Ámame.

Capítulo 12: Dawn.

Capítulo 12

Dawn

 

En el estacionamiento del instituto de Ryder, me bajo antes de que Ryan lo haga, dándole una mirada de advertencia para que no me siga. Si se baja y la gente lo ve, se va a armar un revuelo y tendremos a un centenar de madres rodeándonos en segundos.

Con Ry tomado de mi mano, atravieso el estacionamiento, ignorando las miradas indiscretas de las mujeres que me han visto llegar día tras días en taxi o a Ryder venir en el autobús y hoy me ven bajar de una camioneta de lujo. Las imagino hablando a mis espaldas cuando se junten en grupitos, arrastrando mi nombre por el falgo con suposiciones estúpidas. Por ejemplo, puedo asegurar que dirán que me he conseguido un sugar daddy, que empecé vender drogas o que me estoy prostituyendo. Para estas lenguas largas, cualquiera de las opciones sería la más posible, nunca se les pasará por la cabeza que ahora trabajo para un famoso.

Mi suerte es tal que, al llegar al salón de clases, el papá de Seb viene saliendo y algo extraño sucede. Me sonríe. Es imposible ocultar mi sorpresa, frunzo el ceño y entro al salón, mirando sobre mi hombro al hombre trajeado.

—Leslie vendrá por ti a la salida —le aviso a Ryder, enfocándome en él—. Pórtate bien y come todo tu almuerzo.

Beso su frente y él gruñe.

—No, mamá —susurra, mirando a los lados, asegurándose de que nadie vio la muestra de amor. Río y vuelvo a besarlo—. ¡Mamá!

—Te quiero mucho, mi amor —digo, ignorando sus protestas—. Te veo esta noche en casa.

Sus ojos se iluminan y su expresión se vuelve esperanzada.

—¿Estarás esta noche en casa?

—Ryan no me ha dado mi horario, pero es lo más probable. —Vuelvo a besar su frente y esta vez se deja—. Hasta la noche.

—Hasta la noche, mami —canturrea.

Al salir al pasillo, casi choco contra el papá de Seb, que está a un lado de la puerta, con las manos en los bolsillos.

—Perdón —me disculpo por pura cortesía y lo rodeo.

—Espera. —Me detengo, observándolo ponerse a mi lado y empezar a caminar. Lo sigo, un tanto curiosa por lo que tenga que decir y porque no voy a perder esta oportunidad para reclamarle el que le haya dicho basura a Ry—. Eres Dawn, ¿cierto?

—Sí —asiento, manteniendo mi ceño fruncido.

—Llevaba días queriendo presentarme contigo. —Extiende su mano hacia mí y yo se la estrecho, recelosa—. Tu hijo y el mío están en la misma clase.

—Lo sé.

Espera que diga algo más, pero la verdad es que no tengo más que decir que insultos hacia su persona.

—Solo quería presentarme, soy Marcus. Y también quería decirte que me agrada que Ryder y Seb sean amigos.

Reprimo la carcajada que amenaza con soltar mi boca, apretando los labios.

—Eso no fue lo que me dijo Ryder —contradigo, recobrando la compostura—. De hecho, me contó una historia de lo más interesante.

Atravesamos la puerta de salida y él se detiene al inicio de las escaleras. Lo encaro.

—¿Qué dijo?

Hay que darle un Óscar por su excelente interpretación, por poco me creo que no sabe de lo que hablo.

—Que no le permites a Seb jugar con él porque es basura. —La falsa tranquilidad que estaba demostrando pasa a la historia, siendo reemplazada por el desdén y la rabia.

Se sorprende de mis palabras y luego lo oculta con una sonrisa divertida.

—Los niños dicen cada cosa. —Agita la mano, como si mis palabras fuesen demasiado graciosas—. Nunca le dije a Seb eso, más bien lo instaba a jugar con él.

—Ajá —asiento, sin creerle ni un poco—. Mira… eh

Chasqueo los dedos, tratando de recordar su nombre.

—Marcus.

—Marcus —repito—. Mira, Marcus, no tengo ningún problema en que mi hijo siga jugando con el tuyo, pese a que te has comportado como un idiota. Lo que no voy a tolerar es que vuelvas a insultarlo. Puede que no tengamos tanto dinero como tú y tu familia, pero eso no te da derecho a decir lo que dijiste de él. —Me vuelvo hacia las escaleras, con intención de alejarme, pero recuerdo algo y me regreso—. Y agradece que no te parto la cara.

Con una sensación de victoria, me alejo, dejando al idiota sin palabras y estupefacto.

Si cree que puede meterse con lo más preciado que tengo y lo voy a dejar pasar, está muy equivocado.

En el estacionamiento, Ryan y Landon están fuera de la camioneta, Ryan paseándose como león enjaulado y Landon vigilante, observando el entorno con una pose intimidante.

—¿Qué fue eso? —inquiere Ryan una vez estoy a su altura, señalando detrás de mí.

Me giro justo para ver a Marcus llegar al final de las escaleras y caminar a paso airado hacia su auto. Ry tiene razón, es un auto increíble.

—Ah, nada. —Frunzo los labios, encogiéndome de hombros—. Dejando claro un par de puntos al papá de Seb.



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En el texto hay: musica, amor, dinero

Editado: 24.04.2022

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