Ámame.

Capítulo 16: Dawn.

Capítulo 16

Dawn

 

No recuerdo mucho del tiempo que estuvimos en ascensor ni de cuando salimos y Ryan me trajo a su habitación, y la verdad es que me trae sin cuidado no recordarlo. Hacía tanto que no sufría un episodio, me había asegurado de nunca quedarme en la oscuridad, pero a veces las cosas se salen de nuestras manos y es imposible no sufrir.

Lo que me tiene un tanto preocupada ‒no tanto como para quitarme el sueño‒ es que Ryan ahora lo sabe, sabe que le tengo miedo a la oscuridad y hará preguntas. Sin embargo, sé que él es de las personas que saben cuándo retroceder y dejar un tema estar, puede ser insistente con algunas cosas, pero cuando el tema es serio, se detiene y pasa al siguiente.

Entierro el miedo que me provoca el que lo esté conociendo tan bien en tan poco tiempo, no tengo cabeza en este momento para nada más que alejar los recuerdos que trajo el que quedarme encerrada en un lugar con espacio reducido y a oscuras.

No le temo a que aparezcan fantasmas cuando todo se queda sin luz, hay cosas peores que se esconden en la oscuridad. A eso es a lo que le temo.

Ryan se sienta conmigo en la sala de estar de la suite, enviando a Dominic por un té a alguna cafetería o donde sea que consiga uno. No quiero importunar, mucho menos a él, que mañana tiene un día tan ajetreado como el de hoy, pero no quiero quedarme sola en mi habitación, eso solo aumentará los recuerdos y entraré en pánico de nuevo.

Ryan no habla, y se lo agradezco, no me gusta hablar de mi pasado, de lo que ocasionó mis traumas, solo me acompaña, sentado a mi lado, haciéndome saber que está para mí. Pero no puedo asegurar que no lo hará luego.

Dominic regresa con lo que se le pidió unos quince minutos después, no estoy segura, el tiempo se ha hecho extraño para mí desde que las luces se apagaron.

El encargado del hotel dijo que hubo un apagón en uno de generadores de electricidad, que ya están arreglando el problema y que el ascensor está funcionando con una planta eléctrica. Nos pidió disculpas y se ofreció a enviarnos a un médico cuando me vio en ese estado, pero Ryan se negó, alegando que ya todo estaba bien. Y estaba en lo cierto, ya lo peor había pasado.

Todo gracias a él.

Cuando el ascensor se detuvo y las luces murieron, la fobia tomó mi mente y mi cuerpo empezó a responder como lo haría cualquier persona ante un ataque de pánico. Intenté pensar en otra cosa ‒mi hijo, su sonrisa, sus ocurrencias, su voz‒, pero nada fue suficiente.

Nada, hasta que escuché a Ryan cantar.

Empezó como algo lejano, un tarareo dulce que se oía a lo lejos y me llamaba, y de a poco se fue acercando, haciéndose más grande hasta que lo único que había era su voz. La melodía no la había escuchado antes y la letra es nueva, por lo que supuse que era de sus nuevas canciones. Si es así, me declaro fan de este disco.

Me tomo el té en silencio, mirando de reojo a Ryan, él se mantiene a mi lado, su brazo rodeando mis hombros y sus ojos sobre mí, como si en cualquier momento pudiera tener un nuevo ataque.

—No va a volver a ocurrir, no tienes que mirarme todo el rato. —Hablo con voz ronca, tratando de aligerar al ambiente. Ryan suspira en respuesta—. A menos que se vaya la luz de nuevo, nada malo va a pasar.

No responde de inmediato, se queda en silencio por un buen rato, aunque casi puedo escuchar los engranajes de su cabeza moviéndose, pensando.

—Me asustaste, Dawn —murmura al fin, y mi corazón se aprieta.

—No fue mi intensión, discúlpame por…        

—Sé que no fue tu intensión —interrumpe, enderezándose y girando el cuerpo para estar frente a frente—. No creo que nadie que sufra de una fobia lo haga a propósito.

Bajo la vista hacia la taza de té, deseando que nada de esto hubiese ocurrido. Involucrar a Ryan en esto, hacerlo partícipe de mis miedos, no es algo que hubiese querido. Es un buen hombre y le gusta ayudar, sin embargo, este tema en específico me gustaría mantenerlo escondido de todos. Ni siquiera Kelsy lo sabe, solo Leslie y porque estuvo conmigo un día que el edificio se quedó sin electricidad. Me niego a que los que me rodean me tengan lástima por culpa de mi pasado.

—¿Por qué, Dawn?

La pregunta de Ryan me saca de mis pensamientos y desearía que no lo hubiese hecho. A parte de no querer que me tengan lástima, no quiero revivir todo de nuevo hablando de ello.

Sacudo la cabeza, encogiéndome en el mullido sofá, con su brazo aún sobre mis hombros.

—Yo no…

No acabo de hablar, pero Ryan lo entiende. Por el rabillo del ojo, veo como asiente.

—No quieres hablar de ello —dice, comprensivo. Toma la taza de té, que ya está vacía, y la deja sobre la mesita de centro. Luego me rodea con sus brazos y me apoya en su pecho. El sonido de su corazón latiendo me reconforta—. Te contaré mi historia.

Me acomodo en su pecho y escucho atenta.

››¿Has escuchado hablar de esa frase “la oveja negra de la familia”? —Asiento—. Pues, en mi familia, la oveja negra éramos mis dos hermanos y yo, no había uno que fuese el orgullo de mis padres, los tres éramos un fracaso ante sus ojos. —No sé si la neutralidad y la falta de emoción con la que habla me da pena u orgullo. Es como si ya no le importara lo que sufrió y se haya adaptado a ello o, tal vez, solo esté escondiendo lo que de verdad siente—. Pero todo fue bien, después de todo, nos teníamos los unos a los otros. Y por un tiempo fue así.



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En el texto hay: musica, amor, dinero

Editado: 24.04.2022

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