Capítulo 14
Dawn
Cuando entro al apartamento de Ryan esa mañana, hay movimiento y risas por todos lados. Barry, Dawson, O’Malley y Phil están allí, bebiendo café mientras Barry cuenta una historia sobre algo que le pasó con una chica en un bar. La conversación se detiene el tiempo justo para que todos me saluden, me ofrezcan café y respondan a mi pregunta sobre dónde está Ryan.
—En su habitación, tomando una siesta de 15 minutos.
—¿No se supone que debería estar despierto? —pregunto, hablándole a Phil. Los chicos han regresado a lo suyo.
—No durmió en toda la noche, parece que su inspiración ha vuelto.
Vaya, eso no me lo esperaba. Sé que la historia que le conté anoche sobre los bailarines del muelle de Malibú caló en él, pero no sabía que había calado tan profundo como para despertar su inspiración tan pronto.
Un sentimiento de orgullo me recorre y sonrío, bajando la cara, evitando que Phil me vea. Por suerte, ya ha vuelto a lo que estaba haciendo antes de mi interrupción.
—Dawn, necesito que hagas las reservaciones de avión hoy y las del hotel —me informa, con su vista puesta en la pantalla de su portátil—. Será una habitación simple para ti, otra para mí y una suite para Ryan. Irán tres chicos de seguridad con nosotros, pero ellos se van a quedar en la suite con Ryan. También reserva en el restaurante gourmet para el sábado en la noche, el que está frente al hotel. Podríamos comer en el hotel, pero Ryan adora ese restaurante gourmet. Pásale la información de las reservaciones a Nadia y deja todo listo para esta noche. Tienes ensayo con el grupo de baile y Dimitri se muere porque los acompañes. —Levanta la vista y me mira a los ojos—. ¿Alguna pregunta?
Niego.
—Más claro que el agua del mar Caribe.
—Excelente.
Me pongo a hacer cada cosa que me dijo mientras los chicos se meten a la primera habitación del pasillo, donde está un pequeño estudio de grabación.
Me gustaría escuchar las letras que escribió Ryan, pero no quiero interrumpir y que Phil se enoje conmigo por ser una entrometida. Sin embargo, tengo curiosidad.
¿Sobre qué será la canción?
Un pensamiento flash atraviesa mi mente, uno que me tiene riendo por lo poco probable que es, y a la vez llenándome de calidez.
¿Habrá escrito algo sobre mí?
¡Ja! Permítanme reírme de mi estupidez. ¿Por qué iba Ryan a escribir sobre mí? No soy nada para él más que su asistente personal y proyecto de caridad del mes. No hizo todo lo que hizo porque tuviese un interés más allá del profesional o, cuando mucho, amistoso. ¿Por qué iba, entonces, a escribir una canción sobre mí?
No seas ilusa, Dawn, me digo a mí misma, regresando a mi trabajo.
Ya tengo los tiquetes de avión reservados cuando Ryan aparece bostezando por el pasillo. Sus ojos entrecerrados a causa de la luz del día que entra por la ventana no le permite verme en un principio, sino luego de que se frota los ojos y enfoca bien.
Sonríe.
—Dawn, qué lindo verte en mi sala.
Ruedo los ojos.
—Se supone que tengo que estar aquí, haciendo mi trabajo.
—Claro, tu trabajo —murmura, llevando su atención a Phil, que ni siquiera lo mira—. ¿Por qué el ceño fruncido, amigo? ¿No te gustó la canción que escribí?
Phil lo mira de reojo un instante antes de volver a la pantalla del portátil.
—La canción está bien. —Suspira, estirando la espalda—. Lo que no está bien es que nuestros compromisos en Nueva York se hayan adelantado.
—No te des mala vida, Phil. —Ryan camina hacia la nevera, saca un bote de jugo, que asumo es de naranja, y le quita la tapa—. Cancela todo.
—Ajá —Phil resopla—, eso haré.
El sarcasmo es evidente en su voz, pero a Ryan no parece importarle o molestarlo. Se lleva el bote a la boca y toma directamente de él.
—Oye, niño pequeño —lo llamo, usando el mismo tono de voz que cuando regaño a Ryder—. Hay vasos en el estante justo al lado de tu cabeza, no es difícil tomar uno y servirte el jugo.
Ryan me regala una sonrisa, de esas que bajan bragas.
—Ah, pero es mejor tomarlo así.
Vuelve a beber del bote antes de cerrarlo y regresarlo a la nevera.
—No tienes permitido hacer eso frente a Ryder —advierto, él asiente.
—Lo sé, no soy tan malo como parezco.
No respondo, vuelvo la vista al teléfono para anotar los detalles del vuelo.
—¿Hay alguna computadora que pueda usar para reservar el hotel e imprimir los boletos? —pregunto a nadie en particular.
—En mi habitación, en la gaveta superior de la cómoda, hay un portátil. Y en la puerta junto a mi habitación hay una impresora que puedes usar —responde Ryan, saliendo de la cocina para entrar a la habitación de grabación y cerrando la puerta detrás de él.