala de estar y paseo la mirada por todo el lugar, aquí tampoco está. Reviso cada habitación, buscando en los estantes y gavetas en las que pude guardarla, pero no la encuentro. Cuando me queda solo la cocina, voy hacia ella sin convicción. No pude haberla dejado en la allí. Entro al lugar, girando la cabeza de un lado a otro, y estoy por darme por vencido cuando veo algo negro sobre la nevera.



#77 en Joven Adulto
#1677 en Novela romántica

En el texto hay: musica, amor, dinero

Editado: 24.04.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.