Capítulo 24
Dawn
—Me gusta mucho tu casa, Ryan —dice Ry, mirando a todos lados.
En los próximos minutos predigo que estará revisando cada habitación y haciendo preguntas a Ryan por cualquier cosa que le llame la atención.
¿Qué puedo decir? Así es mi hijo.
—Puedes venir cuando quieras, Ryder.
Eso, que le dé más cuerda para que el niño me moleste con traerlo todo el día, todos los días.
—¿En serio? —grita Ry, corriendo hacia Ryan, que se había internado en la cocina—. ¡Gracias!
—Pero solo si tu mamá quiere.
Un día de estos voy a matarlo por ofrecerle cosas a Ry y luego dejarme a mí elegir, sabe perfectamente que es casi imposible decirle que no a mi hijo.
Lo hace adrede, lo sé.
—¿Puedo, mami? —pregunta Ry, mirándome con los ojos abiertos y enormes.
Suelto un suspiro.
—Sí, puedes.
Ryder salta y grita “¡Sí!” antes de ir corriendo hacia Ryan y abrazarlo.
Cada vez que los veo interactuar se me hace más difícil esconder mis sentimientos. Ryan ha logrado de a poco meterse en mi cabeza y corazón, con cosas pequeñas ha ido logrando que baje mis muros y lo deje entrar. Sin embargo, mi pasado me detiene. Hay cosas que debo aclarar antes de iniciar del todo una relación con Ryan. Sé que tenía que pensarlo bien antes de hacer el amor con él, pero es que no pude evitarlo, ese hombre se ha metido bajo mi piel y fue imposible alejarme.
Los dejo solos en la cocina mientras Ryan le explica a Ry lo que va a hacer de cena. La comida china que había comprado se quedó en mi casa y no quiero volver allí hasta que el problema de electricidad esté solucionado.
Fue muy amable de parte de Ryan ofrecernos su casa y dejarnos dormir aquí esta noche, ese inmenso corazón que se carga es tan caritativo y él no lo nota. Cree que es una mala persona y que nadie lo aprecia, pero las personas a su alrededor lo quieren; su equipo de seguridad, los que trabajan en el estudio, su equipo de trabajo y, sobre todos los demás, Phil. Su representante haría cualquier cosa por él y no sé si Ryan no lo ha notado. Aunque, supongo, se debe a que no se cree con las suficientes cualidades para ser querido. Sé que ha hecho mal en el pasado y que también se lo han hecho a él ‒sus padres y sus hermanos son los que más destacan en esa categoría‒, pero hay más personas que debería considerar a la hora de decir que nadie lo quiere a menos que sea por su dinero. Sí, paga el sueldo de todos los que trabajan para él, pero eso no quiere decir que esas personas lo quieran solo por el hecho de ser su jefe. Mírenme, soy una más de sus empleadas y se ha llegado a ganar mi corazón en poco tiempo.
—Oye. —Alzo la cabeza, encontrándome directamente con los ojos de Ryan—. He decidido pedir comida, Ryder tiene hambre y no aguantará a que hagamos algo de comer.
Asiento, distraída.
—Bien —acepto—. Mientras, puedes ponerle algo en la TV o pueden seguir jugando videojuegos.
Ryan frunce el ceño.
—¿Te pasa algo? —inquiere, a medida que se acerca a mí. Sacudo la cabeza en negación.
—Solo estaba pensando, nada más.
Mira sobre su hombro al llegar hasta mí, divisando a Ryder, y luego pone una mano en mi cintura, acercándome a él.
—¿Qué pensamiento te tiene tan seria?
Una de las comisuras de mis labios se eleva un poco, al tiempo que suspiro.
—No sabía que estaba seria, ya mismo cambio mi expresión.
Ryan, en vez de tomarlo como una broma, frunce el ceño.
—No quiero que ocultes lo que sientes cuando estés conmigo —murmura, firme y tierno a la vez—. Quiero saber lo que sientes, lo que te ocurre y lo que te aqueja. —Aparto la vista de él, un nudo formándose en mi garganta, pero Ryan me toma de la barbilla con suavidad, haciendo que lo mire de nuevo—. Dime en qué pensabas.
Suena como una orden, pero sé que si le digo que no quiero hablar de ello, me dejará en paz. No quiero dejarme en evidencia al decirle que, en realidad, estaba pensando en él, pero ¿qué otra opción tengo? No es un secreto que me gusta, ya quedó demostrado esta misma tarde.
—En ti —musito, mirando a sus ojos de nuevo, la sorpresa brillando allí—. En lo bueno que eres.
Sonríe con incredulidad, bajando la cabeza.
—No todo el mundo tiene ese concepto de mí.
—Porque no les muestras lo que en realidad eres —replico. Vuelve a mirarme, parpadeando—. Te esfuerzas en demostrarles a todos que eres un imbécil, cuando la realidad es que eres una buena persona con un corazón inmenso.
Ryan rueda los ojos, desestimando mis palabras, aunque puedo ver el brillo de sus ojos aumentar.
—Solo he sido bueno contigo.
—No es así, estás equivocado —alego—. Los que trabajan para ti te respetan y te tienen cariño, y no es solo porque les pagues sus sueldos, es porque te lo has ganado. Saludas a cada uno por su nombre, los tratas como si fuesen tus amigos, te preocupas por ellos, tomas en cuenta sus sugerencias, entre otras cosas.