Ámame.

Capítulo 10: Dawn.

Capítulo 10

Dawn

 

Ryder, tomado de los asientos delanteros, le hace pregunta tras pregunta a Ryan y algo cálido llena mi pecho cada vez que él le responde con paciencia. No estoy viendo a la persona mezquina que aseguran por ahí que es. Este hombre, atento y amable, no tiene ni un poco de maldad en él. Tal vez sea solo Ryder que saca lo mejor de él, pero verlo de esta forma me hace olvidar que ha cometido errores con respecto a mi persona. Aunque no podemos catalogar el haber pagado mis cuentas en el hospital como un error, el error fue no pedirme permiso. Sin embargo, también entiendo por qué lo hizo; yo no iba a permitir que pagara si hubiese preguntado antes.

Lo miro de reojo, está sonriendo por la cháchara de Ryder sobre el auto del papá de Seb. Mi hijo le está asegurando que este es mejor que ese y que él la cae mejor que el papá de Seb.

—Es un hombre malo, le dijo a Seb que no jugara conmigo porque soy basura.

La alegría de Ry se esfuma. Ryan me lanza una mirada, sus cejas alzadas. Asiento, haciéndole saber que es cierto. Volviendo su cara hacia la calle, veo como su mandíbula se tensa.

—Me gustaría conocer al papá de Seb —dice entre dientes.

—A mí también —tercio, el enojo empezando a reavivándose en mis venas.

—¿Puedes llevarme a la escuela en este auto? —pregunta Ryder, su entusiasmo regresando—. Si el papá de Seb me ve llegar aquí, me dejará jugar con él.

—Cuando quieras y tu mamá nos dé permiso.

Escucho a Leslie soltar una risita justo antes de sentir la mano de Ryder en mi hombro.

Sí, voy delante, no porque quisiera, la traidora de Leslie se subió detrás con Ry y cerró ambas puertas, asegurando que no había espacio para los tres.

Me las va a pagar.

—No va a pasar —mascullo.

—¡Mamá! —gime Ryder. Creí que no me escucharía, pero lo hizo y ahora va a hacer un berrinche—. No puedes decir que no, Ryan quiere hacerlo.

—Sí, Dawn, yo quiero hacerlo —tercia Ryan, batiendo las pestañas hacia mí antes de volver a poner su atención en la calle.

—¿Ves, mamá? —insiste Ryder—. Tienes que dejar que Ryan me lleve a la escuela.

No respondo, decido darle a los dos el tratamiento del silencio.

Leslie, intentando reivindicarse, sienta a Ryder a su lado y empieza a preguntarle los números, que él recita hasta el 50 sin problemas. Es un geniecito.

Ryan, al fin, se estaciona frente a la heladería y Ryder empieza a saltar de la emoción. Le ordeno que no lo haga, no vaya a ser que rompa algo y me toque pagarlo, y él pone mala cara. Ryan asegura que no hay problemas con que salte, pero con una mirada le hago callar. No puede interferir en la corrección de Ry, si le permito hacer lo que quiera, en otros lugares también lo hará.

Bajamos, Leslie yendo delante con Ryder tomado de su mano y Ryan y yo detrás, mirando a Leslie ser arrastrada hacia la puerta de la heladería. Ryan suelta una risita, lo miro de reojo, se la está pasando en grande con toda esta situación.

—¿Puedo preguntar por qué viniste a buscarme? —suelto, achinando los ojos, intentado verlo con el sol dándome en la cara.

—Quería agradecerte por aceptar el trabajo —confiesa—. En serio estaba necesitado de una asistente y las candidatas que me mostró Phil no eran buenas para mí.

Abre la puerta para mí, Leslie y Ryder han entrado segundos antes que nosotros.

—¿Eres exigente?

—No —frunce los labios—, aunque si lo dices porque no acepté a ninguna otra, tengo mis razones.

—Quiero escucharlas para saber lo que no debo hacer.

—No creo que te sea muy difícil —murmura, tan bajo que casi no alcanzo a escucharlo—. Odio que las mujeres que trabajen para mí se me lancen encima. Pero si tú quieres hacerlo, no tengo ningún problema.

Pongo cara de “¿En serio?” a lo que Ryan sonríe.

—No tienes que preocuparte por eso, no lo haré —aseguro.

—Ya te dije que no tengo problemas con que lo hagas.

Ignoro la sugerencia, volviéndome hacia la barra, divisando a Leslie y a Ry. Voy hacia ellos, Ryan siguiéndome de cerca.

Una adolescente pasa por nuestro lado y se queda viéndolo. De pronto, soy consciente de que estamos en un lugar público y a él pueden reconocerlo. Miro a Ryan, con intención de enviarlo fuera de aquí, pero él no parece incómodo con que lo vean con nosotros. Supongo que está acostumbrado a la atención que se lleva a donde va.

—¡Mami! —grita Ry, haciéndome señas con la mano para que me acerque—. Leslie me pidió un cono de pistache con chispas de chocolate. Mis amigos dicen que el pistache sabe mejor con maní, pero yo no puedo comer maní. —Mira a Ryan con expresión solemne—. Soy a-alérgico.

—Sí, lo sé —responde Ryan, agachándose a mi lado para estar a la altura de Ry—. Y también supe que estuviste en el hospital porque comiste maní.

—Sí —Ryder asiente—, la señora Meril nos dio pastel con maní, pero no fue culpa suya —se apresura a aclarar—, ella no sabía que soy alérgico.



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En el texto hay: musica, amor, dinero

Editado: 24.04.2022

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