Ámame

Capítulo 21: Ryan.

Capítulo 21

Ryan

 

—¿Puedes hacerlo en sol mayor en esa última parte? —pide O’Malley, hago una mueca.

—¿Quieres inhabilitar mi garganta?

—Finge si es necesario, quedará mejor con una nota alta luego de la nota baja.

Repite la pista y empiezo a cantar, recordando cada cambio que ha hecho desde que iniciamos. Debo agradecerle, ahora se escucha mejor que cuando la escribí y todo es gracias a su ayuda y sus recomendaciones. Al llegar a la última nota que ha cambio, hago lo que me pide, esforzándome por llegar hasta ese punto sin perder la garganta en el intento. Como en las veces anteriores, estaba en lo cierto, suena mejor así que con la nota baja.

—¡Excelente! —O’Malley mira a Dawson y Barry—. ¿Qué dicen?

—Ese último arreglo es lo mejor que pudiste haber sugerido —alaba Barry—. Sin embargo, creo que deberían agregarle más ritmo. —Toma el control de los ritmos y tambores y hace una demostración—. Así.

—Bien, agrégalo y empecemos de nuevo.

Alzo la mano y levanto la manga de mi camiseta manga larga, mirando la hora. 10 am y Dawn no ha llegado.

¿La habré asustado?

No creo, cuando me fui anoche se veía sonriente, feliz, incluso.

¿Habrá cambiado de opinión por su esposo?

Rechazando la pregunta insidiosa de mi consciencia, atiendo al llamado de Barry, que ha hecho los arreglos y quiere que escuche el resultado de la pista.

Alzo el pulgar.

—Me encanta, se queda.

—Iniciemos de nuevo —apremia Dawson.

Comienzo de nuevo a cantar y me encanta cómo va quedando la canción, los chicos están haciendo un excelente trabajo ayudándome con esto y así poder terminar el disco antes del tiempo requerido.

Pasa una hora y la puerta del estudio se abre, entrando Phil, seguido y Nadia y Dawn. El alivio inunda mi pecho al verla. Detallo su cara, buscando rastros de incomodidad, pero solo puedo ver su sonrisa deslumbrante mientras escucha a Nadia y a Phil hablar. Sus ojos dejan a la pareja ‒si no lo son, están a punto‒ y buscan los míos, al encontrarme mirándola, me sonríe de medio lado y su expresión se ilumina. Agita la mano hacia mí en forma de saludo y yo le regreso el gesto y la sonrisa.

Bueno, parece que no está enojada o incómoda.

Dawson llama la atención de Phil y pone la pista de nuevo para que escuche los arreglos. Los tres, Nadia, Phil y Dawn, se paran en fila detrás de los chicos, observándome.

Es una suerte que no sufra de miedo escénico.

Repito la canción por no sé qué vez, dando la demostración de mi vida, con la intención de impresionar a Dawn. No se me puede culpar, voy a buscar cualquier medio para dejarla con la boca abierta y así no quiera separarse de mí.

Un pensamiento algo infantil, pero es lo que hay.

Así soy.

—Tómate un descanso, Ry —dice Barry al fin y me levanto de inmediato, yendo por una botella de agua que Dawson me pasa.

—¿Cuántas canciones están faltando para terminar el disco? —indaga Phil, dirigiéndose a Dawson.

—3, tal vez 4 —responde él—. 7 si contamos las de la versión deluxe.

—¿Las demás están listas?

Rodeo el grupo, pasando a un lado de Dawn y rozando su mano y hombro al pasar. Ella me mira sobre su hombro y el hambre de besarla hasta el cansancio despierta en mí. No lo hago, sin embargo. No creo que Phil se lo vaya a tomar bien, ya he tentado mucho a la suerte con él.

—Las que trajo O’Malley, sí. Las de Ryan, aún no.

—¿Cuántas son de O’Malley y cuántas de Ryan?

—5 de O’Malley y 4 de Ryan.

Phil me mira.

—¿Cuántas canciones tienes en proceso?

—Una terminada, que le traje a los chicos hoy, una a medio camino y otra en mente —informo, dejándome caer en el sofá.

Estoy exhausto, llevo varias noches sin dormir más de 5 horas porque he estado escribiendo, pero es que las palabras no dejan de llegar a mi mente y es imposible acallar a mi cerebro cuando estoy en ese modo. Aunque no me quejo, tenía mucho tiempo sin poder escribir, esto de trasnochar son buenas noticias.

—¿Cuánto dormiste anoche? —inquiere Phil, ruedo los ojos.

¿Qué gana con saber estas nimiedades?

—Cuatro horas —mascullo. Dawn abre los ojos y se lleva las manos a las caderas.

Estoy a un segundos de recibir un regaño de su parte.

—¡¿Cómo que cuatro horas?! —exclama, alzando la voz—. Eso no es suficiente. Sé que tienes que escribir, pero no puedes matarte de cansancio.

—Dawn está en cierto —tercia Phil, uniéndose al “momento de reñir a Ryan”—. Te necesito descansado y despierto, no pareciendo un muerto llevando ojeras enfermizas.

Es un exagerado, me vi esta mañana al espejo y mis ojeras no parecían enfermizas.



#55 en Joven Adulto
#1388 en Novela romántica

En el texto hay: musica, amor, dinero

Editado: 24.04.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.